¿Que sería de Mick Jagger si hubiese sido líder de Kraftwerk en lugar de los Rolling Stones? Lo más probable es que podría pasearse por Santiago o Buenos Aires sin que nadie se percatara. Y es que el rock siempre se ha tratado de personajes, estética y comunicación. La música electrónica, en cambio, ha sido más impersonal a lo largo de su historia.
Esta es la primera de una serie de entrevistas –Entrebeats– que pretende acércanos a diferentes miembros de la escena electrónica chilena. Así, todas las semanas, diferentes respuestas (a las mismas preguntas) nos mostrarán quienes están detrás de esos alocados beats chilenos. Ignacio Molina abre los fuegos conversando con Rafael Cheuquelaf de Lluvia Ácida; un dúo electrónico de Punta Arenas.
Por Ignacio Molina
Frente al mainstream, la periferia siempre es mas atractiva, imaginativa y libre, y así lo entiende perfectamente el dúo formado por Rafael Cheuquelaf y Héctor Aguilar: Lluvia Ácida, quienes tratan de acercar la identidad del pasado folclore patagónico a los actuales sonidos electrónicos, todo esto bajo las fuertes bases de un potente discurso político. Pero mejor dejemos que ellos se presenten:
¿Cuál fue tu primer acercamiento con la música electrónica y como se fue gestando el hecho de que hoy en día te dediques casi por completo a ella?
Rafael Cheuquelaf (RCh): Mi primer acercamiento fue a fines de los años 80, escuchando a Depeche Mode y sobre todo a Kraftwerk. Esa pasión la compartía con Héctor Aguilar, con quien formaríamos una dupla que trabaja ininterrumpidamente desde 1995. Nosotros teníamos orígenes musicales distintos, el fue vocalista de la primera banda trash metal de Magallanes (Infidel), mientras que yo provenía de una banda de tintes góticos llamada Mantza.
En 1996 sacamos el primer disco de Lluvia Acida, llamado “Simulación”, que tenía harta influencia de Front 242, Kraftwerk, Cabarate Voltaire, entre otros. Pero nuestra propuesta ha evolucionado mucho y a nuestra sonoridad techno-pop-industrial le hemos agregados timbres y ritmos típicos del folclor patagónico. Y nuestros últimos discos ha sido temáticos, como es el caso de “Antartikos” (Eolo, 2005), que pudimos presentar por fin a comienzos del 2007 en la base chilena “Eduardo Frei” en el continente blanco. O “Audioficciones”(Eolo, 2007), una colección de temas instrumentales basados en cuentos de ciencia ficción de autores chilenos. Eso es para nosotros la música electrónica, una aventura física e intelectual, algo que vaya más allá de la repetición, de la moda y del culto acrítico a la tecnología.
¿Qué te parece la crítica que se le hace a la música electrónica de ser poco humana debido a que es originada mediante máquinas y/o softwares?
RCh: Desde el momento en que se reconoce a la Historia de la Música como una Historia Tecnológica, esa crítica pierde absolutamente su fundamento. Pensemos que el desarrollo de los instrumentos musicales son reflejo de los avances técnicos de la época en que se originan y popularizan. Por ejemplo, el “pianoforte” es una pieza típica de la incipiente Revolución Industrial de principios de siglo XIX, así como el clavicordio lo es del siglo XVI y el sintetizador de la segunda mitad del siglo XX. Y la informática aplicada a la música es un producto de los últimos 20 años. Ahora lo interesante para nosotros es que instrumentos y timbres de todas las épocas y latitudes pueden convivir armónicamente. Por primera vez lo músicos tiene todas las herramientas para experimentar con las fusiones de estilos que quieran. Para nosotros el verdadero desafío es elaborar una propuesta en que nosotros imprimamos nuestro estilo y no las máquinas que utilicemos.
Hoy en día es posible hablar de un movimiento de músicos electrónicos chilenos que triunfa en Europa. ¿A que crees que se debe el interés internacional tanto de sellos como de fans en ellos?
RCh: Sin duda que ese conjunto de músicos son un grupo identificable y que está obteniendo un interesante éxito en el Viejo Continente. Pero no nos sentimos cercanos a su postura frente a la creación musical y definitivamente no apuntamos al mismo público. Y sé que muchos músicos residentes en Chile comparten esta apreciación. Pero para esta afirmación no parezca fruto de algún resentimiento o de celos, me explayo un poco más.
Para nosotros el centro de nuestra preocupación como artistas es el de plasmar nuestro lugar de origen (la Patagonia en nuestro caso), concepto cada vez más desplazado por la famosa “globalización”, concepto que nuestros colegas chilenos en Europa parecen estar absolutamente inmersos. Más allá de algunos toques étnicos o de estilo “latino” (quizás un concepto bastante vago y acomodaticio), no hay nada en la mayor parte de la música que he escuchado de ellos que la distinga de sus colegas europeos.
Insisto, creo que eso tiene su público y es genial que así sea, pero no lo consideramos reflejo de lo que viven los chilenos que viven en Chile, sino más bien de lo que viven nuestros compatriotas en Europa. Una expresión de sus sinceras ganas de trabajar y encajar en los circuitos del llamado “Primer Mundo”. Pero hay excepciones, a nuestro humilde parecer, destacables por su estilo. Como por ejemplo EQUIPO, proyecto de Cristóbal Saavedra (residente en Barcelona), que tanto en su música como en sus video-instalaciones deja bastante claro (sin resultar obvio) su origen y lo divulga bajo una forma atractiva y muy contemporánea. Cosas como esa nos interesan más, el que el artista sea una suerte de embajador y de puente entre mundos diversos, no un nombre más en un catálogo homogéneo.
Es comprensible la admiración que despierta en los músicos electrónicos nacionales el profesionalismo y rodaje de sus colegas europeos. Admiración que en muchos casos se convierte en un sentimiento de inferioridad. Pero tenemos a nuestra mano algo que parece extraño y valioso para muchos europeos occidentales: una visión insular. Un rasgo negativo para muchos, pero puede dotarnos de una visión única del mundo desde su confín. Y explotar eso sería impulsar una “globalocalización”, una especie de globlalización al revés, en donde las identidades locales salgan al exterior y haya un verdadero intercambio cultural y no una imposición vertical desde el norte hacia el sur. Y para nosotros, esto debiera reflejarse también en el panorama de la música electrónica.
¿Crees que es posible formar un sello a nivel nacional que sea sustentable económicamente?
RCh: No lo sabemos, pero nuestra sospecha es que la época del sello dedicado a la copia y venta masiva de discos ya ha terminado. Y estamos hablando de un estilo de música apreciada en su mayoría por personas que manejan tecnologías de búsqueda y descarga de música.
Los discos, no importa cuanto bajen de precio, se está convirtiendo en artículos de valor afectivo para una minoría de coleccionistas. El resto, si puede piratear o bajar, lo hará sin ningún remordimiento, sea quien sea el artista. La evidencia indica que la verdadera fuente de ganancia económica son los eventos, lo cual puede tener dos consecuencias. Una, que el músico trabaje en pulir, presentar y promocionar mejor sus actuaciones en vivo. Y la otra es que la figura del DJ vuelva a tomar el protagonismo que parecía haber perdido. Aunque yo creo que el público sigue queriendo ver gente interpretando su propia música, de la manera que sea. ¡Veamos que pasa, pues!
Una alternativa a los sellos a nivel de difusión son los sellos virtuales (Netlabels) ¿Estás actualmente en uno? ¿Crees que el futuro va dirigido hacia ese lado?
RCh: Nosotros somos parte del catálogo del netlabel Pueblo Nuevo, que a través de su sitio difunde una versión descargable de nuestra última producción “La Idea: Canto a la Federación Obrera de Magallanes”. Este disco, que narra la sangrienta represión sufrida por el Movimiento Obrero en la Patagonia Chilena a principios del siglo XX, ya lleva unas 2.000 descargas en dos meses. A muchos les parecerá poco, pero lo cierto es que es mucho más que la cantidad de ejemplares que podemos aspirar a vender desde Punta Arenas, alejados de todos los centros de distribución “formales” de discos.
Así que somos un ejemplo del poder y alcance de los netlabels, que ya está dando a conocer a los santiaguinos nuevos talentos provenientes de regiones. Por ejemplo, el netlabel EPA Sonidos de Valparaíso, a quienes conocimos hace poco. O podemos citar a otros como 001Records, Cumshot Records y No Mucho. Definitivamente el futuro de la música nacional va por ahí. Los que se niegan a aceptarlo desaparecerán del panorama, se convertirán en reliquias o simplemente tendrán que adaptarse.
Para finalizar, algunos músicos que recomiendes dentro de la música electrónica chilena actual.
RCh: Por supuesto que recomendaremos a nuestros colegas más cercanos tanto en lo personal como en preferencias, como Mika Martini, Djef, Dr. 800XL, Danieto, Alisu, Hans Carstens, Mankacen, Ud. No!, Android, Baradit, Francisco Pinto, Miopec (ex Tobías Alcayota), entre otros. Y de otros vinculados a otros estilos, de todas maneras a Tonossepia, Colectivo Etéreo, Mostro, Gepe y Javiera Mena. Hay muchos más que podemos destacar, pero basta con nombrar a estos músicos, algunos más conocidos que otros por el “gran público”, para darse cuenta que la que está en crisis es la industrial discográfica tradicional, no la creatividad musical chilena.
Links: Lluvia Ácida (Myspace) | Pueblo Nuevo
Videos:
Tierras Magallánicas
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Puesto del Diablo
[youtube]xgsNmp0SzlI[/youtube]
Muevan las industrias (cover de Los Prisioneros)
[youtube]WJGKTvcSIDA[/youtube]
Publicado por Ignacio Molina
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