Es una fuente de soda que estaría más cómoda en Gran Avenida que en el barrio Bellas Artes, con jabas y cortinas blancas con vuelitos, pero está más llena que cualquier otro bar del sector. Tanto, que incluso hay gente afuera esperando una mesa. Adentro es el lanzamiento del libro del Señor Intestino, un mono alcohólico que ha amasado una buena legión de seguidores en su página web, y que ahora se pega el salto al libro, totalmente autoeditado por su creador, Grotesco. Las empanaditas de queso acompañan a las cervezas de litro en las mesas, y después de una presentación de Lost Astronauta, Grotesco vende su libro. «Hago el cómic, soy el cajero y también limpio», dice mientras firma los libros.
¿Cómo nació el Señor Intestino?
Empecé a ver hartos blogs autobiográficos que se trataban de weás muy fomes, así como “Hoy vi una paloma en la calle. Fin” y con dibujos experimentales, con puras manchas. Entonces dije yo también voy a hacer un cómico autobiográfico, pero con guión. En mi vida no pasan weás muy interesantes pero sí muchas weás tontas. Y lo comencé a hacer pero me di cuenta que era igual a todas las cosas autobiográficas que criticaba así que lo dejé tirado. Un año después me invitaron a participar en una revista con un cómic, pasaron los días y ya estaba en el deadline cuando me preguntaron si es que llevaba algo. No tenía nada, y les dije que”¦ tenía un cómic de un mono que se llamaba Señor Intestino, y va a una librería y se lo llevan preso. Era algo que me había pasado, sólo que no me llevaron preso; vi que tenían un tipo de papel, pregunté “¿Tienen ese papel?” y me dijeron que no. Y me dije, puta, esa manera de agarrar una pequeña weá de la vida cotidiana, y exagerarla, podría funcionar. Y ahí estuve otro año dibujando”¦ Con la única weá en la vida en que yo soy obsesivo, es con los dibujos. Mi casa está pal pico, yo me visto como el hoyo, no tengo muy buena higiene personal, pero lo único que me obsesiona es quedar conforme con mis dibujos. Así que le di vueltas, hasta que armé unas 25 tiras y las empecé a subir.
Oye, ¿y qué es el Señor Intestino? ¿Es un coyote?
No tengo idea. Como te decía, como no tenía nada en el momento que tenía que entregarlo, empecé a dibujar cualquier mono y eso fue lo que salió.
¿Y por qué te autoeditaste? ¿Porqué nadie quiso o fue una decisión?
No, fue una decisión personal. Mira, una vez Alberto Montt, hizo una talla acerca de mi”¦
Sí, justo te iba a preguntar por eso.
Salía que yo estaba en contra del sistema pero me duele en mi corazoncito que el sistema no me pesque. No sé de qué mierda de sistema está hablando, yo nunca he dicho que estoy en contra del sistema, aunque lo esté. Pero yo ahí digo que el que esté cómodo con cómo se están llevando las cosas en el mundo, necesita mucha más ayuda que yo. Pero sobre la autoedición, ahora veo cómo quedó el libro y pienso qué fome sería que atrás saliera “Fondart”. Un Fondart que probablemente no me hubiera ganado, y que hubiera ocupado un año en hacer el proyecto, más otro año de estar en la tensión de si pasaste al grupo B, en el que tienes”¦ ahh, ¡a la chucha! Me demoré mucho menos en juntar la plata para sacar el libro yo. Los canales de distribución son los mismos, la única diferencia que la paja de distribuirlo me la tengo que dar yo. Pero el libro está ahí y me siento orgulloso de haberlo hecho sin la ayuda de nadie y sin haberle chupado el pico a ninguna editorial. Y bueno, ya lo creé, a lo mejor ahora sí me voy a una editorial, para darles en el gusto, jaja.
¿Pero cómo partió la pelea con Alberto Montt?
¡Pero no fue una pelea-pelea!
O sea, tú hiciste una tira y él te la contestó.
Sí, pero yo encuentro que él no siguió mucho mi juego. Yo imité su estilo, no lo dibujé a él, porque si tuviera que hacerlo, lo hago mierda. Todos saben caleta de su vida, porque él anda ventilándola. Lo esto, lo otro, que Planeta, que esta editorial me dijo que sí, que esta me dijo que no”¦ Entonces no sé si se da cuenta que hay demasiado material para hacerlo mierda en un cómic, pero no lo voy a hacer. Porque ahí sería entrar en otro juego que no quiero hacer, que sería caer en la descalificación personal, justamente lo que él hizo.
Yo hice mi tira pensando en contar cuántos weones me dicen que tengo envidia porque simplemente no me gustan mucho sus tiras. Yo no sé qué tiene que ver la envidia en weviar a alguien. O sea, en el colegio uno weviaba al guatón, pero no porque le tuviera envidia, simplemente porque es divertido weviarlo. Y también quería ver si respondía creativamente, pero no lo hizo. Respondió de la manera más fácil. Además es como todo ordenadito y elegante entonces yo cacho que no le interesaba meterse en problemas con un pendejo de mierda.
¿Y qué te pasa con Condorito? Siempre haces guiños a él, primero se suicida en tu blog, después matas a Coné, y le hiciste otro guiño en el libro…
Condorito me parece interesante desde el punto de vista que habiendo tantos cómics, sea el único ícono reconocible y masivo del cómic. Me gusta weviar con él no más, un poco también porque ahora está super fome. Condorito debió haber muerto con Pepo, obvio. Pero no sé, me gusta weviar con él, por la misma razón que wevié a Alberto Montt; a ver si llega algún weón y me dice “¡Qué te pasa con Condorito, que falta de respeto!”.
¿Y cuándo vamos a ver al Señor Intestino en un diario?
Me interesaría, pero el problema sería la periodicidad. Yo prefiero tener una idea buena en un mes, que 30 malas. A lo mejor si fuera semanal, como salía en la Zona de Contacto, podría ser. Igual, el Señor Intestino es un personaje con el que no tengo ninguna pretensión, pero si llegan ofertas no tengo ningún problema. No soy antisistema, si me están ofreciendo ganar plata con lo que me gusta hacer y sin cambiarlo, está bien. Obviamente ni cagando aceptaría que me dijeran “ya, pero no puede tomar copete”, si el Señor Intestino no tomara, nos quedamos como con 3 tiras.
Si quieres hacerte con el libro del Señor Intestino, su segundo lanzamiento es el día jueves 19 en el Club Resto-Bar Zero, en Santa Isabel 0272, a las 19.30. El libro cuesta $2.000. La entrada es totalmente al gratín.
Publicado por Sebastián Alburquerque
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