Crónica Dura #13: drogar y follar

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Por Simona

La noche es bacán, y es bacán porque la noche es para follar. Nada de todo esto tendría sentido si no fuera porque nuestros órganos sexuales nos llevan allá afuera buscando algo mejor de lo que tenemos al lado. El rito de apareamiento es así, es patético, pero es así. Lamentablemente el uso indiscriminado de drogas y alcohol lleva todo ese hermoso y antiguo ritual a una terrible charada de desaciertos y situaciones asquerosas.

Seamos sinceros. Las ganas de follar vienen en un vaso con piscola y los condones se quedan olvidados en un velador, y así pasa siempre. Pero no es tan llegar y llevar y eso se pone fome.

Camino por el centro y Bellavista buscando a un solo huevón que me diga «vámonos a mi casa, ahora».

Follar puede ser mucho más fácil si te llegas a encontrar conmigo y ando de buen humor. Esa es la huea con las mujeres, no siempre andamos de buen humor. Yo siempre me masturbo antes de salir para no andar tan cuatica. La verdad es que aparte de todos mis problemas de adicción a las drogas, también tengo otra adicción al sexo. No necesitamos ahondar en aquello, pero la cosa sucede así: mi cabeza llena de ansiedad solo se tranquiliza gracias a la porno que puse en loop, por lo que todo el día pienso en follar, no solo de noche, pero de noche mis perversiones salen de la cabeza y se hacen reales.

Entonces cuando me aburrí del carrete me puse a caminar por Provi hacia arriba buscando a cualquiera. “No es quien yo quiera así que puede ser cualquiera” dice la canción que no dejo de cantar.

Mi experiencia siempre me ha llevado a acudir a los taxistas para salvar la noche, o los guardias de los locales. ¿Por qué? Porque nunca me van a decir que no, porque tienen lugar y porque casi siempre están casados y eso siempre es más entretenido, además así no te huevean como cualquier pendejo que te agarras en una fiesta, que después te quiere pololear, huea que no se puede si tu estás pololeando.

Pero esa noche no me resultó ningún taxista ni menos un guardia por lo que recurrí a la gente de la calle.

Cuando ya estaba cerca de las torres de Carlos Antunez veo a lo lejos un pobre cabro que viene fumando. «Cagó» pensé y me reí. Le pedí una fumada y eso fue todo. Mientras fumé su cigarro lo miré, se lo devolví y listo. Me invitó a su departamento. Una vez ahí le ofrecí lo que me quedaba de coca, que era una mierda. Se emocionó y llamó a Fonocopete. Menos mal no se demoró mucho en llegar. Pensé que con una chela estaríamos, pero no fue así. Yo solo quería follar y este huevón me hablaba de no sé qué mierda, porque en verdad no lo estaba escuchando, hasta que me aburrí y le dije que quería dormir en su cama porque tenia demasiado sueño. ¡Qué mentira si acababa de jalar! Pero bueno eso fue, follamos y chao.

El asunto es que cuando ando en esa logro lo que quiero y me arranco. No me importa nada si te fuiste o no. Últimamente me voy de los lugares antes que el huevón se haya sacado el condón y me importa una raja. Otras veces igual me la hacen a mí, ese es el karma de una puta que se va antes que logres llegar al orgasmo.

Esos follones nocturnos casi nunca son muy buenos. Pasados a piscola y picos flácidos pasados a cocaína. Hombres, que vergüenza, un cuarto de viagra y listo. Lo bueno es que la mayoría los he olvidado, aunque igual tengo recuerdos súper extraños. Debería existir una máquina reconstructora de recuerdos nocturnos, o quizás es mejor haberlos olvidado todos. Tantos hombres, tantos baños, tanto semen.

Como el otro día que tenía el extraño recuerdo de haberme agarrado a alguien debajo de un auto y resultó ser verdad. O cuando me agarré a ese viejo pervertido que me tiraba coca encima y me preguntaba como me había ido en el colegio. O el taxista que me tiró del auto sin calzones porque había visto pasar a su jefe. Y todos esos que me echan antes de que lleguen sus pololas, esos son mis favoritos.

Pero el más favorito es ese simio que sólo toma piscola y se pone violento, me recibe en su casa y me folla como nadie. En su enorme cuerpo se esconden mis peores perversiones, jamás me va amar, sólo me quiere tratar mal. Y no me importa, yo solo quiero follar porque la noche es para eso y por eso es bacán.

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