Francisca Silva y la pena de muerte

Publicado por Francisco Campos

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No hay duda alguna de que la   muerte de la pequeña Francisca Silva, de tan sólo cinco años, es uno de los hechos más tristes que han ocurrido a lo largo del año,  sobre todo debido a las escabrosas circunstancias en las que  sucedió, lo cual lo hace aun más terrible.  Sin embargo, pese a que se trata de una tragedia que nos debería hacer reflexionar, hay quienes  lo han utilizado para sacar provecho político.

por Francisco Campos.

Siempre que suceden acontecimineto similares – Alto Hospicio, Valdivia, Victor Zamorano Jones – se alzan las mismas voces  que exigen la restitución de la pena de muerte en Chile. Está bien, podemos entender a las familias de las víctimas que debido a su dolor exigen que se pague con sangre, pero lo que yo no puedo entender es a alguien como la diputada Laura Soto – quien representa al PPD, un partido supuestamente «progre» – se muestre ta dispuesta a «dialogar» sobre la pena de muerte. A la M. A. Cristi si la entiendo,  que más se le puede pedir  a la pobrecita, si no es nada más que una v*eja f*acha, igual que el viejo gaga de Antonio Gil, que hasta apellido de vivo tiene.

Me molesta es la cantidad de gente que se encuentra dipuesta a discutir al respecto, como si se tratase de una urgencia, una necesidad, de una medida cohercitiva que efectivamente va a contribuir a que los degenerados violen a niñas indefensas, en vez de dedicarse a buscar soluciones concretas a un problema mucho más complejo.  Pero no, altiro sacan sus garras exigiendo el ojo por ojo,  como si la muerte del asesino restituyese la vida de la víctima.

Pero lo que más me descompone es que se haga aprovechamiento político de la situación y que se utilice como una forma de captar más votos. Que curioso que quienes se hayan manifestado tan a favor de la restitución del «castigo ejemplificador» se estén repostulando para sus cargos en el Congreso y, como se dan cuenta que no calientan a nadie, que mejor que utilizar la contigencia para ganar un poco más de popularidad, porque seamos sinceros, el electorado tampoco es muy astuto y en  estas situaciones se porta como el público de Morandé.

Estas situaciones sacan lo peor de nosotros, si es cosa de pregutarle a cualquier persona si es que el tipo que mató a Francisca se merece la pena de muerte, todos van a estar a favor y van a decir cosas como «que lo maten al desgraciao» o  «que lo violen igual que a la pobre niña». El problema es que todos lo quieren ver muerto, pero nadie se quiere hacer cargo, total «pa eso están los pacos y los milicos». Sin embargo, lo que el lumpenproletariat opinante desconoce es que resulta sumamente difícil – si es que no imposible – prevenir este tipo de cosas, por lo que pueden mandar a matar a medio mundo y  seguirán pasando.

Podrán decir que hablo tan sueltamente porque porque no me ha pasado nunca algo tan terrible, pues créanme que si, si me ha pasado y no por eso salí a la calle a exigir venganza y  la muerte de alguien – ni mucho menos hice campaña política, eso es ser hijo de puta – por mucho dolor y pena que hubiese tenido. La pena de muerte es una involución, un retroceso a los años más tristes de nuestra historia como país y no soluciona en absoluto una situación un problema mucho más complejo.

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