Por Vadim Vidal
Parto con una aclaración: conozco a Juan Pablo Roncone, fuimos compañeros en un taller de Alejandra Costamagna no me acuerdo hace cuanto tiempo atrás. Así que no le voy a hacer una crítica o algo parecido, solo una reseña.
Recuerdo que desde entonces que el tipo escribía muy, muy bien. Además era muy buen lector, quizás el lector joven más empedernido que conozco. Después supe otros datos biográficos que no vienen mucho al caso, o tal vez sí: que nació y se crió en Arica y que sufre de migrañas. Igual que el vocalista de Wilco.
A pesar de lo mucho que lee, Juan Pablo no es una persona que se exprese bien al recomendar un escritor. No es Bisama. Simplemente te dice que el tipo es muy bueno y sería. Pero yo le creo porque confío en su ojo crítico. Roncone es lacónico. De personalidad lacónica, de hablar lacónico y de cuentos lacónicos.
Las historias agrupadas en Hermano Ciervo, su primer libro, tienen muchas cosas en común, pero la más notoria es esa: que suceden muchas cosas, y todas son narradas casi sin adjetivos. Un hecho tras otro, contados en frases cortas que se estructuran en mini capítulos que engloban cada cuento. Son historias hilvanadas con costuras gruesas que van tejiendo (o cosiendo mejor dicho) un paisaje desolador.
Porque otra característica común en los cuentos de Roncone es que están poblados de gente sola. Gente demasiado joven para ser tan solitaria. De hecho casi no hay adultos: sus protagonistas o son universitarios o son viejos. No hay relatos de familias o de profesionales, no existe la frustración del mundo adulto en sus historias, solo el sin sentido adolescente y el abandono de los ancianos.
Juan Pablo (arriba en la foto) es parte de una camada de narradores jóvenes que se diferencia de las antiguas camadas porque estos de verdad leen. Me explico: la generación Cuentos con walkman escribía simplemente porque en su época no existían los blogs. Lo de ellos era el cine, y la mayoría se dedicó a los guiones o a las telenovelas. La generación fanfic no cuenta, y esta camada está poblada de tipos retraídos (Zuñiga, Diaz Oliva, Roncone) que son verdaderas ratas de biblioteca. Devoran libros. Son atosigantes. En sus obras se nota aquello, tiene referencias, no explícitas, a narradores latinoamericanos o norteamericanos contemporáneos.
(Los tres, a su vez, ganaron en forma consecutiva el Premio Roberto Bolaño para menores de 25 años. Pero no por eso siguen la senda del autor de Putas Asesinas, se los digo de antemano).
Lo de Roncone, en su debut al menos, son historias de desamparo. Donde destacan las referencias a padres desesperados o ausentes y a hijos que buscan una paternidad (ser padres o conseguir uno) de forma sustituta. De eso trata Gansos y El hijo de mi peluquero y hasta cierto punto La muerte de Raimundo, grandes cuentos de uno de los mejores cuentistas “jóvenes” de la actualidad. Aunque la recomendación venga de cerca.
PD: Hermano Ciervo es editado por Los Libros Que Leo. Una editorial independiente que, a diferencia de otras, hace un muy buen trabajo de edición y empaste. Puede parecerles una tontera, pero se agradece tener un objeto de esa calidad en los tiempos del descenso del libro impreso. O sea, si van a editar poco, que sea con esa calidad.
Publicado por disorder.cl
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