Uno de nuestros periodistas se infiltró en la productora que traía a Radiohead y tuvo una visión extraordinaria de todo lo que sucede en un concierto de gran envergadura como fueron los dos días de Kraftwerk y Radiohead en Chile. Estas son las anécdotas y anotaciones, a solo metros de los artistas.
Por Camilo Salas.
Fotos por Elenora Aldea
Articulo cortesía de cristalenvivo.cl
Son las 9 de la noche y estoy detrás del escenario.’ Hace 15 minutos me topé con dos integrantes de Kraftwerk corriendo al camarín para cambiarse de ropa. En este instante hay 4 robots sobre el escenario y luego estarán los 4 alemanes vestidos con unos trajes de líneas verdes y con las cabezas de color azul, brillando por algún efecto luminoso que no alcanzo a entender.
Eso fue hace 15 minutos.
Ahora voy saliendo desde un sector común que tiene la productora del evento, los roadies de las bandas, los managers y los músicos. El lugar es una carpa blanca, con mesas, platos y cubiertos, hay unas cuantas fuentes de metal con comida, estilo buffet, y cosas para tomar, nada de alcohol. Aquí es donde la gente que trabaja puede descansar y donde se ven muchos Macbooks blancos y negros. Es difícil saber que hace cada persona, pero todos tienen cara de ocupados y si están ahí es por algo. Todos menos yo, que soy un infiltrado.
Afuera hay 25 mil personas que darían un dedo por estar acá. La seguridad es bastante jodida, porque si no es un guardia el que te mira feo, el tour manager gringo de Radiohead’ te anda pidiendo el famoso sello rojo que tengo en el reverso de mi credencial negra que dice Staff. La misma credencial que conseguí gracias al trabajo que hice todo el verano: escribir sobre las bandas que se presentaron en Cristal En Vivo. Viajé por muchas ciudades de Chile, alojé en hoteles y entreviste a los músicos. Es el trabajo soñado para muchos periodistas de mi edad.
Gracias a eso hicimos buenas migas con la productora y hoy ando completamente corporativo, simulando ser un encargado de prensa y puedo moverme libremente por todos los lugares de la Pista Atlética. Y gracias a eso estoy viendo pasar a Radiohead a menos de un metro de mi.
Es solo una coincidencia, pero es buena anécdota para los nietos y para escribir esto. Thom Yorke es de mi porte y ni siquiera me mira. Tampoco pesca cuando un grupo de ecologistas, que tuvieron la suerte de estar guardando unas banderas en ese mismo instante, le gritaron con sorpresa. La banda pasa sin mirar a los lados, y si le hicieron la desconocida a Kanye West en los Grammys, ¿Por qué tendrían que interesarse a un chileno infiltrado y’ un grupo de ecologistas?
Corro al Golden Circle, sabiendo que van a empezar en menos de 5 minutos y le cuento a la toda la gente que conozco que acabo de ver a la banda más importante de la actualidad. Nadie se sorprende mucho, así que lo publico en la cuenta de Twitter que usamos en la pagina, y nada. Lo importante es la música y Radiohead tiene una deuda que saldar.
Estuve ahí los dos días y coincido con que el segundo día fue muchísimo mejor. Impresiona ver que una banda del sitial de Radiohead pueda superar su propio show en vivo, pero así fue.’ El primer día hubo una falla de sonido, que Dr House atribuyo a los monitores, y Thom se veía mosqueado, pero así y todo fue genial, por eso impresiona que el segundo día haya sido tan bueno. Partieron con Creep, prendieron las luces del escenario desde el comienzo, y la banda estaba pasándolo tan bien que aplaudían, bailaban y se reían como las personas normales que son. Hasta la separación entre Golden Circle y Cancha General parecía una anécdota, y el publico de verdad se comunicaba con la banda y con ellos mismos. El segundo día de Radiohead fue uno de los conciertos de la década, seguido de cerca por el del primer día.
Luego del primer concierto hubo un coctel para Radiohad, Kraftwerk, sus crews y una quincena de invitados norteamericanos. No me quedé, y supe que había estado un tanto aburrido. Lo que no me iba a perder por nada era la fiesta que organizaron el sábado en el salón Cienfuegos. Llegué con la credencial negra y el sello rojo, pero nada. No estaba en la lista de admitidos. Solo me queda conformarme con las fotos que subió a Facebook un amigo que trabaja de sonidista en el local.
No pude carretear con ellos, pero al menos los vi pasar a menos de un metro y fui testigo de los dos recitales más importantes de mi vida, hasta este momento.
Es bastante para una buena anécdota familiar.
Publicado por Camilo Salas
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