Por Guillermo Scott, publicado originalmente en BehindTheReportaje.com
El año pasado me fui con mi compipa Zamilo a Coachella. Yo en esa época chantamaneaba en la Zona, pero el día antes de viajar me llegó un llamado de La Tercera para que jugara a dos bandas. Mis textos de la Zona los publicaron el lunes y el de La Tercera fue con la exclusiva el domingo a hoja completa. Firmé bajo el seudónimo de Roberto Espínola. Me pagaron 100 lucas -les fallaron los cheques y cobré como 3 meses después- y es la única vez que he escrito en Copesa.
En el festival vimos un cartel de lujo y nos portamos como el pico. Revendimos unas entradas y casi nos echan (la plata nos la gastamos en trago), Devendra Bernhart nos regaló una garrafa de tequila, nos dieron hierba medicinal a cambio de la clave del wifi del vip y nos tomamos fotos con todos los famosillos que pudimos. El Zami hasta salió en Cobrasnake. También nos acompañaba Álvaro Farías que aportó su cuota de humor y se mando la Alvarito de su vida cuando a las 2 am consiguió que una minas nos llevaran de vuelta a L.A.
Un amigo nos había dejado su departamento en Santa Mónica y con el Zami teníamos como una semana más en LA, así que había que buscar “temas”. Antes de viajar me avivé y le dije a la coordinadora de la Zona, la querida China Cerda, que se hiciera las gestiones para que fuéramos a la fábrica de American Apparel a escribir un reportaje sobre la marca de ropa más ondera del mundo y sus campañas sociales revolucionarias. Pura paja molida.
Nos dieron visto bueno y teníamos que estar ahí un miércoles. Fuimos y nos recibió un gay pakistaní que nos dio un tour por toda la fábrica. El lugar es enorme, trabajan puros latinos en condiciones laborales estilo google, en donde les hacen masajes y tienen beneficios sociales como de país europeo por parte de la empresa. Nos mostraron una pieza donde monitoreaban en tiempo real las ventas en el mundo, lo que más se vendía en internet y lo que faltaba en stock en las tiendas. Vimos a los coolhunters estudiando la ropa usada como científicos de la nasa buscando nuevas tendencias y el sauna-estudio donde le mismísimo Dov Charney fotografía modelos en el estilo calentón que hace famosa a la marca.
Pero lo más importante que dijo el guía es que American Apparel no gasta un peso en seguridad. La ropa en las tiendas no tiene alarmas, no hay cámaras de seguridad y tampoco guardias. Ellos prefieren que se robe ropa porque así la marca crece y se posiciona mejor. Si nos roban, estamos haciendo bien la pega, nos confesaban en off the record.
El tipo nos dejó solos en la tienda de la fábrica. No había nadie, nuestro anfitrión le dijo al que atendía que teníamos un 50 % de descuento. El nos miró y siguió leyendo su revista. Robé hasta que no me cabía nada más en los bolsillos, en la mochila y en las bolsas que llevaba. Eso sí compre un par de calzoncillos para no ser tan ordinario. Por distintos motivos el reportaje nunca salió escrito en ningún lado.
Guillermo Scott es periodista y parte del staff de Finetzza.com. Actualmente estudia cocina en Buenos Aires.
Publicado por disorder.cl
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