99 Películas: Waltz with Bashir

Publicado por Ignacio Molina

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Testimonios reales e imágenes oníricas que salen a flote desde las jodidas fosas del inconsciente para lograr la reconstrucción de las experiencias del director Israelí Ari Folman en la Primera Guerra del Líbano, es lo que encontramos en Vals Im Bashir («Waltz with Bashir»), ganadora del Globo de Oro (2009) a mejor film extranjero y nominada en la misma categoría de los Oscars. Una “película-documental-animada” real, imaginaria y simbólica. Cruda e impactante, y a la vez rocanrolera. Imperdible.

Por Ignacio Molina

En una noche de desvelo, Boaz Rein cita en un bar a su viejo amigo y compañero en la Primera Guerra del Líbano (1982), Ari Folman, para contarle acerca de un sueño que se le repite todas las noches desde hace ya dos años y medio. En el, veintiséis perros enrabiados y dispuestos a matarlo le dicen a su jefe de campaña en Líbano: “Entréganos a Boaz Rein, o nos comeremos a tus clientes en un minuto”. Sorprendido, Folman le pregunta a su camarada desde hace cuanto tiempo tiene sueños de ese tipo.

—Veinte años —confiesa Rein
—¿Y tú no tienes recuerdos del Líbano? —pregunta Folman.
—No. No realmente.
—¿Estás seguro?
—No…
—¿Beirut, Sabra y Shatila? ¿Qué pasa con eso? Estuviste solo a 100 yardas de la masacre…
—A más de 200 o 300 yardas… La verdad es que esas imágenes ya no están almacenadas en mi sistema.
—¿Ni recuerdos ni sueños? ¿Nunca piensas en eso?
—No.

Folman parece haber borroneado cualquier recuerdo de su participación en la guerra, pero tras la conversación una inquietante imagen sale a flote desde su inconsciente: los cuerpos muertos de sus compañeros de campaña se levantan junto a él desde el mar de Beirut para luego perderse caminando en medio de las madres y niños refugiados de la masacre de Sabra y Shatila.

Una imagen tormentosa que se le irá repitiendo y penando como una reminiscencia fantasmal y residual.

Desde ese momento, Folman comienza una odisea que busca la reconstrucción de una parte de su vida desplazada de su consciencia. De una parte inaceptable. Para ello registrará testimonios de viejos amigos y camaradas de guerra, tratando de juntar las piezas faltantes del rompecabezas. Así comienza esta película-documental-animada. Así comienza Vals con Bashir.

El pesar de nuestras acciones siempre estará presente, si no de forma consciente, lo será inconsciente. Por más que queramos erradicar los recuerdos, estos volverán de manera borrascosa e inesperada. Tal como las granadas propulsadas por cohetes —RPG— utilizadas por los israelíes en la Franja de Gaza. Tal como la masacre de palestinos a manos de la milicia falangista libanesa en Beirut, la que —por cierto— es impactantemente expuesta en Vals con Bashir, pero sin necesidad de caer en discursos morales, sino, más bien, desde una crudeza insondable.

Pero ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué tenemos que vivir con esos fantasmas? Desde el psicoanálisis se podría plantear que es debido a que nuestro aparato psíquico —consciente, preconsciente e incosciente— tiene diversas formas de recordarnos algo que tenemos inconcluso y tenemos que desendemoniar. Los sueños son una de estas formas. Y sueños e imágenes que se repiten una y otra vez —casi en una cadena infernal— junto a alucinaciones que construyen de manera simbólica una versión del pasado tal vez más ‘Real’ de lo que alguna vez fue, es lo que percibimos a lo largo de esta película.

Jacques Lacan —psiquiatra francés, refundador del psicoanálisis, padre teórico de Slavoj Žižek — sostenía que ‘lo Real’ no puede ser expresado como lenguaje, ya que su representación es imposible debido a que el traslado al habla implica la pérdida de la esencia, siendo el lenguaje mera narración. Por tanto ‘lo Real’ no puede ser simbolizado. Por lo mismo, en Vals con Bashir, Folman necesita tanto de los testimonios como de los sueños para reconstruir la etapa en el Líbano proscripta de su consciencia. Ya que, señala Lacan, mediante el nudo de los registros real, simbólico e imaginario —R.S.I.— es que se entiende la constitución del sujeto.

Folman —como director, no como ex veterano de guerra/protagonista de Vals con Bashir— en un principio parece estar atrapado en el flashback de “una realidad que nunca existió”, en el flashback de una hiperrealidad —a lo Jean Baudrillard— que se da a través de terceros mediante testimonios. Posteriormente, y por medio de la creación de esta película, Folman ‘logra’ anudar sus tres registros —R.S.I.—, completando el puzzle de una época olvidada. Un proceso que le significó experimentar, durante los cuatro años que duró la construcción del film, la constante reactivación de recuerdos traumáticos llenos de sangre y balaceras.

Vals con Bashir quizás puede sintetizarse como la tormentosa reconstrucción de un diario de guerra. Un diario de guerra por momentos simbólico, por momentos imaginario, por momentos real. Tan real que su desenlace llega a ser descarnado, sofocante.

Trailer

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This Is Not A Love Song

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=PLnpLfk-dZ8[/youtube]

La escena de «El Vals»

La escena de Beirut

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