Por Marcelo Poblete Espinoza, periodista Ninja.

Finalmente Susan Boyle salió segunda en el concurso de talentos en Inglaterra. Millones de personas en el mundo vieron a una señora que canta bien, pero con el mismo morbo de estar frente a un freakshow. La gente no valoró tanto su voz, como lo triste que era su vida.

La primera presentación de Boyle en el programa es uno de los 5 más vistos en la historia de Youtube. Acá, cuando los conductores de noticias presentaban sonrientes el caso de la concursante – a pesar de ser poco atractiva y sin estudios formales de música, terminó emocionando al jurado –, este demostraría que la gente valora el talento, que no hay que perder la esperanza nunca y siempre creer en nuestros sueños. Pero no olvidemos que en televisión nunca hay buenas intenciones.

En el fondo se premió a Boyle, por decirlo de algún modo, no a pesar de ser fea, si no porque era fea. La premiaron por sus modales, y sobre todo por su biografía. En este caso, la hizo ganar la discriminación positiva. Es el síndrome «Poeta» de Morandé con Compañía. Aplaudir al poca cosa.

Boyle es solo una triunfadora más de tantos concursos en que han ganado personas debido a su historia de vida más que a su capacidad, con el jurado exagerando los gestos, mostrando su emoción a la cámara. Toda la bondad inflada por puntos de rating.

Nadie duda que Susan Boyle tenga buena voz, pero que las personas siempre quieran que gane el mas débil (que Bolivia le gane a Brasil en el fútbol, cosas así) y eso termina agotando.

Si cerramos los ojos y escucháramos alguna canción donde Boyle cante y viéramos una mujer bella, atractiva, perfecta, seria solo una cantante más. Otra de las millones de personas lindas que cantan bien. Pero como eso no ocurre con ella, la fealdad juega a su favor, porque rompe el paradigma.
Antes había ganado un tipo gordo y cesante en ese mismo concurso, y obviamente pasó lo mismo: el que era un pusilánime ahora es super ventas. Bien por él.

Muchos cantantes han triunfado siendo poco atractivos, y en ellos es mucho más meritorio: nadie los vio como una rareza mediatica ni se produjo un fenómeno instantáneo, al contrario, ocurrió un proceso, algo paulatino. Veamos si además de cantar bien, compone. Veamos como interpreta, veamos algo más que solo una buena voz y el feísmo como valor agregado. Cuando los presentadores de noticias nombraron a Susan Boyle, sus ojos no brillaban alegrándose por ella, si no porque sabían la curiosidad que despertaría en los televidentes que una persona poco atractiva cante tan bien en un programa.

Susan Boyle es otra prueba más que en televisión nunca hay solo buenas intenciones y que en el fondo la gordita inglesa era solo un títere más manejado por el morbo del público.