Chamelo es un cabro sureño y buena onda que estudia en Santiago. En sus largas caminatas por la capital ha descubierto variadas picadas en las que se ha sentido como en casa debido al carisma de los propietarios. A continuación, una selección de sus recomendaciones: Desde una para disfrutar diversas empanadas sabrosonas, otra para zamparse miles de papas fritas a manos llenas, y una última para untar ricas sopaipas en pebre y americana hasta quedar japi. Y todas con bajos precios.
Por Chamelo.
Amasandería San Antonio: Las más sabrosas empanadas de Santiago
La Chica Cony es una de esas personas que no conocen nada de Santiago, que se pierden tomando una microla y que viajan en metro mirando cada una de las estaciones donde se detiene el tren pa”’ no pasarse. Sin embargo, de alguna manera misteriosa, siempre se las arregla para tener una picá; un sitio donde lo barato y peculiar se reúne con choreza.
Una de esas picadas es la Amasandería San Antonio, lejos el mejor puesto de empanadas de la capital. Ubicada en Paseo Bulnes, (Bulnes 165, detrás del sitio donde se encontraba anteriormente la “Llama de la Libertad”), este local destaca por su buena ubicación y diversidad, siendo uno de los favoritos de los transeúntes del barrio; los que no la piensan dos veces a la hora de salvar el almuerzo a punta de ricas empanadas caseras.
La última vez que fuimos con mi amiga Cony nos topamos con una descomunal listoca de 24 tipos de empanadas, así es compitas, ¡24 tipos de alocadas empanadas! además de versiones especiales para vegetarianos. Y es que en la Amasandería San Antonio todo tipo de ingredientes se reúnen al interior de suculentas masas. Por ejemplo; La Bacana trae champiñones, choclo, aceituna sevillana, queso y jamón. Mientras que la Pariggy le lleva berenjena, zapallo italiano, ají verde, pimiento, queso de cabra, aceituna deshuesada, zanahoria y masa integral. Un verdadero combo de sabrosura que dejaría contento a cualquiera. Aunque si eres de estómago más sensible, quedarás contento con una de Champiñones, Mediterránea, Pepitón o Chaparrita. ¡Ah ya me dio hambre!
Y bueno, lo más sorprendente de este recinto llega después de hacer la elección: sucede que cuando te diriges donde la Sra. Pepa (quien atiende) y le indicas tu pedido, en poco más de un minuto te tienen las empanadas lista pa”’ servir. Así que olvídate de molestas esperas: con la siora Pepa antes de que se te caiga la baba vay”’ a tener que limpiarte los dedos, mi guacho.
Y ahora usted frente a la pantalla se estará preguntando ¿Y cuánto salen esas deliciosas empanadas caseras? Alrededor de $800. Y lo mejor es que son grandes y jugosas. Vaya por las suyas, lo van a dejar todo lo que es happy.
Los Chicos de Moreno: Una tradición histórica de sabor y buena onda
Ubicados en Padre Alonso de Ovalle con Dieciocho, Santiago Centro, «Los Chicos de Moreno» ”“ conocidos por los quezaen’ como «Las Papas» – , se ha ganado un espacio en el corazón de los transeúntes y locatarios del barrio, siendo actualmente una las mejores picadas para comer papas fritas en nuestra capital. La historia de este recinto comienza alrededor de 1992, año en que la familia Moreno decide arriesgarse con un negocio pulento de fritanga. Y para alegría de ellos – y de nosotros – el éxito llegó pronto, debido principalmente a la buena ubicación del cuchitril: justo en medio de un barrio universitario y de sandunga juvenil.
Pero, ¿qué diferencia a este puesto de papas fritas con otros similares? Primero: logró captar como clientes a la enorme comunidad ignaciana que merodea por el sector, funcionando como mecanismo de escape de las largas jornadas de estudio del San Ignacio Alonso de Ovalle. Es tanta la devoción de los cabros por Los Chicos de Moreno, qué actualmente se pueden divisar una enorme cantidad de fotos carné y pases escolares que se exhiben como trofeo a modo de decoración, dándole un aspecto muy amistoso a esta picada.
Segundo punto a destacar: los precios son muy bajos, aún para un puesto de comida rápida. Y lo mejor es que no han cambiado en muchos años. Un alivio fue encontrar que varios años después de mi última visita la porción de papas chicas seguía valiendo cuatro gambitas, la porción mediana sólo quina y la grande (una chanchada para disfrutar a manos llenas) $1350.
Tercer y último punto: la «Ketchupmostazaají«; un baño de sabores que contiene los tres condimentos más característicos del mundo de las papas fritas. Este concepto se ha elevado a tal nivel de admiración que ya cuenta con un grupo en Facebook que le rinde homenaje, y que a la fecha lleva más de 1.000 miembros de todas las generaciones. Un verdadero placer para disfrutar después de una larga jornada con los compañeros de colegio, universidad o trabajo.
Los Chicos de Moreno: recomendado, para todos aquellos guachos que navegan por Chago con hambre y poco money. Y es qué sentarse en la cuneta de Alonso de Ovalle a zamparse una buena dosis de papas fritas, ya se ha transformado en un hábito instaurado en el barrio.
*Los invito a unirse al grupo de Facebook: «Yo también pedi Kechumostazaaji, en los Chicos de. Moreno» y participar en interesantes grupos de discusión como: ¿Hace cuantos años eres fan del Tío de las Papas? ; o ¿Quién empezó poniendo las fotos carnét en la vitrina? Una auténtica comunidad de la fritanga.
Sopaipillas con amor entre La Granja y San Ramón
Hace unos días me bajé del Metro Santa Rosa (Línea 4A) en dirección a la casa de mis abuelos. Hacía un frío tremendo y la 206, como siempre, se iba a demorar más de veinte minutos en pasar. Por lo que tuve que buscar algo para comer y así pasar el rato de forma amena. De esta manera encontré un amigable puesto de sopaipillas al lado de la salida del metro.
La dueña del local estaba completamente entumida tomándose un tecito, agarrando la taza a dos manos, intentando de algún modo combatir la helada mañana. Le pedí dos sopaipas. Y entonces destapó un canastillo y ahí estaban las cabras, formadas, ordenadas, calentitas.
Ya con las sopaipillas en mi poder, y como buen cabro sureño de buenos modales le preguntó a la señora así cómo no quiere la cosa: «¿puedo sacar de esto?», y la señora con una calidez inusitada e inesperada me responde: «saque todo lo que quiera mi niño», entonces abro uno de los potes de aliño y cacho que tiene pebre, entonces le aplico el buen baño y a la otras sopaipas les unto un resto de americana y otro de tomate. Y es qué en este local (del cual no recuerdo el nombre, pero si la dire) son la pura buena onda y tienen de todo pa chantarle a las sopaipas. Un verdadero paraíso de la sabrosura en clave zapallo manteca.
Es tanto el carisma de la dueña de esta picada, que por momentos me sentí en el sur, mochileando, tomando once en la casa de una señora buena onda que me acogió y me ofreció sopaipillas desinteresadamente. Me sentí cómo en casa, en un día de lluvia, arropado con una frazada viendo tele. Así de la zorra.
La cantidad de pebre y el olorcito con que llegué donde mis abuelos luego del banquete daba lo mismo, la volada es que el tiempo de espera en el paradero se me pasó volando disfrutando ricas sopaipas. Y por sólo cien pesitos.
¿Es Santiago tan oscuro y vacío como se nos quiere pintar constantemente? ¿Somos tan malas las personas las de la capital realmente? Pues yo no lo creo, y no lo creeré en la medida que siga viviendo aquí: disfrutando y descubriendo buenas picadas.
Y ahora, ¿Tú cuáles me recomiendas?
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Publicado por disorder.cl
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