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Camino: una gran obra

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En España, país de origen de esta película, la sola exhibición del trailer causó gran conmoción en ciertos círculos de la Iglesia. Se le tildó de agredir derechamente a la institución católica, de torcer la verdad absoluta y vender otra sin tapujos. Puede sonar maquinea la frase introductoria, “inspirada en hechos reales”, pero una vez que hemos entrado en la «obra», todo cobra sentido. Acepta la bendición y entérate como ver la película acá.

Por Alejandro González

Dirigida por Javier Fesser, autor de esa gran película llamada “El Milagro de P. Tinto”-‘  que acá solo se distribuyó en algunas salas de cine arte -,’  “Camino” cuenta la historia de una preciosa niña que se llama como la cinta y fue criada en un hogar manejado por una madre ligada al Opus Dei y un padre débil, pero amoroso con sus dos hijas, que en su interior no comulga con el fanatismo del grupo religioso.

Su hermana mayor es Nuria (Manuela Vellés, de gran parecido físico a la protagonista) quien tras una decepción amorosa se entrega a la labor que Monseñor Escrivá de Balaguer tiene para las mujeres numerarias: planchar, lavar y servir la comida.

El mundo de Camino, que recién comienza a vivir el despertar amoroso, se ve abruptamente roto por un cáncer que comienza a resquebrajar tanto su propia vida como la de los que le rodean. Lo que para muchos podría ser una tragedia, para su madre, y la gente de “la obra”, es solo una bendición de Dios.

“Camino”, más que un ataque a la Iglesia, es todo lo contrario. Es cristiana en expresar el valor de lo humano, en creer en la empatía y en no desfallecer en pos de la esperanza. Cuando las situaciones se desnudan de maneras tan evidentes, golpean y sacuden a quienes se sienten aludidos. La cinta escupe esas verdades que molestan, perturban, y es muy difícil no lograr entrar en el mundo que construye Camino en su cabeza, para evadir todo ese tormento al que se ve expuesta por médicos y sacerdotes, estos últimos para los cuales todo el sufrimiento no es más que un paso a la santificación.

En ese universo paralelo que la pequeña crea en sus sueños cada vez que la anestesia hace su trabajo, conviven duendes, cenicientas y personajes. Un toque metafórico en ningún caso gratuito, presentando en imágenes lo que sus ojos no pueden ver, alejados del exterior por los oscuros vitrales del quirófano.

Es sin duda una película extraordinaria, con un trabajo actoral de singular factura, con una narración a modo de flashbacks, intensa en su convencimiento. Dura, no perfecta si se quiere, pero que nutre al espectador de aquello que escasea en el cine actual: transmitir emociones y hacerte partícipe de ellas.

Como consejo al lector, estén muy atentos a todo el juego de palabras hacia el final del film. Ninguna palabra expresada por la protagonista es al azar. Créanme, ninguna.

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