Cimarra Hardcore: No hay mal que por bien no venga

Publicado por disorder.cl

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El lunes antepasado un pinche pendejo mexicano le quitó el trono mediático al gordo Edgar. Según el diario Reforma, Diego Martínez -un niño de 10 años de la ciudad de Monterrey- se pegó al respaldo de la cama para no ir al colegio en su primer día de clases.

La anécdota es extremista, pero ¿Quién no ha hecho alguna tontera para no ir a clases o para escapar del colegio?

Desde la historia del pendejo fresa pegado a la cama, hasta el compatriota que se tiró de una micro para no dar la prueba de matemáticas o el otro cabrón que se pinchó la nariz con un compás para que lo mandaran a su casa, a continuación un compendio de las más estupidas formas de cimarra y evasión escolar que ha conocido el Internet.


Por Carlos Salazar
Foto Principal por Sabberworm

En México las fiestas de fin de año interrumpen el año escolar que termina en Junio. Y luego de eso hay que volver a clases. Un pendejo fresa le ganó a sus padres y no se movió más. “No voy a ir porque estoy pegado a la cama” le dijo el niño mexicano a su mamá, cagado de la risa desde debajo de las frazadas en la mañana de su primer día de clases. La mamá creyó que se trataba de una metáfora del tipo “estar enredado en la sábanas”, pero no. Durante la madrugada el niño había tomado un tubo de “Resistol” (pegamento para zapatos) se lo untó en la mano derecha y después se agarró firme de los fierros de la cabecera para alargar las vacaciones. Cuando despertó estaba unido a su cama como un verdadero perezoso.

Estamos ante un visionario que -aunque asegure que la idea se le ocurrió viendo a Los Padrinos Mágicos- se transformó en un héroe para todos los niños vagos del mundo. Una anécdota que generó el debate internacional en torno a la imagen que de los mexicanos en el mundo y también una fabulosa manera de empezar la semana. Quien diga que nunca montó un show para no ir al colegio es porque era alumno libre o es el único analfabeto que esta leyendo esta nota.

Clásicos a la hora de no ir a clases según una breve encuesta del MSN son ponerse unas cáscaras de plátano en la planta de los pies para que suba la fiebre, al menos acá en la ciudad. En el sur profundo los niños se ponen un diente de ajo bajo cada axila para que les dé una especie de gripe temporal. La sabiduría tradicional explicará pues el abandono del desodorante y al mismo tiempo convence al señor apoderado que “Camilito no puede ir a clases hoy por sentirse indispuesto». Aunque nada de eso nos consta, el mejor amigo de la cimarra es la mentira shakesperiana y la imaginación desatada. Pero hay trucos para faltar al colegio que –te aviso- ni el loco de Criss Angel te hace.

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Foto por Fotobal

ATERRIZAJE FORZOSO

“Lanzarse de una micro en movimiento”, cuenta un amigo en tono de comedia pero con cara de póker. Lo mas absurdo que se puede hacer para faltar a un examen cabrón de matemáticas en sexto básico es poner en riesgo la propia vida como cuenta Homero, hoy gásfiter. “Si no te sabís las tablas de multiplicar te desesperai. De verdad que yo no podía aprender matemáticas”. Hoy saca sus cuentas con una calculadora y no se preocupa, pero cuando tenía la edad del niñito mexicano, dice que se lanzó desde la 227 en la esquina de Nueva Imperial con General Velásquez en Quinta Normal. “Rodé entre medio de un par de autos y quedé en shock parece porque no me dolía nada. Llegue a la enfermería del colegio de entrada y tiritaba entero, me rajé la cotona y se me había abierto la mochila, me sangraban los dos codos y tenía la camisa manchada de sangre. Lo más importante era que me viera la profe de matemáticas. Puta la prueba la tuve que dar igual y en público la semana siguiente en la pizarra. Me fue como el pico, weon”.

Menos arriesga Diego. Acaba de terminar la PSU y no sabe si ser un pseudocomediante de esos de la tele, administrar un local de DVDs o estudiar biotecnología. En un breve ejercicio de memoria recomienda comer pasto en abundancia antes de ir dormir para inducir el vómito o el dolor abdominal en su defecto. Asegura que nunca lo hizo, pero se nota convencido de sus palabras.

Si estas chato del colegio cualquier chiva o performance es más higiénica que acribillar a tus compañeros y profesores para capear un par de semanas de college como el coreano Cho Seung-hui de Virginia Tech. Cassandra de Las Condes lleva el Bart Simpson en el ADN. Juega con su abuelo víctima de demencia senil a decirle que estudia una carrera distinta cada semana, así el abuelo le da más plata dependiendo de si esta vez estudia medicina o trabajo social. “A mi papá cualquier excusa que yo le diera para no ir al colegio no servia, hasta los días q no habia clases por inundaciones nos llevaba, y hasta que veía el colegio cerrado se convencía”. Luego, esos mismos delirios que tiene ahora con su abuelo los explotaba por ese entonces: “Una vez quería salir, agarre mis cosas, tome vuelo desde lejos y corrí hasta la puerta. Llegue adonde el portero y le hable mil palabras por segundo, exaltadísima. Así como que tenia un problema enorme, muchas palabras por segundo pero no dije nada al final, nada coherente, empezó con «aaahseñormiabuelosucorazontieneunataqueimequemaronlacasaymevoiamatarytiraraunrioyblabblalba” Y el no cachaba nada y le empecé a gritar y se asustó y abrió la puerta y salí corriendo”, recuerda.

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Foto por Daedrius

COBRO POR REPOSICIÓN

En la periferia, los colegios con número y letra que no pagan la cuenta del agua se cierran al menor indicio de cañerías secas. Una intuición legal perfecta de los muchachos les dice que no importa que el colegio no tenga bibliotecas, que el almuerzo sea como el de las películas de cárceles o que se hayan robado la campana: un colegio sin agua es como una bailarina de topless con ropa. Por eso alumnos de colegios de Pudahuel, Cerro Navia o La Granja localizan las llaves de paso y abren medidores para que el director mande a abrir las puertas del infierno y salir lo más rápido de ahí. Sólo basta una llave inglesa o algo similar.

La conciencia cínica es poderosa en algunos. El editor de este incipiente magazine electrónico recuerda con esa sonrisa de apostador de teletrak que en sus tiempos mozos se aprovechó del acto cívico por excelencia (el voto) y fue capaz de inscribirse en los registros electorales con tal de capear clases. En una comisión de actores sociales, Camilo Salas, el ciudadano, vota en las elecciones sólo porque quiso escaparse para hacer novillos, como se dice en laz pornoz ezpañolaz. Qué lindo, ¿ah?

En Viña del Mar, Pía iba a un colegio de monjas. Recuerda como una vez necesitaba vacaciones y en una entrevista con la más Power Rangers de las madres del colegio informó que había recibido un llamado divino: “Quiero ser monja y necesito tiempo para una introspección más personal”, le dijo. Días libres, horarios especiales y tiempo de reflexión en la playa es el regalo para los niños que están en sintonía con el espíritu santo, la santa iglesia católica, la comunión de los santos, la resurrección de los muertos y la vida eterna, amen.

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Foto por Carlos Salazar (autor del reportaje)

MANZANAS VERDES Y UN PURO EN EL RECREO

Sin dejar de lado la humildad, “manzanas verdes… no de color, sino de madurez” recomienda Ricardo, hoy millonario empresario de las comunicaciones. “Se supone que dan dolor de guata”, completa. Como ex estudiante de Los Sagrados Corazones recuerda que por allá en 1776 «corría el rumor de un hueón que durante una prueba se pinchó la nariz con el compás pa que se lo llevaran a la enfermería”.

La manga de estudiantes que repletan durante el resto del año la plaza Santa Ana en el centro de Santiago son ese paradigma pingüino del cabro que se toma una cerveza y se fuma un puro a la hora del almuerzo. Algunos se van para la casa a pasar la curadera, pero también tienen un truco de esos de “en caso de emergencia, romper el cristal”. “Cuando te fumai un puro así en piteadas largas y pulentas te da así como una volá cuática, como que se te apaga la tele. No es como pa hacerla en clases, pero ¿como sabis?”, se rien a carcajadas.

Un puro en el Portal Fernández Concha: $1200, un Bigtime verde para el aliento: $129 pesos. Una cimarra por la puerta ancha del liceo debido a un repentino mareo incontrolable, priceless. Para todo lo demás está ser un pendejo care raja.

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