Por Valeria Barahona
Acabo de cumplir las 72 horas de caña. Es sábado, soleado, y las familias pasean por la orilla del Calle Calle rodeados de lobos marinos, flores fucsias, y Nicolás López posando para Diario Austral. En el puente encuentro a un amigo que me lleva a ver ‘Los deseos concebidos’ de Cristián Sánchez.
-No es el de la Diana Bolocco, pos. Este un caliente. Bueno, como todos los hombres no más.
-Podrías presentármelo.
La película es de la década de los 80’, y cuenta la historia de una mujer que es sonámbula, y se levanta a pelar papas en la noche porque está mal en su matrimonio, lo que la motiva a irse a una pensión donde viven personajes bien freakeados, como un sujeto que se mete en las camas de las huéspedes porque a él le quitaron la suya, y una mina que cambia de pareja todas las noches, los presenta como pololos, y mantiene relaciones simultáneas con ellos. Esas cosas no pasan en la vida real. Sí, claro.
-Me dijeron que tenía buenas escenas de sexo- agrega mi amigo.
No pasa nada. Es un documental de cómo era la vida sin celular ni Internet, hasta que siento una mano que desliza con suavidad mi vestido. Me carga ese cliché periodístico de ‘cuando la realidad supera la ficción’, pero nuestra secuencia es mucho mejor que la obra de Cristián Sánchez.
Sonrojada tomo la bicicleta y vuelo a ‘Velódromo’. Falta un poco, por lo que me tiro en un corredor a cachar que está pasando en la tuitósfera y frente a mí, en 3D, está Martín Castillo, el protagonista de ‘Te creís la más linda, pero erís la más puta’. Pucha, quiero hablarle, pero lo miro y en mi cabeza comienza a sonar Adanowsky. No aguanto la risa. Por un mínimo de respeto mejor me dedico a otra cosa.
El Cine Club UACh está casi lleno cuando sube Ariel Roth a presentar la película. Publico en Facebook ‘Pablo Cerda está en la sala’ y dejo la cagá entre mis amigas: tócale algo, bésalo por mí, viólalo, dale un hijo, regálale un queque, ofrécele una mentita, mándale un agarrón, no lo dejes respirar. Por el amor de Jobs.
Me gustó ‘Velódromo’, ya que a diferencia de ‘Se Arrienda’ no tiene grandes pretensiones, por lo que sale más natural logrando identificarte con el protagonista y su crisis de los 34 que son ya casi 35, además de la búsqueda de algo que te recuerde a ti mismo que estás vivo, teniendo los cojones para borrar del escritorio aquellos trabajos que hiciste por cumplir, deseando que todo lo malo pase, que pase rápido, y que no vuelva a pasar.
Frases como ‘no estás buscando lo que todo el mundo quiere’, ‘no le pido mucho a la vida, acaso ¿es mucho pedir?’, ‘bienvenido a mi planeta: no es grande, pero al menos gira’, junto a Faith No More sonando a toda corneta y lindas tomas de Santiago dormido, Fuguet logra tocarme la fibra óptica. Si tienes 34, casi 35, vives solo, quieres mañana comer gracias a lo que amas, y por las noches recorres la ciudad buscando ese algo que ni siquiera sabes qué es, anda y agarra la bicicleta.
Para los de Conce: el martes 19 se estrenó en Sala Dos, con funciones a las 16 y las 19.30 horas. Cambio y fuera.
Publicado por disorder.cl
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