Los peores rostros televisivos de la década

Publicado por Francisco Campos

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José Miguel Viñuela

Apareció en la tele a finales de la década de 1990. Se perfilaba como un rostro juvenil que apuntaba al público zorrón  o «como vá» – así se les decía por aquel entonces – pero que no parecía tener mayor proyección en su programa de sábados al medio día.  Sin embargo explotó el 2001 con ese show basura que transformó al 90% de los jóvenes en subnormales y erotizó a las niñitas antes de la menarquia: Mekano. Ahí, el y Andrés Baile aprovechaban su tribuna para disparar mierda con ventilador y para predicar sobre la moral en televisión mientras a su lado figuraba gente muy ligera de ropa simulando tener sexo mientras bailaba. Eso, sin dejarse de creer el huevón mas deseado de todo Chile. Luego  engordó, se le cayó el pelo, lo abandonó la juventud,  se puso más facho que nunca, se pelió con Baile y se transformó en la voz del adulto joven conservador de ultra derecha  que tiene opinión para todo pero que no sabe de nada.

Diana Bolocco

Siempre se ha dicho que Chile es un país en donde para alcanzar el éxito se necesitan pitutos, independiente si no tienes talento alguno o -aunque sea- algún dejo de simpatía, pues bien, Diana Bolocco confirma la regla.  Llegó a Canal 13 por el simple hecho de ser la hermana de la «diva» Cecilia Bolocco y recaló en uno de los peores programas de farándula de la televisón chilena, en donde se habla de farándula pero en el que se apela al corneteo constante.  Desde allí saturó al público con su voz insoportable y su falta de feeling con el público , el que la eligió junto a Eduardo Fuentes como la peor dupla televisiva. Sin embargo, eso no le importó a Canal 13, quien la siguió potenciando como rostro fuerte. Llegó hasta el extremo de dirigir una confabulación para lograr ser Reina del Festival de Viña 2007, aun cuando tiene menos carne que un termómetro y menos gracia que una pared de cemento.

Sergio  Lagos

Para que andamos con cosas, el tipo tenía talento y arrastre, mucho arrastre, sobretodo con la juventud «alternativa» – que palabra más de mierda – que de verdad lo respetaba y valoraba por no haberse vendido y mantener siempre un perfil bajo, tan bajo como el presupuesto de Panoramix y El Futuro de Chile. Pero el año 2003 se mudó de CHV a Canal 13 para animar el primer reality de la televisión chilena llamado «Protagonistas de la Fama» y todo cambió. Lagos pasó de ser alguien piola, que vendía juventud y buena onda, a ser un tipo desagradable que se creyó eso de la fama. Lloró por un par de millones de pesos, animó Olmué y Viña  y se las dio de músico rcoqueroelectrónicoalternativo, siendo este el paso que en el que terminó de saturar al público. Ahora Sergio Lagos no calienta a nadie y su música no pasa de ser un mal chiste. The telephone is ringing.

Patricia Maldonado

Dicen que fue cantante, pero no puedo dar fe de aquello, y eso que me mamé la mitad de la Dictadura durante mi infancia. Para las elecciones parlamentarias de 1989 fue candidata a diputado, aprovechando la democracia que tanto despreciaba por su facismo recalcitrante. Afortunadamente para este país perdió. Estuvo sumida en el olvido y ya nadie la quería ver, más que nada por facha. Sin embargo, casi quince años después, recaló en Mega, canal que por aquel entonces reclutaba a todas las estrellas televisivas de la dictadura – Hasbún, Sánchez, etc -, y le dio un puesto de opinóloga en el matinal. El oscuro Ricardo Claro era su jefe. En Mega la Maldonado se sintió como en casa y aprovechó a concho su tribuna para disparar mierda con ventilador y para erguirse como una matona televisiva, la que amenazaba cual Guatón Romo a cualquiera que se le pusiese por delante creyendo que imponía respeto por gritar y por insultar.  Y que decir de su pelo, Dios mío.

Luis Jara

Iniciada la década de los noventas Lucho Jara era el nuevo Gorrión de Conchalí. Puede que no haya sido el mejor cantante ni el tipo con la mejor pinta, sin embargo la gente le tenía cariño pues veía en el a un tipo de esfuerzo. Pero en el 2000 a Luchito se le subió el éxito a la cabeza y pasó de ser un gordito simpático a ser un gordito arribista, obsesionado con tener una bonita nariz, sin importar cuantas rinoplastías sean necesarias. En el fondo Luchito Jara se creyó el cuento, pero se lo creyó para mal , se fue en la del piojo resucitado. Por más que se esfuerce en ser Luis Jara, JAMÁS dejará de ser el Lushito Jara.

Tonka Tomicic

Era una modelo, como tantas otras, que un día tuvo un golpe de suerte y tras la partida de Karen Rottweiler, se vio animando el matinal de TVN y ganando millones. El problema es que para llegar al Buenos Días a Todos es muy importante que tu gracia televisiva sea la misma que tiene una barra de fierro, es decir ninguna. Ya lo habían demostrado Felipe Camiroaga y Jorge Hevia, pero ahí estaba ella, la modelo de espalda más ancha que ha visto este país, instalada en un programa que no trata de nada y ganando millones. Sus defensores decían que tenía «carisma» y «ángel» y que por eso la gente la quería. Sin embargo bastó que se viera amenazada por alguien para que Tonka sacara las garras y demostrara que su gracia estaba en ser una mosquita muerta muy bien disimulada. Hace un tiempo se fue a Canal 13 y tuvo la oportunidad de demostrar que era más que una cara bonita, pero no, Tonka demostró que, además de ser mosquita muerta, es un gomero sin talento alguno. Todo lo anterior sin mencionar que algo le tiene que fallar en la cabeza para mantener al cafiche más grande de Chile, ese que se autodenomina Paribeth.

Ignacio Franzani

Aunque  Franzani es el menos «masivo» de los rostros aquí mencionados, eso no lo hace menos molesto. Primero, por esa parada impostada, copia del más hiperventilado Sergio Lagos, luego por dárselas de melómano fingido y a la fuerza, y tercero, por ser un c*rnetero de primera, siendo esto lo que lo hace supremamente desagradable. Franzani, aprovechando la tribuna que le da Cadena Nacional (el programa que conduce en Via X) no ha hecho más que chuparle las patas a cada uno de sus invitados, durante cinco años, cinco días a la semana. Y no es que los invitados sean el problema, puesto que han desfilado por el set de Cadena Nacional invitados de todo tipo – mal que mal, son cinco temporadas -, la cosa es que falta ser más incisivo, menos politicamente correcto y mas creído del cuento, Raquel Correa Style.  Si alguien vio cuando «entrevistó» a Ravinet sabrá a que me refiero.

Rafa Araneda:


Sin ser una lumbrera ni un sex symbol pasó de animar un programa julero en La Red a ser uno de los rostros  estelares de Televisión Nacional y a ganarse un mega contrato con TV Azteca de México. La pregunta que surge en cualquier persona sensata es ¿Cómo una persona con la capacidad de análisis de una ameba alcanzó semejante éxito? Sencillo, Rafa Araneda supo encarnar el rol de líder de opinión sin tener opinión absolutamente de nada y contestando con evasivas cada una de las preguntas que se le hacían, ya sean sobre contingencia política, sobre el cáncer, sobre los productos biodegradables o sobre el uso de las bicicletas. Esa cuestión le fascina a los chilenos porque nunca es bueno alguien que se «mete en política o religión», ya que esos temas están vedados – sobre todo en la mesa -, mejor alguien que se dedique a sonreir de forma impostada, hablar huevadas  y actuar como si estuviese conduciendo un matinal, aunque se trate de la peor de las catástrofes que ha visto nuestro país, un cambio de mando, un partido de fútbol o el fin del mundo.

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