Dictadura musical: nadie puede parar de bailar la música del General

Publicado por Ignacio Molina

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En los ochenta, Miguel Conejeros formaba parte de los míticos Pinochet Boys, agrupación que tuvo más de algún problema con las fuerzas del orden público. Una vez terminada la dictadura, volvió a la carga con Parkinson: banda con que inscribió en la historia del rock nacional los clásicos “El Vino” y “Papel Floreado”. En esta entrevista, el recuerdo de aquellos años llenos de caos, represión y punk rock.

Por Ignacio Molina. / Fotos: Bernardita Birkner y Claudio Nuñez

Los inicios musicales de Conejeros están ligados al nacimiento de la escena punk-rock chilena. Precisamente como guitarrista y tecladista de Pinochet Boys; primera banda punk nacional y que debutó en una recordada tocata (1985)  donde las fuerzas del orden público terminaron desenchufando con furia los amplificadores del recinto debido a que se sentían ofendidos por el hecho de que el vocalista cantara—usando una gorra perteneciente al uniforme del Personal de Carabineros—frases del tipo: ‘Dictadura musical, nadie puede parar de bailar la música del General’.

Es un hecho: el punk llegó tarde a nuestro país, sin embargo, bandas como Fiscales Ad Hok y Pinochet Boys—conformados, en ese entonces, por Daniel Puente (voz y bajo), Iván Vanchi (voz y guitarra) y Sebastián Levine (batería)—supieron como acogerlo, adaptando su mensaje a modo de bandera en contra de la represión que se vivía en los 80s. De hecho, por ese entonces, Carlos Fonseca se ofreció de manager poniendo como condición que cambiaran de nombre. Pinochet Boys, fieles a su espíritu punk, rechazaron la oferta y Fonseca terminó fichando a Los Prisioneros. Cosas del rock.

Desde entonces la corta vida de Pinochet Boys estaría marcada por todo tipo de incidentes: en 1986 la sala donde ensayaban fue completamente allanada, sufriendo los miembros la furia de las fuerzas armadas. Conejeros lo recuerda así: “Llevábamos ya varios meses en los que siempre cerca de nuestra casa se veían autos de vidrios ahumados estacionados. Hasta que un día, mientras estábamos en una fiesta, los pacos entraron a patadas e incluso dispararon al techo dentro de la casa. A patadas nos bajaron por las escaleras, a patadas nos subieron a la cuca y a patadas nos bajaron: ¡todo un festival!”.

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El final de Pinochet Boys no estaría exento de polémicas. En su último concierto, a mediados de 1986 y realizado en Casa Constitución, la audiencia los hizo abandonar el escenario luego de una granizada de botellazos. Conejeros y compañía respondieron a la provocación, quedando el lugar completamente destrozado. Habla Conejeros: “Efectivamente fue el último concierto de Pinochet Boys en Chile, luego sólo tocaríamos afuera. Y bueno, más que incidente fue una catarsis colectiva; una reacción a algo nunca visto hasta ese entonces. Nuestra intención era mover a la gente, que se despertaran y se sacudieran por algo, ya que según nuestro entender todo el mundo estaba como sedado, muertos de miedo o muertos en vida. No sé, pero no pasaba nada de nada”.

Y agrega: “En fin, para ese día nos llevamos todo tipo de materiales para ser usados como percusiones, cadenas, tambores de aceite, botellas, latas y fierros. Y claro, como siempre, después de poco más de media hora tocando, llegaron los pacos y cortaron la luz. Pero como teníamos todo este arsenal de percusiones seguimos tocando, mientras leíamos un manifiesto a la luz de un encendedor. Parte importante del sonido eran las botellas que se quebraban contra el tambor de aceite y el suelo. Algunas salían disparadas hacia el público, y las devolvían o se quebraban en el piso. Todo esto en la más completa oscuridad. Y así ocurrió y así terminó: como casi siempre cuando tocábamos aparecieron los pacos, hubo gritos, borrachos, algún que otro herido. Un caos, un bello caos”.

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Chao Pinochet Boys; Hola Parkinson

En 1988, fines de la dictadura militar, Miguel Conejeros (teclado) y Daniel Puente (voz) vuelvenn a la carga. Esta vez en Parkinson banda complementada por Rodrigo Hidalgo (guitarra), Rodrigo Elizalde (bajo) y Juan José Gajardo (batería), y que con la ayuda económica de los pintores Sammy Benmayor y Carlos Maturana (Bororo) registraron el año 1991 y en formato cassette el disco Anaranjado. Un álbum en el cual Daniel Puente no alcanzó a cantar una sola nota: en esa época—como señala la periodista Marisol García, en un reportaje para el sitio Musicapopular.cl— “Puente sólo quería emigrar de Chile, y una novia alemana terminó de convencerlo. En 1989 se largó a Hamburgo y dejó a Parkinson sin cantante. Años después llegarían a Chile las noticias de su buen pasar junto a los grupos Niños Con Bombas y Polvorosa”.

Para solucionar el problema y tapar el inminente forado, todos los miembros del grupo se encargaron de grabar las voces y así completar el registro de Anaranjado. Sin embargo, a la banda no le convence el resultado final, entonces, cuando deciden volver al estudio, lo hacen con un nuevo vocalista: Miguel Hiza, rockero maulino al que conocen en un viaje por Talca. Lo que ocurriría después, hasta hoy en día es polémica: Hiza, cuando vivió en Argentina, fue cercano a la agrupación Massacre Palestina, de la que ‘rescató’ parte de la letra de la canción Papel Floreado, mezclándola con fragmentos de La Voz De Los 80 de Los Prisioneros. ¿Guiña, cita, plagio? Lo único en claro es que Papel Floreado se transformaría en el primer hit de Parkinson.

Conejeros sobre el video: “Verónica Astudillo, una muy amiga nuestra, era la directora de arte y con ella compartíamos afinidades estéticas. Como el Hiza, el Rodrigo y yo veníamos del mundo de las escuelas de arte, los cómics y los grafitis, decidimos utilizar el escaso presupuesto que nos daba EMI de una manera creativa. Con poco hicimos mucho. Todos los decorados los pintamos nosotros mismos… Fue un trabajo muy duro, pero también muy bonito; el resultado está a la vista, un video que sorprendió en una época y que seguramente no será conocida por el buen gusto reinante”.

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Por el vino me quedé en Reñaca

Posteriormente, con el dinero obtenido mediante el remate de obras donadas por diversos pintores, Parkinson consiguió financiamiento para grabar su segundo disco. El mito cuenta que mientras estaban en el estudio, uno de los técnicos escuchó el ensayo de El Vino (“Por el vino me quede sin auto, por el vino me quede sin casa, por el vino me quede sin perro, por el vino me quede así”) y llamó—completamente impactando—a los peces gordos de EMI. A las horas llegó el ejecutivo del sello ofreciéndole a Parkinson comprarle el disco entero más un jugoso contrato por cuatro millones de pesos. Así nace De Rey a Mendigo (1992) el álbum más famoso de la banda.

El 92 fue un año de laureles para Parkinson: realizaron una completa gira a regiones y se presentaron, para la sorpresa de muchos, en los programas Sábados Gigantes y Martes 13: “Nosotros tocamos en Canal 13 simplemente porque al Guatón Francisco le hicimos gracia. Le gustaba nuestra energía y al parecer nuestros temas más taquilleros. Si te paras a pensar el efecto causado por El Vino—por ejemplo—, fue totalmente espontáneo, se convirtió en un clásico que hasta el día de hoy suena y genera alguna reacción. Fue un fenómeno sin la ayuda del marketing ni de los grandes presupuestos”.

Al año siguiente apareció el disco Pecho al futuro (1993), pero lamentablemente EMI estaba en crisis y Parkinson no pudo recibir el apoyo necesario para promocionar el álbum. Al poco tiempo la banda se disolvió, esparciéndose sus integrantes por diversos proyectos. “Nos reventamos nosotros mismos, porque no tuvimos ningún apoyo del sello (…) Según yo era un buen disco, según todos era un buen disco, pero no sacas nada si no hay intención de trabajarte”, recordó años más tarde Miguel Hiza en una entrevista para el diario La Tercera. Hoy, casi 20 años después del lanzamiento de Anaranjado, y radicado en España, Conejeros, fiel a su naturaleza inquieta continúa metiendo ruido: lanzando compases desde su proyecto electrónico Fiat600.

¿Cambio de ideología? ¿Cambio de filosofía? ¿Cambio de actitud? La periodista Katherine Gallardo, editora del sitio Kissmybit.com, y en entrevista para un suplemento de Copesa (2008) enfrenta a Conejeros con esta interrogante. Y Conejeros responde: “Lo que se entiende por punk hoy en día es muy parecido a un centro de madres o a una secta de enfermitos buscando en una etiqueta la identidad que en su interior no tienen. Quedarse pegado es lo mas antipunk que puede existir” Y agrega, con la actitud que lo caracteriza: “A nosotros —Pinochet Boys— las doctrinas ortodoxas, sectarias y uniformadoras de criterios y pensamiento nunca nos interesaron; éramos punk en un sentido confrontacional y provocador, pero nunca como movimiento ni menos como moda”.

Link: Pinochet Boys @ Myspace

Video: Parkinson – El Vino

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