Por Ignacio Molina
Tenía un amigo al que le decían Juan Pastillas. Era seco para las pepas. Aunque antes que yonqui, era dealer.
Cinco años atrás Juan Pastillas era el rey del microtráfico en el instituto en donde yo estudie Oceanografía (un saludo para El Caré Ná y el resto de Los Mushashos que me deben estar leyendo).
Tiempo después’ JP se convirtió en el rey del macrotráfico en el puerto. Era el padrino de Plaza Sotomayor; proveía de marihuana a la tía de los carritos – esa que está cerca de ””El Muelle””’ y también a uno de los guardias del bar La Playa. Además le vendía diazepanes al profe de Oleaje. Esa onda. Y bueno, Juan Pastilla tenía de todo: éxtasis, efedrina, anfetaminas, gamahidroxibutirato, coca, cristales, diazepanes, ravotriles, hongos, ácidos, punto rojo de Quilpué, ginseng y ginkgo biloba. De todo. Era un mall de la droga.
Y, pese a ser un distribuidor, su vida era más clara que Vertiente en la Quebrada.’ Aunque no lo creas, Juan Pastillas era un hombre de honor. El no le vendía a colegiales y tampoco iniciaba a otros en las drogas. A JP no le gustaban las Aguas Turbias. Y a pesar de que no sabía en donde terminaba lo que traficaba y siempre tenía Caleta de Gaviotas a su alrededor que le pedían que se sacará alguna pepa mágica para pasar las penas, Juan Pastillas tenía otro código de honor: no le vendía a sus amigos. Thug Life.
En Valparaíso Juan Pastillas imponía respeto ya que era el amo del flagelo. Conocía a farmacéuticos, bioquímicos, trabajadores de containers y navieros, guardias de bares, campesinos y choros del puerto. Cada uno de ellos lo proveía de diferentes sustancias, de las que también era adicto. Recuerdo que JP una vez quedó tan loco que se tiró de una micro andando para escapar de uno de sus clásicos delirios de incendio. Luego se fue a mojar al mar y se quedó nadando casi media hora para sacarse el calor del cuerpo. Cuando lo fuimos a buscar estaba con dos minas tomando una mamadera de piscola y hablando de Luis Buñuel y su relación con H.R Giger y Jodorowsky vía Dune. Esa onda. Era todo un loco JP.
Juan Pastillas es también el posible creador de la mítica Jarra Loca, una peligrosa mezcla de‘ efedrina con cerveza. Una combinación que hace volar tu mente como ninguna otra sustancia y te deja más prendido que Maradona en USA 94. Tus pies vuelan por la arena, te erotizas como con una sobredosis de XTC y tus pezones se ponen duros como en Batman IV. Al final del viaje sientes que vas a morir y juras no volver a probar el compuesto otra vez en la vida. Así de letal.
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Hace tiempo que no sé que pasó con Juan Pastillas. Por aquellos años él vivía cerca de la actual Estación Puerto. Recuerdo que le gustaba ir a escuchar electrónica al Deck_00 y que estaba enamorado de una Asistente Jurídica del Inacap. Todos los viernes, después de pasarla a buscar, iban a zamparse efedrina hasta el Amanecer en Portales. A Juan Pastillas le gustaba sólo pololear en las playas ya que así no lo veían en la calles con su pareja de turno. Era todo un romántico y se las sabía por libro. Tenía un estilo de vida que provocaba envidias. Si para varios en Valparaíso la rutina es ir del Ascensor a la Lancha, del cerro a la fábrica, de la escuela a la plaza; para Juan Pastillas la rutina era ir de la playa a la cama y de la cama a la play. Se levantaba, se drogaba, compraba, vendía, tenía sexo y se volvía a drogar para volver a tener sexo y levantarse otra vez.
Puede que Juan Pastillas sea una mierda de persona en varios aspectos. Y que tal vez sin él, el puerto podría ser’ Un Valparaíso más Bueno, pero, en el fondo, Juan Pastillas era un buen chato y un excelente amigo. Y se le extraña. Y se le recuerda.
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Publicado por Ignacio Molina
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