Los detectores de metales en los colegios de Huechuraba

Publicado por Francisco Campos

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Hace un par de días la alcaldesa de Huechuraba hizo noticia por su habitual tendencia a decir y a proponer huevadas. Esta vez, la mejor amiga de Joaquín Lavín (?)  declaró que estaba decidida a instalar detectores de metales en la entrada de los colegios conflictivos como una forma de evitar que los alumnos chorizos entren con armas a dichos establecimientos y agredan a otros alumnos.

Si perfecto, si se pone un detector de metales en la entrada de un colegio algebráico – «de esos con número y letra» – es altamente probable que los muchachines no se agarren a cuchillazos en los baños e incluso se evite que le corran bala al sapo del curso o a los comechivos,  sin embargo, ¿podría un simple detector de metales disminuir la violencia dentro de los colegios y liceos? Evidentemente no porque, si le tengo ganas a un CDSM me lo aforro igual y, si me lo quiero despachar, me lo atiendo a la salida del colegio ¿o es que la honorable alcaldesa pretende que a los alumnos los revisen incluso en la calle para ver si es que no portan armas?

A simple vista, la medida de Carolina Plaza parece una medida facilista y tribunera, sin embargo, si uno lo piensa mejor se dará cuenta que lo que busca la alcaldesa es ahorrarse un cacho y prevenir  que DENTRO en un establecimiento educacional municipal se produzca un hecho de violencia, puesto que si eso ocurriese, indirectamente sería ella la responsable por ser ella la máxima autoridad dentro de la Municipalidad. De esto modo, ella Y NADIE MÁS QUE ELLA es la que se ahorra un posible dolor de cabeza y el resto, que se joda.

Como entenderá una persona con tres – o más – dedos de frente, el problema de la violencia escolar es mucho más profundo y no se soluciona con un simple detector de metales. Un buen ejemplo son las escuelas públicas de California, en las cuales se instalaron detectores de metales hace más de diez años, no para prevenir que los alumnos no se acuchillaran si no que para que no se agarraran a balazos con armas que dejarían chico al narco más brígido de de Chile ¿Resultó? Si, resultó, ya no habían asesinatos dentro de las escuelas – excepto en el baño de la escuela de América X -, sin embargo, los hechos de violencia en la periferia de las escuelas aumentaron considerablemente.

Por lo tanto, resulta evidente que un simple detector de metales no es capaz de frenar ni siquiera un poquito los crecientes índices de violencia escolar. La violencia tiene una génesis mucho más profunda y más complicada, cuya solución no pasa exclusivamente por la desición de una persona, que busca tirarle la pelota a otros. La solución involucra a profesores, a las autoridades y por sobre todo a la familia, la que – cual alcaldesa –  muchas veces se lava  y busca cualquier excusa  para no asumir sus resposabilidades y te va a dejar al cabro chico al colegio y te dice «ya, críamelo, total pa eso erís profesor».

Si la educación funcionara en términos tan skinerianos sería una maravilla, pero no, la cosa está lejos de funcionar así.  La educación es un proceso en el que están muchas personas involucradas y en la que los profesores simplemente somos unos auxiliares, mientras que la gran responsabilidad corresponde a la familia. Si ésta no puede llevar a cabo su labor, para eso están las autoridades pues, para ayudar a las personas y contribuir con el bienestar de los ciudadanos y no para asegurarse la vida y parar la olla  a costa de los votantes. De lo contrario, vamos a seguir lamentando hechos como el ocurrido esta semana en un colegio de Valparaíso en donde un alumno de 16 años apuñaló a un compañero por la espalda.

Por otra parte, la instalación del famoso detector contribuye a la estigmatización de los alumnos del colegio en el cual es instalado, aunque sean los mejores alumnos de la historia de la vida, puesto que basta que en Chile sólo nos quedamos con lo malo, sobre todo en estos casos.  Ya me imagino a una niña que le presenta su pololo a la mamá y la suegra le pregunta «¿oye y en que colegio vas?» y el cabro responde «en el Carolina Plaza’s School» para que luego el rostro de la mamá se descomponga y diga «ahh ¿ese en donde pusieron detector de metales para que los niñitos no vayan con cuchillo?». Listo, eso sería todo.

Espero de todo corazón que Carolina Plaza recapacite y piense bien antes de gastar la millonada de plata, que a nadie le sobra por lo demás,  en detectores de metales que no harán más que dar la hora.

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