Todos quieren un Mac, aunque no los sepan ocupar y aunque valgan una putada de plata, y si no pueden comprarse un Mac se compran un I-Pod, en cualquiera de sus versiones, y pegan la calcomanía de manzanita en un lugar bien visible para que todos sepamos que tiene algún producto ideado por Jobs. Pero bueno, son sólo apreciaciones personales respecto a los objetos de deseo aspiracionales y me imagino que todos tendrán alguna.
La cosa es que sapeando por la red me encontré las siete fases del propietario de un I-Pors, lo cual es la santa y pura verdad. La moraleja de la historia es que nunca se es lo suficientemente vanguardista.
Fase uno: Ésta es la fase “Oh Dios mío! Qué pequeño y brillante!”. Te emocionas cada vez que miras tu iPod y le echas piropos siempre que puedes.
Fase dos: Ésta es la fase en que todos tus amigos dicen “Oh Dios mío! Qué pequeño y brillante!”. Tu estás totalmente de acuerdo y no paras de sonreir satisfecho.
Fase tres: El iPod ya forma parte de tu cuerpo. Si no estás hablando con alguien que puede despedirte, tu iPod estará sonando.
Fase cuatro: Pierdes tu diminuto (y brillante) iPod en algún sitio de la casa y casi tienes un ataque de nervios. Después de encontrarlo, consideras la opción de tragártelo para que no vuelva a pasar
Fase cinco: Sufres daños irreversibles en los oídos. De todos modos, esto no evitará que sigas escuchando tu iPod con el volumen al máximo.
Fase 6: Apple saca un nuevo iPod más pequeño y más brillante y el tuyo está pasado de moda y es horroroso. Simplemente HORROROSO!

Fase siete: Te actualizas y te compras el nuevo iPod para no quedarte atrás.

Publicado por Francisco Campos
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