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La fila eterna para nada (o casi nada): primer día del FICV

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Por Valeria Barahona

Concepción, 00.15. Estoy en Terminal Collao con la mochila colgando y una cerveza en el cuerpo, aún media depre por una semana nublada acompañada de la eterna pregunta ¿así me imaginaba a los 21 cuando tenía 13? Sí, quizás sí. Tal vez no. Después de cuatro días llorando de modo irracional cierro los ojos, las luces se apagan, y comienza la función: bienvenidos al 16’º Festival Internacional de Cine de Valdivia.

-¿Te das cuenta de que podríamos hacer cualquier inmoralidad y nadie se daría cuenta?

-Sí, mira, ahí hay una cabina de teléfono.

Son las 6.14 en Avenida Picarte y estoy perdida sola en medio de la ciudad. Recién a las 7.20 aparece el primer colectivo y somos felices mirando el amanecer en la calle: el día está soleado, hay corderitos en el cielo, flores fucsias y blancas, todo muy verde, mucha enredadera para perderse si baja el cariño de golpe, mientras en el río dos lobos duermen sobre una balsa.

”’Viajo porque necesito, vuelvo porque te amo”’ es una frase que te manda la cachetada sin anuncio. Además, sirve de título a la película brasileña de Marcelo Gomes y Karin Ainouz (2009), que presentaron también en FIDOCS 2010, y narra la historia de un geólogo que viaja para determinar la ruta de un nuevo canal que, por supuesto, cambiará la vida de los habitantes: para unos es la salvación en que madurará el futuro, mientras que el resto piensa en la expropiación y el destierro. Igual como cuando estás entre la casa de tus viejos, acompañado, con calefacción, y comida; o viajar sola/o por el mundo con escaso equipaje frente a un mañana incierto.

Me equivoco de micro y llego media hora tarde a la función. Ya no vale la pena entrar, pero el martes la repiten. En un rato más Elena Varela presenta ”’Newen Mapuche”’ con un pobladísimo Teatro Lord Cochrane. Lo merece. Frente a esas imágenes te das cuenta de que arriesgar la propia piel, ser acusada y encarcelada, son precios ínfimos cuando se trata de mostrar una verdad que muchos quieren ocultar y que a ti, casi como regalo divino, te fue develada.

A la misma hora, pero en el Aula Magna de la UACh, se inaugura el festival con mucho terno, vestidos oscuros, tintura rubia, y Sebastián Silva junto a Pedro Peirano maullando como ”’Gatos Viejos”’. No logramos acreditarnos y ahí estoy en la fila rumbo a colarme. Iñaki Moulian, creador de ”’Amargos”’, comienza a hablarme, nos reímos, me cae bien. Todo es felicidad pero tiene sólo una invitación. Mal. Lo intentamos y pa”’ fuera.

La vida me enseñó que las segundas oportunidades a veces son buenas, por lo que a la media hora entro con Jorge Marzuca, director de ”’Las cuatro esquinas”’, un cortometraje acerca de Osvaldo, que a los 19 años sueña con ser boxeador profesional e instala un cuadrilátero en el patio de su casa. Viene el ministro Cruz Coke, que se ve estupendo, y el avión se nos cae: Afuera de nuevo.

Ya tres veces es mucho, además que aún tengo dignidad. De verdad. Así que el panorama será caminar por la linda y verde avenida de árboles gigantescos que saludan en la UACh, hasta que aparece el hombre de mis sueños cámara en mano intentando atrapar la magia del sur: Werne Núñez.

-Tengo dos invitaciones y voy solo.

Mi cara de cumpleaños resplandece aunque no sé si es por la idea de ver a Cruz Coke repitiendo el discurso siempre, ver el estreno de ”’Gatos Viejos”’, escuchar a la Orquesta de Cámara de Valdivia, o sentir al lado esa voz nasal que me alegra el día. Los pájaros cantan y las flores son más fragantes.

-¿Pero cómo tienes dos? Te apuesto que una es inauguración y la otra clausura- Gonzalo Maza sabe. Game over.

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