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Cevladé: rapero y poeta antes que maldito

Publicado por Camilo Salas

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Por Pablo Rosenzvaig

Pocos conocen a Cevladé, y los que lo conocen, parecen tener demasiado claro lo que se puede decir de él. Hay muchos que lo aman y tal vez muchos más que lo odian y sigue siendo interesante que en un mundo donde 140 caracteres lo dicen todo, alguien siga intentando hacer del flow una verdadera asociación libre.

Hay que calzar mejor. Hay que saber tener una imagen de marca, antes de saber quien mierda somos. Hay que tener primero las zapatillas para poder decir algo.

“No vine a levantar tu fiesta ni a animar tu pub” dice Cevlade y mientras lo dice, se manda un disco que no sólo no te tranquiliza con frases hechas, sino que hasta podría hacerte bailar diciendo “no vine para que brindemos con Heineken” brindando con Heineken. Como si fueras una rubia tarada bailando “la rubia tarada”.

Y Cevlade estira la vara cada vez más y los que lo siguen odiando, la tienen cada vez más difícil.
Cevlade vuelve al pueblo de western del que nunca se fue ni fue suyo, sólo para echar a un par de hueones que levantaban magnums sin balas pero que lo merecían menos que él. Y si las canciones fueran balas, ni la CNI salvará a muchos, porque Cevlade esta vez dispara desde aviones.

La última canción del disco llamada “mis principios no son show”, no sólo barre con todos los hits posibles de sandias o tiros de gracia, sino que los incluye a todos al mismo tiempo.

Esto ya no se trata del barrio marginal del hiphopero, de la dicotomía de pensar o bailar. Tampoco se trata de que cuando Cevlade hable de bosques o ballenas se quede solamente en eso.

Ese pendejo que antes hablaba de cuadernos y se llamaba a sí mismo “el poeta maldito”, casi a punto de suicidarse todo el tiempo, ahora no sólo putea ni sólo dice que los demás no se la pueden con él, sino que parece haberse querido adelantar un par de años a todo lo demás.

Sigue sabiendo que su cuaderno tiene cada vez menos páginas y se lo toma tan en serio que no quiere que nadie más escriba en él.

Y si cualquiera de los dos de Outkast escuchara “el quiere volver”, lo querrían adoptar, por último para que les enseñe a decir “no eres más que un pobre hueón” de la manera que lo dice.

Cevlade ha logrado pasar del rap y volver al mismo tiempo al rap y ya no es de esa gente que podrás poner en la categoría de “amargo” o “ chaquetero”.

La pega le queda desde ahora a los demás y puta que no sólo a los hiphoperos, sino también a todos los que andan inventando horizontes.

Si tienen tan buenos audífonos, acá tienen un artista para estrenar el modelo que se viene.

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