Al igual que su hermano Benjamin Biolay, Coralie Clement visitó Chile sin saber mucho a qué se enfrentaría. Finalmente, terminó presentándose en Amanda ante un público que se dividía entre los que con atención la contemplaban y los aspiracionales que no se pierden inauguración alguna. Aún así, nos dió el gusto con su encanto e ironía, un puñado de canciones de su catálogo y algunas versiones. Una voz cautivante y un futuro esplendor.
Por Francisco Franetovic / Fotos: Rosario Oddo
– Sobre Chile no sé demasiado. Mi hermano me habló un poquito- dijo a El Mercurio Coralie Clement poco antes de dar su concierto en el recién inaugurado Centro Cultural Amanda, ubicado en el mismo espacio físico que ocupara alguna vez el Cine Los Cobres de Vitacura, pero ahora con una decoración tan siútica que llega a desesperar.
Y Chile tampoco sabía mucho de ella. Los fans criollos de Coralie Clement se podrían contar con la palma de la mano. Pero esa esa la gracia de los eventos que ha organizado la productora NO+STUDIO: mostrarnos música que no veríamos -o incluso no conoceríamos- de otra forma. Ninguno de los artistas convocados por el ciclo EIMA ha sido en su historia un éxito de taquilla. Quizás Jane Birkin sí lo fue junto Serge Gainsbourg, pero nada más. En general, poco y nada suenan en nuestras radios. Para rematar, cantan principalmente en francés, un idioma que sólo enseñan en institutos y en un puñado de colegios de elite. De ahí el inconmensurable valor de la iniciativa.
Así las cosas, la forma en cómo se desarrollan estos conciertos es principalmente contemplativa. No hay mucho que entender y la voz pasa a complementar al resto de los instrumentos, aunque agregando a la atmósfera ese grado de sensualidad -sobre todo en el caso de Coralie- que nos provoca esa extraña y misteriosa pronunciación codificada en susurros.
En su paso por el santiaguino Teatro Oriente, el hermano de Clement, Benjamin Biolay, literalmente sorprendió. Íntimas versiones de estudio se transformaron en desorden y baile, con guiños a Gorillaz y rapeos incluidos, derribando de facto el mito que apuntaba a Biolay como un casanova sucesor de Gainsbourg y estrella de la canción francesa.
Lo de Coralie fue íntimo e infinitamente más predecible, pero no por eso una experiencia menos valiosa. Por el contrario, la desfachatez de su hermano la suplía con simpleza y encanto. O mejor olvídenlo, en realidad no tenía nada que suplir, pero sí mucho que agregar. Y es que de Biolay en la música de Coralie hay algo más que hermandad: produjo sus tres discos e interpretó todos los instrumentos del último de ellos, Toystore (2008). Ella compara su modus operandis con el que se genera entre un director y una actriz, con la salvedad de que es esta última la que tiene la última palabra. Pero no estamos hablando cualquier película: es una que sólo puede ser protagonizada por ella.
Vestida de negro y una pantaleta roja, Coralie Clement subió al escenario a eso de las 23.15 del sábado, escudada por dos músicos: Tom Coeur (en guitarra y melódica) y un viejo conocido en los teclados y programaciones: Marc Chouarain, el mismo tímido tecladista que vino con Biolay hace poco menos de un año (y con el mismo gorro). En realidad, era idéntica la estructura (tres en escena), sólo que Coralie, a diferencia del buen Benjamin, tomó un instrumento -la flauta- apenas dos veces. Y ambas fueron para el comienzo de «C’est la Vie» (si les parece raro, es porque la repitió). Para ella resulta difícil cantar y tocar un instrumento simultáneamente. Lo suyo está frente al micrófono, aunque no descarta algún día independizarse de la consanguinea sociedad para empezar un camino totalmente en solitario.
Hasta el momento va por buen camino. Su repertorio cargado de bossanova, reggae y otros ritmos «soleados» llena de frescura a la difícil de encapsular canción francesa. Con los mismos argumentos fue capaz de entibiar un ambiente complicado. Los desinteresados en el concierto (los había por ser la inauguración del lugar, supongamos) sólo se preocupaban de cuchichear. Clement intentó remediarlo a su manera cuando pidió que corearan un par de monosílabos. Obviamente, la respuesta era débil. «Parfait» decía irónicamente ella, mientras los feligreses que habitaban la entrada (y algo más) de la sala del ex-cine desnudaban un hábito cada vez más común en estas tierras: el aspiracionalismo de estar donde se tiene que estar para «tener onda». Cada vez que la gente interesada en el concierto pedía silencio al resto («shhhh» y todo eso) , Coralie gestualizaba entre nerviosa y enrabiada. No lo podía creer. Mal por ellos.
A pesar de todo -y esos tacos altos que la incomodaban- Clement logró entregarnos varios buenos momentos, entre ellos «Le Baiser Permanent», «So long Babylone», «Houlala» y los covers de «Pourtant« (Vanessa Paradis) y «Jardin D’hiver» (Henry Salvador). Y qué decir de «La Ballade Du Mois de Juin» (del disco Home, de Benjamin Biolay y su ex, Chiara Mastroianni).
A sus noveles 27 años Coralie Clement puede jactarse -además de sus ojos- de contar con un buen puñado canciones y un equipo de soporte (músicos, productor, etc) de primera línea. Y claro, de hacer lo que más disfruta: cantar. Y que los «oye, pero si ni son sus canciones» le importen un bledo.
El setlist de más abajo lo conseguimos con el gentil y canoso francés que ayudaba a guardar los instrumentos durante y después del show. No lo tocaron entero ni al pie la letra. Coralie ya lo había dicho: «Adoro cantar, así es que siempre elijo muchas canciones y al último momento decidimos cuáles haremos».
Son lujos que cualquiera quisiera darse.
Setlist:
1.- L’effet Jokari
2.- Avec ou Sans Moi
3.- C’est la Vie
4.- Sono Io
5.- La Ballade Du Mois de Juin (Benjamin Biolay y Chiara Mastroianni)
6.- Le Jeu Du Foulard
7.- So Long Babylone
8.- Pourtant (Vanessa Paradis)
9.- Share The Day
10.- L’enfer
11.- Jardin D’hiver (Henry Salvador)
12.- Ca Valait La Peine
13.- Indecise
14.- La Reine Des Pommes
15.- Paris 10H00 Du Soir
16.- On Etait Bien
17.- Houlala
18.- Le Baiser Permanent
Rappel 1:
A La Longue
C’est La Vie
Rappel2:
Houlala
Publicado por Francisco Franetovic
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