Lo de Pancho: mucho nombre, poca calidad

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En vista del relativamente reciente viaje del staff (?) de Disorder a la Joya del Pacífico, tuvimos la intención de darnos un patache de aquellos en un “very tipical porteñan restoran”. Lamentablemente la experiencia dejó más que mucho que desear y, a pesar de que el resultado fue una guatita llena, el corazón estuvo lejos de quedar contento.

Por Francisco Campos

Como dice el título, el boliche elegido fue el clásico restaurant porteño “Lo de Pancho”. Según tenía entendido funcionaba como uno de los afters más rancios que jamás han existido, pero cuando se trata de comida, todo lo demás es secundario.

Puede haber sido el día, puede haber sido la luna, puede haber sido una serie de factores asociados que provocaron que recibiera una de las peores atenciones que he recibido en mi vida, pero, como dije anteriormente, si se trata de comida, todo lo demás es secundario. Sin embargo, además de la atención horrible y de la eterna espera por los platos, la comida no estuvo a la altura de un restaurant que se supone clásico en Valparaíso y cuyo nombre es poco menos que sinónimo de tradición.

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Tal cual buen boliche porteño, las paredes están tapizadas de de fotos de viejas glorias porteñas y un pasado esplendoroso. Como es típico en estos lugares, de entrada te pega el combo el olor a parafina y cera (con lo que se enceran los pisos para matar ácaros y pulgas) pero al ratito uno se acostumbra.

Ahora bien, volviendo a lo principal, para empezar el que supuestamente sería un festín culinario digno de Calígula, partimos con unas empanadas de mariscos y de camarón-queso, las cuales tienen un valor de $800 y $1.200 pesos, respectivamente. Con la empanada de mariscos no hubo ningún problema ya que en relación al tamaño y a la calidad de la misma estaba todo OK. El problema estuvo con la empanada camarón-queso, que a pesar de tener una buena cantidad de camarones, venía un poco cruda y con una buena parte del queso sin derretir, tal como se puede apreciar en la foto.

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Sin dar mucha importancia a lo acontecido con la empanada de camarón, continuamos con nuestro almuerzo. Los platos elegidos fueron una pulpa de cerdo con puré y ensalada mixta –cuyo valor es de $2.000 pesos, ya que se trataba del menú del día- una mechada a lo pobre y el clásico pastel de jaiba.

De la pulpa con puré no hay absolutamente nada que decir, salvo que, como se trataba de un menú diario, la porción era un tanto mezquina. La carne estaba tierna -lo que indica que el animal murió tranquilito- y el puré estaba a la perfección, con la consistencia cremosa justa. Ni muy aguado ni muy espeso. La ensalada mixta estaba desabrida, porque como es costumbre en los restaurants, esperan que uno mismo aliñe la cosa, pero nuestro mozo de turno jamás se dio por aludido y ni se le cruzó por la mente traerme la alcuza, de manera que tuve que masticar el pasto amargo porque, por más que insistí con los aliños, no hubo caso alguno.

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La mechada a lo pobre –cuyo valor es de $4.500 pesos- fue el punto alto de la comida. La carne estaba de lo mejor, si hasta se podía cortar con el tenedor. Las papas fritas venían en cantidad abundante y como es de esperar en un local de la “categoría” de Lo de Pancho, eran de verdad y no de las prefritas. La cebolla y el huevo cumplían la función de acompañar -y no de hostigar-, como suele suceder muchas veces con este tipo de platos. Sin duda se trata de un plato que cumple perfectamente la relación de precio/calidad.

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El punto bajo de la jornada, o mejor dicho bajísimo, fue el pastel de jaiba que no estaba ni cerca de valer las cinco lucas que costaba. Era una mezcla de trozos de jaiba con pan remojado en leche, sin consistencia alguna y que para más recachas tenía partes muy frías y otras muy calientes, como si solamente le hubiesen dado un golpe de calor. Lisa y llanamente un bodrio de plato que nos decepcionó a todos.

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El tiempo de espera por cada uno de los platos excedió los veinticinco minutos. Habrían valido la pena si la comida hubiese cumplido con nuestras expectativas, pero no. Salvo la mechada a lo pobre y el puré con pulpa (que cumplieron tibiamente lo que esperábamos de Lo de Pancho), el resto, un bochorno tan grande como el patrimonio de la humanidad.

En resumen –y con esto quizás me eche encima a los defensores de toda la “onda porteña”- Lo de Pancho no estuvo a la altura de nada, para haber pagado lo que pagamos por platos deficientes y para haber esperado por las puras huevas, mejor nos comíamos un churrasco por ahí y nos sobraba plata. Ciertamente Lo de Pancho no cuenta con el Sello de Calidad Guatonsumami, por eso, le damos sólo dos guatones de un máximo de cinco.


Restaurant Lo de Pancho (Blanco 586, Valparaíso).
Consumo aproximado por persona: $7.500 pesos.
Si quiere arriesgarse a perder su plata, vaya. En caso contrario, ni cagando
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