
Por Fernanda Ivanna
Una en mi maté, ya no la amaba
(Gabriela Mistral)
A casi un año, desde que se gestó la idea de publicar algunos poemas que estaban ocultos en cuadernos y agendas viejas que guardé y solo utilizaba porque aún le quedaban hojas en blanco y porque después de la llegada de la ALT LIT a mi vida consideré la poesía como algo que probablemente estaba pasado de moda.
Gracias a la instantaneidad de la era digital se pueden twittear poemas cada cinco minutos y que sean retwitteados (leídos) por las personas rápidamente. Así todos podemos ser poetas.
Entonces ¿La publicación de mi basura escrita se transforma en algo irrelevante? La respuesta a esto es si.
Todo parte con la decisión. Luego un estímulo, el hecho que dio el puntapié inicial y el más importante: una tarde cualquiera recibí de regalo una máquina de escribir y mi única tarea era utilizarla, transcribir los quince poemas que dan forma al libro.
La llegada de La máquina de escribir a mi vida, lo tomé como un acto de verdadero amor, de la persona que fue la única en quien confíé todas mis creaciones y que se comprometió mucho con la realización de mi proyecto.
Con el tiempo y luego de la separación de esta sociedad, en mi lecho de soledad y decepción, tras concebir demasiado intensamente una idea romántica del amor, lo consideré un acto siniestro.
Siniestro: Perverso, malintencionado.
Me causó miedo y me quise deshacer de la máquina, del proyecto, del libro, de todo.
Los objetos y más aún las personas son frágiles y se quiebran. Se fisuran.
No poder entender las dicotomía entre las palabras y las acciones de los seres humanos pueden hacer que cualquier cerebro cegado con una idea enloquezca de forma cinematográfica, esperando piedras en una ventana cualquiera o viendo pasar el tiempo al cambiar de color las hojas de un árbol.
Con esa máquina se escribieron algunos de los textos más tristes de los últimos años y se corrió mucha tinta con lágrimas derramadas.
Escribí cartas de amor y de desamor que quizá en unos años más, haciendo un poco de caso a Jodorowsky, las envíe para hacer psicomagia.
Hay que materializar.
Vivir, no del like ajeno, porque eso puede ser un morir.
Morir con elegancia.
Este es mi primer libro y es sincero.
Está libre para que ustedes lo puedan leer.
http://issuu.com/fernandaivanna/docs/perenne_single
Con los artes de Daniela William, Maria Daniela Gaule, Rocío Guerrero, Fabiola Alarcón y Layla Taras Rubí.
En formato físico, con las postales de Daniela Sierra Poblete.
Disponible en tienda RAT (Diagonal Rancagua # 891)
Perenne: Dícese de los árboles que no pierden sus hojas en las estación desfavorable. Siempre verde.
La buena poesía chilena jamás será ni santiaguina ni cuica. Lamentablemente soy de santiago, razón de que no puedo escribir ni con una pistola a la sien.
Que bueno que las personas con discapacidad tengan espacio para mostrar sus cositas