
There Will Be Blood (“Petróleo Sangriento”) es una de las películas más importantes que se han hecho en los últimos años. De hecho, si tuvieramos que escoger solo una película para ver el 2008, nos quedamos con esta. La crítica fue entusiasta. Ganó ciertos Oscars, pero no los más importantes. ¿Por qué no?, mejor que no, esa es la respuesta correcta.
Por Pedro Traverso

Petroleo Sangriento, la quinta película de Paul Thomas Anderson (le anteceden Sydney, Boogie Nights, Magnolia y Embriagado de Amor) es la épica historia de un hombre, Daniel Plainview, desde sus inicios como un esforzado minero de plata hasta sus días finales, convertido en el magnate petrolero que siempre quiso ser.
La historia comienza a fines del siglo IXX, cuando el carismático y despiadado Plainview recibe el dato de un «océano» de petróleo en una granja en California. Armado de tenacidad y un hijo-querubín adoptado, que usa para ganarse la confianza de los conservadores campesinos, encuentra su golpe de suerte y empieza su escalada hacia el poderío que desea. Ahí es donde encuentra sus mayores obstáculos: un joven charlatán religioso que tiene al pueblo como su dócil rebaño, la aparición de un dudoso medio-hermano y, como siempre, los tropiezos que involucra el desprecio total y envolvente hacia la gente que Plainview nunca olvida.
Hay que decir, desde un principio, que Daniel Plainview es uno de los mejores personajes de la historia del cine y la interpretación de Daniel Day-Lewis (ganador al Oscar por Mejor Actuación 2008) un monolito actoral. La película que arma P.T. Anderson es de una intensidad avasalladora, siempre centrada en el personaje de Plainview, pero tomando también siempre el camino menos pensado (un talento de Anderson ilustrado con claridad en la hermosa Embriagado de Amor, la película más rara de amor de estos tiempos).
La fuerza del personaje conduce a la película a través de la «vieja y extraña América» como campo de batalla entre la Fe y la Avaricia -con su pequeño e hilarante duelo de poder con Eli Sunday, el joven predicador-, el desprecio completo a los hombres y la búsqueda de poder cuya finalidad es el aislamiento, y la complejidad del amor, cuando este deja de cumplir un propósito útil en la vida de las personas (H.W.Plainview, el hijo con cara de poker y pena se queda curiosamente grabado en la mente).

Day-Lewis, con su muy comentada voz à la John Huston en Chinatown, atraviesa la película con una solidez y fragilidad desarmantes: «Tengo una competencia en mí, no quiero que nadie más sea exitoso […] veo a la gente y no veo nada digno de apreciar». El talento de Anderson es impresionante al salvar constantemente al personaje de Plainview de su gran peligro: que su enormidad se convierta en caricatura.
Si bien en Magnolia o Boogie Nights Anderson había demostrado ser un virtuoso de los planos secuencias intrincados o del manejo de repartos corales (herencias de su ídolo Robert Altman), recién ahora en “Petróleo Sangriento” demuestra una pasta llamativamente superior. Un virtuosismo pausado y de poco alarde; aunque siga intacta su capacidad de rodearse de grandes colaboradores: el merecido Oscar de fotografía a Robert Elswit (la impresionante escena de la explosión del pozo, es solo una breve muestra de una película con fotografía excelente), actores secundarios de lujo (Ciarán Hinds, otorga peso al contexto de Plainview mientras el magnífico Kevin J. O”’Conner entrega un medio-hermano interesantísimo: el perfecto opuesto de Daniel) y, finalmente, el otro GRAN protagonista de la película además de Day-Lewis: la música original de Jonny Greenwood.
Nuevamente, la banda sonora de esta película es tema aparte, pero no se puede dejar de mencionar la tremenda originalidad del guitarrista de Radiohead y la perfecta ecuación que hace con la película de Anderson. Greenwood, ahora una amalgama completamente propia de Messiaen, Penderecki, Stockhausen, ritmos exóticos hechos con loops y sus propias armonías dramáticas en Radiohead, aporta un carácter intranquilo que acompaña (no sutil, pero sí grandiosamente) la rara moral de la épica de Plainview. (Una verdadera mierda haberle negado su Oscar a Mejor Banda Sonora, por el obsoleto concepto de excluir samples, hay que decirlo)

Finalmente, y esto es muy importante, “Petroleo Sangriento” no es en absoluto una película perfecta. La actuación de Paul Dano (Little Miss Sunshine) como Eli Sunday es francamente deficiente y, algo casi imposible de remediar al lado de Day-Lewis, una juvenil caricatura de personaje misterioso. Y, por otro lado, está la larga (y a ratos aburrida) escena final, que no contaremos aquí, pero deja a gran parte del público con un enorme «WTF?!» en su cara. En “Petróleo Sangriento”, las imperfecciones -la mayoría- juegan a favor, sin embargo: actuando de «tiro con efecto» constantes en la película y salvándola de la corrección y predictibilidad de Hollywood para otorgar la posibilidad de segundas lecturas y segundas vistas (ejem, «No country for old men», ejem). Una película que se une a los grandes perdedores de Oscars (Taxi Driver, Psycho, etc.) y eso no tiene nada de malo cuando es una película que solo puede crecer.
En resumen:
– Verla, porque aunque no es perfecta, es grandiosa y más arriesgada que la mayoría de las películas en los cines
– Contiene cinematografía y actuaciones del más alto nivel
– La música de Jonny Greenwood es un verdadero nuevo enfoque para las bandas sonoras
There will be blood
Paul Thomas Anderson
158 min.
Publicado por disorder.cl
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