Crónica Dura #14: triste y solitario dealer

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TYluX
Por Simona

Cuando empecé a vender drogas pensé que era la hueá mas bacán que podría haber hecho con mi existencia. Iba en cuarto medio y como tenía una mano demasiado abundante y poca plata, inicié mi primer emprendimiento. La mano era de esas que todos nos acordamos con cariño, unos paquetes de 5 mil que duraban dos días.

Un amigo me enseñó el truco, era bien sencillo: venderle a los compañeros de mi colegio cuico y hacerles un recorte, así fumábamos gratis. Tenía que tener un celular y listo. Así partí.

Luego recuerdo en los veranos haber ido a Chacarillas a comprar esas rocas de paragüa a 7 mil. Los echaba a la moulinex y salía caleta. Paragüas… los extraño.

Así estuve vendiendo de manera amateur, hasta que tuve que sobrevivir de mis ventas y ya no sólo significaba fumar gratis, tenía que pagar una pieza y financiar mi hermoso estilo de vida. Empecé a vender pitos y con los pitos compraba saques y construí un mini imperio de drogas básicas. Vivía en Provi y tenía amigos. Y ese es el problema, no hay hueón solo con drogas. Super triste.

Siempre me acuerdo cuando me llamó la mamá de una vecina para prohibir que me juntara con su hija. Me decía:
– ¡Tu fumas marihuana para tener amigos! ¡qué triste! Busca ayuda.

No es necesariamente así, pero un amigo que no fuma es un amigo que está en otra lista.

Y cuando fumas y vendes y también eres buena onda los falsiamigos te llueven. Todos te llaman para carretear. Todos te llaman todo el día. Tenía falsiamigos buenos pa los mañaneros, otros llegaban al almuerzo y había otros que se quedaban toda la tarde fumando conmigo. Hay unos que sólo quieren hacerse los buena onda y hay falsiamigos que en realidad te cooperan con la vida, a paquetear o cosas así.

Después están los que son interesados y les da lo mismo aceptarlo. Llegan a tu casa pidiéndote que te saques uno y no les importa prender la cola que tenías guardada. Después están los tímidos que llegan a tu casa y te miran, te conversan y no se atreven a pedirte que te saques algo. Cuántos falsiamigos he tenido a lo largo de mi vida ¡y es triste! La vida del dealer es súper solitaria.

Lo peor es que uno se da cuenta en el peor momento: cuando la droga se acaba. Estás sin droga, sin amigos y no hay nada que hacer. Nadie te quiere, ya no eres la más linda de la fiesta y a tu teléfono no llama ni tu mamá. Y ahí te das cuenta que era todo por las drogas y quizás no eres ni tan simpático. Y es muy charcha darse cuenta de eso.

El otro día sonó mi cell y era un hueón que me gusta. Qué tristeza la mía cuando su llamado era sólo para encargarme pastillas. Así me ha pasado varias veces, cuando confundo mi rol de dealer con citas.

Un galán me invita a jalar (cita favorita) pero cuando llego con lo mío me doy cuenta que sólo quería eso: la cocaína.

También me ha pasado al revés: ser yo la que por interés me agarro a mis dealers, sobre todo a los que venden saques. Me he llegado a enamorar sólo porque su cocaína es la mejor. Los hombres de la cocaína saben también que siemore se pueden culear a pendejas porque andan cargados.

Lo más triste es cuando tienes drogas y aun así nadie te pesca, no es que me pase muy seguido pero me ha pasado.

No uso las drogas para hacerme amigos pero es lo que traen. La marihuana es para compartirla y a mi me ha traído los mejores amigos porque es hermosa, y como ya no jalo tanto la necesito mucho más y necesito a esos amigos con los que fumar es simplemente perfecto y te cagas de la risa y te pierdes por Santiago, subiéndote a un taxi, un metro y una micro sin saber bien por qué.

Los amigos que no quedan son los de la cocaína. Una vez me encerré por tres meses en un subterráneo a jalar con un grupo de “amigos”. Ese grupo se disolvió para poder sobrevivir y aunque les tengo un enorme cariño prefiero evitarlos para no caer de nuevo.

Debo admitir que la cocaína también me ha unido con mucha gente, pero ahora en este momento prefiero evitarla. Es que igual ando tranquila y no quiero jalar. Si me preguntan, en verdad que no quiero, pero bueno, una puntita solamente. Bueno, llamemos a mi amigo que vende.

¡No! No es tu amigo: es tu dealer y listo.

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