Cuando pase la Pequeña Giganta

Publicado por Camilo Salas

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Por Nicolás Cruz Valdivieso, artista ninja y cesante

Días de verano y cesantía. Días de preguntas e incertidumbre para el Artista Cesante, que ve con temor los últimos suspiros (o jadeos) de la Concertación, reflejados en el lento y demencial saludar de la Pequeña Gigante a Michelle Bachellet por cadena nacional.

El Artista Cesante mira el horizonte con sus ojos soñadores y el pronóstico que le devuelven las masas de nubes negras le resulta aterrador. Un panorama plagado de compañías de teatro que montan sus obras llenos de entusiasmo y expectativas que no se cumplirán, de salas medio vacías (o vacías de frentón) cuando a los actores se les acaban los familiares como público; de guionistas a los que ninguna productora contesta sus emails y que caminan con el culo encogido por miedo a que les roben las ideas de los grandes cortometrajes, largometrajes y proyectos de serie que envejecen en sus computadores; de aspirantes a escritores a los que los editores dan las gracias por llevarles su libro, aclarándoles que si no eres Isabel Allende o la viuda de Bolaño, en Chile no se publican cuentos; de poetas que leen con voz grave en la oscuridad versos que sólo a ellos parecen interesarles; de pintores con tendinitis de tanto pasear cuadros que terminarán sus días estropeados bajo la cama.

Así ve el horizonte nuestro querido Artista Cesante, cazador de cabelleras en el país de los calvos.

¿Qué pasará con la llegada de Piñera al poder? Me gustaría creer que los delgados canales por los que ha navegado el Artista Cesante durante la era de la Concertación no se estrecharán aún más con la llegada de Piraña y sus secuaces al poder, hasta que debamos pisarnos la cabeza unos a otros en busca de un fondo concursable (un elefante blanco para descarnarlo en la economía doméstica del hogar y salvar el semestre o el año).

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Me gustaría creer que los Artistas Cesantes no terminaremos despedazándonos como palomas ciegas con las migajas que nos lanzará Papá Sebastián desde las alturas. Que la dificultad nos llevará a unirnos en un sólo grito, ahora que al fin conoceremos la mordaza derechista de la que nos hablaron nuestros viejos. Me gustaría creer eso, que cuando el arte nada contra la corriente, termina por revelarse su naturaleza oculta y emerge en toda su potencia y esplendor.

Yo también he pensado secuestrar a Alfredo Castro en el supermercado, atarlo a una silla y obligarlo a leer uno a uno mis guiones.

Pero lamentablemente no creo que sea así. Si las lealtades siempre han sido frágiles en el gremio lo serán aún más ahora, que el gato tiene la cabeza cada vez más pequeña y somos tantos (pero tantos), los que tratamos de pegarle el palo. Que nosotros, los Artistas Cesantes, perseguidores del sueño de la estabilidad de los trescientos mil pesos mensuales (no tenemos hijos, pero si variados vicios que alimentar), mostraremos la naturaleza ruin y cínica que nos ha caracterizado desde que a Rimbaud (primer Artista Cesante) se le ocurrió sentar a la Belleza en sus rodillas e injuriarla. Que terminaremos volviéndonos mezquinos enemigos y perdiendo la capacidad de ver el talento en el trabajo ajeno, empobreciendo nuestra ya limitada mirada.

No me odies Artista Cesante, recuerda que soy uno más como tú. Yo también he pensado secuestrar a Alfredo Castro en el supermercado, atarlo a una silla y obligarlo a leer uno a uno mis guiones. También me he imaginado entrando una mañana de lluvia con una maleta cargada de dinamita a Editorial Planeta, amenazando con volarlo todo si no publican en el acto uno de mis libros. Yo, al igual que tú me he visto en sueños rodeado por los guardias de Farkas, gritando -tijera en mano – que si no se vuelve mi mecenas inmediatamente puede despedirse para siempre de su cabellera dorada.

No te avergüences Artista Cesante. Es el mundo el que no comprende tu arte. Son días duros mi amigo. Ha llegado el momento de demostrar de qué estás hecho, de si cuando las puertas se hagan aún más estrechas irás con tus miserables sueños como escudo contra ellas o te quedarás en tu casa los próximos cuatro años, hablando contra la derecha y su castración de la cultura en Chile, como hiciste los últimos veinte.

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