Yann Tiersen en Chile: chiste repetido

Publicado por Ignacio Molina

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Gran fiasco la presentación de Yann Tiersen en Teatro Nescafé de las Artes. Sobre todo para los que esperábamos escuchar sus clásicos. Sucede que el franchute repitió el mismo mal chiste del 2007 en Chucre Manzur: un concierto pasado a shoegazing y lleno de “canciones” nuevas que pocos quieren escuchar. Sí, una vez más Tiersen se pasó por la raja al respetable. Aunque lo más desagradable de la velada fue aguantar el acento sureño-forzado de Fernando Milagros.

Por I. Molina / Fotos: Kat Gallardo

21:30. La noche está aburridísima en Teatro Nescafé de las Artes. Así que miro a Katyna Huberman (que está a dos pasos), me acuerdo de sus escenas en Infieles, y trato de olvidar que tengo que soportar—quién sabe por cuánto tiempo más—a la versión postmoderna de El Monteaguilino: Fernando Milagros.

21:50. Estoy apestado con el acento de mierda que rebota por las gradas. No cacho si estoy en la Fiesta de la Vendimia de Rengo, en la Semana Musical de Frutillar, o en una cuneta de Subida Ecuador. Lo único que tengo en claro es que la movida morralera de El Trova se ha tomado, definitivamente, la ciudad.

22:00. Sucede un milagro: Fernando Milagros deja el escenario. Es hora de aplaudir: se acabó la tortura. Menos mal. Ya me estaba quedando dormido. Lo malo: la coordinadora de piso del recinto me saca de la ubicación estratégica junto a Katyna. ‘No tenemos lugares disponibles para prensa, vas a tener que acomodarte donde puedas’ —me dice. ¿Prensa discriminada? Nada nuevo bajo el sol.

22:25: Aparece Tiersen y todavía no encuentro asiento. No queda otra que tirarme en el suelo, pegado a los parlantes, al lado del foso para fotógrafos. No pasan cinco minutos y un par de viejas, sentadas en primera fila, me putean porque les tapo la vista.

22:40. Tiersen lleva cuatro “canciones”, y las viejas de primera fila están con tremendo caracho. No se esperaban tanta guitarra, tanto ruido, tanta locura. Tanto shoegazing. Yo tampoco.

23:00. Amelie no se ve por ningún lado y parece que me equivoqué de concierto. Estoy en uno de Godspeed You! Black Emperor, Mogwai o Yo La Tengo. En los 90s. Y no es divertido. Es harto más penca. Es un fiasco: no vine para escuchar esto. Vine para que se me pararan los pelos con J’y suis Jamais allé, La Valse des Monstres, Le Banquet, Monochrome o Le Jour d’Avant.

Amelie no se ve por ningún lado y parece que me equivoqué de concierto. Estoy en uno de Godspeed You! Black Emperor, Mogwai o Yo La Tengo. En los 90s. Y no es divertido. Es harto más penca.

23:10. Se siente un ambiente denso. La gente conventillea entre canciones y algunos se ven defraudados: con la mano sobre el mentón, mirando el reloj. “Está haciendo la misma gracia que la primera vez en Chucre Manzur”, dice un tipo antes de pararse y dejar el recinto.

23:13. ¡Al fin! Comienza Sur le Fil, versión C’était ici. Se alzan los celulares y el Nescafé enmudece. Sucede que el violín suena sublime y parece que ahora se viene el gran cierre cargado de acordeones, melódicas y otros ruiditos de Montmartre.

23:14.
Tráiganme una sopa a L’oignon de Les Assassins. ¡Viva la Francia, hermanos!

23:16. Hijo de puta. Tiersen guardó el violín y sacó la guitarra. Suenan Palestine y Fuck Me. No recuerdo el orden preciso. Da igual. Quiero oír a la puta Amelie.

23:30 Siguen las canciones. Todas iguales. Todas densas. Nadie las conoce. No suena ninguna de Rue de Cascades, Tout est Calme, L’ Absente, o Good Bye Lenin!

00:40. Se acabó la cosa. Está raro el ambiente a la salida de Teatro Nescafé. Hartas caras largas. “Se agiló al irse en una volada a lo Sonic Youth”, sentencia una fan desilusionada. “Fue muy conceptual”, dice un tipo que se parece a Cristian Warnken. Todo, mientras las chicas Amelie se esconden las chasquillas dentro de gorros de lana y una pareja de abuelos se pierde entre la lluvia con cara de WTF!

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