Disco Eterno: “Love” (1985)

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love Por Rossana Montalbán

Para escribir de este disco inevitablemente retrocedo a personas, lugares y momentos que están unidos a mi memoria y a mi largo romance con esta banda. Retrocedo a tiempos de adolescencia; continúo a tiempos de pseudo adultez, encuentros y revoluciones personales; finalmente llego al presente; a éste exacto momento en que después de tres años vuelvo a este disco como quien vuelve a un gran amor. Porque al fin y al cabo lo que hacemos en cada revisión es de esos actos de amor puro que simplemente te devuelven el alma al cuerpo.

La Inglaterra de 1985 es la Inglaterra de The Smiths o The Cure; pero también es la Inglaterra post British New Wave Heavy Metal y de Motorhead. En medio de esto, una banda de naturaleza ecléctica y camaleónica llamada The Cult, concebía su sonido desde el post-punk y el rock gótico para pronto ir en una inminente escapada hacia un próximo escenario sonoro; uno propio, que en el disco “Love” de 1985 engendraba el híbrido perfecto entre el hard rock y el post punk.

The Cult  siempre ha sido una banda que posee un componente vital muy palpable pero a la vez nada obvio, que incluso confundió y confunde a quien se acerque por primera vez a una banda de este calibre. Porque The Cult es una banda muy poco obvia y por sobre todo impredecible dentro del espectro del post punk o del hard rock.  Aún cuando los referentes están clarísimos y nos topamos con las huellas de The Doors o Joy Division, eso es solo una parte de todo esto, ya que el resto es la cualidad intransferible de dos animales como Ian Astbury y Billy Duffy; esto queda en evidencia en 1985 donde nada suena como The Cult y su disco Love.

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“Nirvana” es la partida de un disco tan bien articulado, atravesado en su totalidad por la perfectamente calibrada y psicodélica White Falcon de Billy Duffy. Un par de baquetas cuentan  la partida de un recorrido esencial sobre el amor en su más amplia lectura. “Nirvana” se abalanza sobre nuestros oídos, ágil, ajustada y consonante. Aquí mismo aludiendo a ese estado del espíritu; ese estado mental: I float through day and night life, well most of the time / Till I hung up my blues on a nail in your wall / It rained flowers when the music began / Love all around when the music is loud”. Llueven flores cuando la música comienza, amo todo alrededor cuando la música está alta”. Cuan Nietzschiano puede ser todo esto- aun cuando Nietzsche fue un ateo radical-  sin embargo es inevitable remetimos a la ultra citada frase “sin música, la vida seria un error” uno de los planteamientos del Alemán con respecto a la música como la justificación del mundo y de la vida, pues bien, The Cult  se vincula a esto, también lo hizo Morrison una vez (“When the music´s over”) y varios otros lo han hecho, confiriendo innegablemente un alcance metafísico, un alcance místico; como quiera llamársele, algo intangible; algo superior: Every day, nirvana Always this way, oh yeah, yeah /I wish that every, like the sun, nirvana / Always this way, Nirvana.”

Big Neon Glitter: Nos internamos en la senda de las veleidades y los encandilamientos, propias del concepto de amor que plantean Los Cult. Derechamente enmarcada en un sonido más salvaje y golpeado, aún percibimos algunos aires de post punk, donde Duffy juega con ambos matices. Así mismo, el sentido más salvaje del rock n roll y la carga sexual ponen la firma: “A big neon glitter pushes onto you, oh baby, Sex from the hip at the crack of a whip, oh yeah / The wall gets taller while ye get smaller, yeah / Push against the big neon glitter, pushes onto you / None may indeed go out”.

Los atributos de The Cult son también los atributos que definen al vital frontman que los lidera, Ian Astbury; brujo enigmático y sexual que sobre el escenario re encarna el aura y la herencia de un inmortal Jim Morrison. Vozarrón barítono, juego vocal y carácter, lo convierten en uno de los vocalistas más salvajes de su generación. Pero el magnetismo esénico y vocal de Astbury no solo se encuentra en estas cualidades, sino en su forma radical de presentarlas. Mientras que Billy Duffy el otro alma mater, es el ártifice del sonido de la banda y el canalizador de la energia que emana desde Astbury.

“Love” el himno homónimo del disco; como un hacha el riff de Duffy nos parte en dos –  cada vez que la escucho pareciera que fuera mi primer encuentro con ella – Y es que no hay oportunidad de escapar a algo tan infeccioso: Love obviously very soon everybody  / Oh don’t you love that sweet time”. Siempre desde un lugar salvaje, desde un punto de inflexión, con el acento marcado en el espíritu del hard listo para liberarnos: Spent a long time on this road / Spent a long time in this town /Spent a long time in the wrong road / Gonna drive away in a big fast car  / Gonna drive away, won’t get too far / Gonna drive away, don’t know how far / Gonna drive away in a big fast car”. Como un mantra  Astbury continua: “Don´t you love that sweet time / Love, Love. That’s just my fee
Love, Love, Love / I look for the grand conditions near her heart”
. Quien dijo que para predicar amor había que sonar como un “hippie”. Como no recordar cierta energía Hendrixiana en todo el tema y evidentemente en la maravillosa guitarra de Duffy quien brilla como el gran guitarrista que es, lleno de recursos y tonalidades. “Love” contiene en cinco minutos treinta y tres segundos, el sentido del disco como una suerte de declaración de amor, expansión y libertad musical. La partida hacia algo; el éxodo hacia otro lugar en el rock n’ roll.   

Brother wolf sister Moon:  La vida en Canadá había calado hondo en Ian Astbury, ahí nació su fijación por la vida de los indios nativos de América del Norte, recogiendo una potente temática que inspira cierta filosofía, estética y una profunda energía presente en toda la discografía de los Cult. En clave electroacústica como una clásica balada rock de intensa atmósfera dark, entramos de lleno en el imaginario que inspira una ceremonia de sanación: “Embrace the wind with both arms / Stop the clouds dead in the sky / Hang your head no more, And beg no more / Brother wolf and sister moon, Your time has come / And the wind will blow my fears away / Will dry my tears away”. Brother Wolf Sister moon además de ser de esos temas que te conducen al trance y te ponen la piel de gallina enfrentándonos con nosotros mismos y lo gusanos que adentro hormiguean; es probablemente la primera canción “balada rock” de la década ochentera, y probablemente sea una de las que inspiró mucho del material que se masificó en los siguientes años en el hard rock e incluso en el Glam rock ochentero, siguiendo los patrones clásicos muy Zeppelianos con el dramático solo de guitarra de Duffy.

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Rain: En otro gran momento de este disco nos encontramos con el afilado riff que sale de la caja blanca de Duffy para hacer una oda a la lluvia y su simbolismo, en otro guiño a las potentes creencias de los pueblos indigenas: “Hot sticky scenes, you know what I mean / Like a desert sun that burns my skin”, tal como lo hizo alguna vez The Doors de la mano de Jim Morrison; The Cult de la mano de Ian Astbury utiliza este simbolismo para referirse al deseo: I’ve been waiting for her for so long / Open the sky and let her come down / Here comes the rain / Here she comes again / Here comes the rain / I love the rain  / I love the rain”.  Rain es uno los motivos que hacen de Love un disco épico.

The Phoenix: Aquí nuestro hombre es Billy Duffy, marcando con su guitarra el tono apocalíptico, incendiario y oscuro pero también lisérgico del incesante “wah- wah” que no nos suelta. The Cult resume en la ultra citada figura del Fénix todas las ideas sobre muerte y resurrección ligadas a la pulsión del deseo, la pasión y sus intensas e inherentes vicisitudes: “Like the heat from a thousand suns that burns on / rising ever higher / a phoenix from a pyre  / my eternal Desire / I and ‘m on fire”. Pues para llegar a ciertos lugares es necesario atravesar el fuego y por consiguiente no se puede atravesar el fuego sin quemarse: “Like a kiss from the lips of ra that burns on / the pleasures getting wilder / circling ever higher / a servant of desire  / Iand ‘m on fire”.

Hollow Man: Esa guitarra sigue siendo nuestra perdición, siempre con la maestría y riqueza de un músico que se pasea cómodamente entre el post punk y el hard rock, sacando un sonido contundente y finísimo que aquí nos lleva nuevamente a un ajustado y pegajosísimo rock gótico de deseos escapistas y aullidos asustadizos en la voz de Astbury: “It’s so nice to get away, get away for a day/ I see a hollow man, gun in hand, gun in hand, it points my way / You know, he follows me everywhere and everyday / I gotta get away / I won’t miss him if he goes away and stays away, yeah, yeah”- De visiones psicóticas: “I see a hollow man, gun in hand, gun in hand, it points my way, oh” – “He’s just a hunter for the devil / Hollow man”.

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She sells sanctuary: probablemente todo acercamiento a The Cult tenga un solo punto de partida y una sola razón de ser; y esa es esta indestructible canción. She sells sanctuary es de esas canciones que justifican una vida de amor, conversión y fanatismo. Sus acordes iniciales son el anzuelo sónico perfecto y la posterior explosión rítmica te agarra para siempre como si algo adentro de quien la escucha fuese activado. Rendidos ante esta melodía como el mismísimo Astbury ante el poderío de una presencia femenina: “The sparkle in your eyes, Keeps me alive”  presencia que, sabemos bien, puede y no puede ser una mujer de carne y hueso: “The fire in your eyes, Keeps me alive”/ “I’m sure in her you’ll find The sanctuary”. La voz furiosa y quebradiza de un gótico y pelilargo Astbury nos sigue llamando: “And the world and the World / Yeah, the world drags me down / And the World/ Yeah, the world turns around / And the world and the World / Sanctuary”. Porque She sells sanctuary es una canción impetuosa, que te remite a una potente energía, que finalmente resume la esencia de The Cult y su música. La música The Cult vende santuarios.

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Revolution: Es en todo su esplendor sonoro despedida y nostalgia. Rezan sus primeras líneas un sentimiento introspectivo: “Pictures of never ending dreams / I can’t see what these images mean / Locked inside me / Can’t set the rainbows free / Like perishing flowers, They sag and twist and die”. Medio tiempo y acordes dulces, la guitarra de Duffy aún más matizada y exacta, mientras que Astbury con voz intensa entrega las sentidas reflexiones sobre el amor en su amplio significado y expresión: “Joy or sorrow / What does revolution mean to you? / To say today’s like wishing in the wind / All my beautiful friends have all gone away / Like the waves / They flow and ebb and die”. El coro final es el encargado de acentuar el tono trascendental y trágico con el que The Cult quiere referirse a la revolución y al amor. Así mismo, lo marca la canción que cierra el disco, Black Angel, directamente hablándonos de la muerte como otra parte inseparable a todo esto, realzando la beta gótica de la banda: “A fugitive has been away so long / A thousand years, and now he thinks of home / The long men are waiting in the wings / To put him in chains upon his return / Emptyness, his bitterness is gone / Journey on to the eternal reward.”

La magia de Love radica en su sonido expansivo y potente, cargado de una energia cambiante y movediza, capáz de percibirse en cada uno de sus tracks. Y desde luego, su temática le confiere esa potencia a la par e indivisible, por ser un disco que trata de forma radical las veleidades del amor en su amplio y trascendental significado, desde su origen hasta su eventual final donde el fin del amor en este amplio concepto es también el fin de la vida. Un disco excepcional, musical y técnicamente soberbio. Love es el gran eslabón perdido de su época y uno de esos discos hechos para ser consultados – aún sin los créditos correspondientes-. Que no quepa duda que en 1985 The Cult estaba enseñándole a todos de donde venía y hacía donde iba el rock en la segunda mitad de la década.

Acá puedes escuchar el disco entero en Spotify:

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