Texto por Álvaro García
Fotos Sebastián Ugarte

Pocas veces ciudad capital ofrece tanto panorama musical masivo en un solo día. Llegar esa noche al Espacio Riesco para muchos significó invertir tiempo en comerse las uñas y decidir si regalarse a la taquilla movida de Phoenix, a la emergente presentación de MIKA y Scissor Sisters o (¿valdrá la pena decirlo?) a la ñoñería Luismi. Quizás la diferencia la marcaba el ánimo final con el que se saliera de cada uno. Phoenix ofrecía un mar de hits indies con gente guapa, pero más melancólica. En cambio, MIKA y Scissor Sisters era una propuesta popera, con más color, algo como más pool party. En simple castellano, el show dominó a la música.

Varios llegaron al Espacio Riesco para ver a Scissor Sister, el plato fuerte de la primera noche de SUE. El Nigh Work Tour, que los ha paseado por varios escenarios del mundo presenta un disco que desde su nacimiento ha sido controversial, partiendo por Facebook. La red social más grande del universo universal vetó a la banda de hacer publicidad en su sitio catalogándola pacatamente de obscena, convirtiéndose en la censura más polémica del mundo del avisaje online. Y era que Jake Shears, el musculado y chillón vocalista, se iba a quedar con las ganas. Así que decidió subir toda su discografía a su perfil en un sitio de escort.

MIKA, sin embargo, es un artista menos acontecido. Es un ñoño con hits pegajosos. Con sus dos discos a cuestas se presentó, se conectó con el púbico, lanzó peluches y hasta habló de corrido varias frases en correcto español. Todo fue color, pop, coreo light. Lejoslo más naif del SUE. Al libanés lo salvaron sus grupis y fue preciso y conciso en su show. Hizo bien la pega.

Después de un entremedio de 20 minutos y refill de vasos, partió con todo Scissor Sisters tocando el single homónimo del último disco seguido de un éxito tras otro. Shears salió vestido de un ajustado latex estilo catwoman y la maestra de ceremonias, Ana Matronic, poco demoró es desarmar parte de su vestido tornasol, luciendo su corpiño. Con la promesa de calentar y mojar al público los británicos compartieron intimidades y se metieron el micrófono hasta la garganta, motivando el gay power.

A pesar de que no se logró llenar el lugar, bailamos y agradecimos todos tenerlos aquí, donde el diablo perdió el poncho. Estuvieron en Chile y se pararon arriba. ¡Q2!