No había querido hablar de la marihuana, porque la marihuana es como mi mujer y aunque algunos no lo sepan, no es bien visto hablar de la mujer en público. La marihuana es como mi mano derecha, como mi bastón si fuera ciega, es quien me acompaña desde hace ya 15 años más o menos. Transforma para bien cualquier situación, no existen penas ni problemas demasiado graves. Todo, absolutamente todo, es mejor. Follar volado es como un vortex de placer. La marihuana no es una droga, tampoco es la droga de entrada, es la de la salida. Cada vez que es necesario alejarse de los excesos es tu mejor aliada.
Cuando recién empecé a fumar fue porque una compañera de curso me dijo que se había conseguido con un primo a lo que yo le dije, mintiendo, que ya había fumado así que le podía enseñar. El problema fue que tuve que enrolar. No tenia idea. El resultado fue un fiasco, nadie pudo fumar nada. Pero había conseguido a una amiga para lograr la misión de volarnos. No sé cómo fue ni a quien se le ocurrió, pero de alguna manera entendimos que si íbamos al Inter (actual Padre Hurtado) podíamos conseguir lucazos. Después de clases partimos con faldita escocés, mochila taquillera, bom bom bum y cigarro. En esa época encontraba lo más bacán del mundo fumar y comer ese dulce que adentro traía chicle y yo juraba que tapaba el olor, porque obvio mi mamá no me dejaba fumar cigarro. En fin, yo era la con más perso, así que tenia la misión de preguntar en las mesas de quienes parecían sospechosos si tenian lucazos.
Casi siempre nos fue bien, pero yo juraba que la marihuana era un polvo café con una que otra rama y una semilla. Obvio que existió el día en que nos vendieron té, pero a quien no le ha pasado.
Después logré hace una mano real y la perdí. Hasta que por fin conocí a un compañero de curso que sabía perfectamente qué era la marihuana y cómo fumarla. Cuando fumé con él me mostró un cogollo enorme, morado, peludo y me dijo «esto es lo que acabamos de fumar». Y ahí me enamoré. Me enamoré de la marihuana, de su forma, de sus cristales, de su olor.
Desde ese día somos los mejores amigos, los tres.
Me compre al toque 5 lucas, cuando eran 5 lucas grandes, un cuadrado de pitos, los punto rojo o punto morado. Y así nunca más dejé de fumar. No entiendo como pasó que me puse a fumar de la manera en que lo hago ahora. Qué tonta, si el año en que empecé a fumar repetí de curso, cómo no me di cuenta de la señal que me estaba dando la vida.
De pronto me cambié de colegio a uno de esos en que van puros cuicos echados de colegios y me junté con los que más mal se portaban de mi curso. Entonces fumábamos dentro del colegio. Con mis amigos enrolábamos en clases y amenazábamos a los compañeros que intentaban acusarnos. Eramos los bacanes del curso. Tocaba la campana y nos íbamos donde todos los demás fumaban cigarro y prendíamos los pitos, que del susto no alcanzábamos a fumar mucho, pero nos volábamos igual. Después los huevones que fumaban cigarro nos odiaban. Los profes a la entrada de la sala nos empezaron a oler las manos y mirar con detención a los ojos. No sé por qué pero a mi me importaba todo una raja.
Cuando entré a la universidad fui de aquellos que se sentaba toda la mañana a fumar. Estudiaba Periodismo y usaba el diario para sentarme arriba de él y no congelarme el poto. Cuando pasa eso es demasiado y no hay como sacar una carrera así. Lo peor fue cuando me llamó mi abuelo y me preguntó, debido a que había entrado a la universidad, si quería mil dólares, o dos mil al salir de la U. Supondrán mi respuesta. Y me fui a la mierda. Menos mal me llegaron en ese tiempo que era un poco más tranquila y sólo había coca y marihuana a mi alcance. Inventamos los carretes “en que no faltaba nada”, comprábamos todo lo que queríamos. Daba igual. Mucha cocaína y mucha marihuana. Compraba toda la oferta de dealers universitarios. Así me gané el cariño de muchos y conocí a todos los volaos de la Portales. Y en un mes se me fueron los 2 mil dólares.
Cocinar marihuana es la raja, a mi me encanta comer marihuana no entiendo a la gente que no. Es como estar en trip, es como volver al primer pito que te fumaste cuando chico detrás de una banca en una plaza. Una vez tuve el lujo de ir a una comida hecha completamente de marihuana. Leche de marihuana, y con eso se puede hacer de todo: panqueques, salsa blanca y todo lo que tenga leche, hasta queso o puré instantáneo (eso no lo he hecho nunca porque debe ser asqueroso.) Existe hasta un pisco sour de marihuana. Piante.
Todos sabemos que no se puede ser adicto a la marihuana, pero sicológicamente uno se puede hacer adicto a cualquier cosa. A veces creo que soy adicta a la paranoia. O en otros tiempos adicta al bajón. Me acuerdo que con un amiga teníamos el trato que yo me sacaba el pito y ella el bajón… conchatumadre ¿Porqué comer es tan bacán? nos comíamos un Mantecol de esos enormes, marmolado. Que asco, creo que nunca más he logrado comerlo de esa manera.
Pero el problema no es qué uno sea adicto… ¿Qué mierda te pasa tienes que correr 10km diarios? Porque, perdónenme, pero esa persona es una adicta también. O aquellos que dejan su familia de lado por ganar dinero, por trabajar lamiendo culos. La gente tiene mucha soltura de cuerpo para referirse a los drogadictos, pero ¿No se han visto a ustedes? Me encantaría que se publicaran las recetas médicas de los diputados y senadores que nos condenan por fumar de una planta, mientras ellos toman ansiolíticos y cuanta otra huea. ¿Cómo evaden ellos su realidad? Porque al final de eso se trata el asunto y es que todos y cada uno de nosotros, gente de ciudad, buscamos algo para sentir que no perdemos la vida trabajando, para sentir que estamos vivos. Yo al menos no quiero tomar un antidepresivo, no me quiero tomar una copa de vino, no quiero meterme pastillas, no quiero correr para aumentar mi endorfina, no quiero comer chocolate, no quiero comprar cosas inútiles, no quiero tirarme en paracaídas, no quiero pararme de cabeza sobre un edificio para sentirme en M. Sólo quiero que me dejen fumar tranquila mi marihuana.
Publicado por disorder.cl
Archivo: 1853 artículos