Con un total de más de 75 discos publicados, una nominación a los Grammy (Ana Tijoux – 1977), y un marcado recambio generacional (consolidaciones de Javiera Mena, Alex Anwandter, Denver), el 2010 es el año más prolífico que ha tenido la música chilena desde 1995: período en que se lanzaron clásicos como Los Tres – La Espada & La Pared, Los Tetas – Mama Funk, Lucybell – Peces y Panico – Pornostar. Se trata de un momento que parece resumirse en dos palabras: perseverancia y autogestión. De seguro, las lecturas que se harán con el tiempo podrán detallar con todas las aristas que fue lo que pasó—y acá la respuesta no es terremoto, tsunami, reos o mineros —y por qué se generaron discos como los siguientes.

Por Ignacio Molina

10. Carlos Cabezas – Desamanecer
9. Juana Fe – La Makinita
8. Los Bunkers – Musica Libre
7. Protistas – Nortinas War
6. Cómo Asesinar A Felipes – Colores y Cadáveres

5. ASTRO – LE DISC DE ASTROU (version LP)

Tenían todo en contra—el chaqueteo, la envidia, el odio—pero no se rindieron, consiguiendo su primera meta: editar en formato físico la versión definitiva de Le Disc de Astrou (2009), disco diseñado para escuchar dentro de una nave espacial mientras esquivas meteoritos y cometas que amenazan con noquearte, enviándote de regreso a la Tierra. Por algo Andrés Nusser—líder de la banda complementada por Octavio Caviares, Daniel Varas y Nicolás Arancibia—confesó a comienzos de año que su principal deseo era ‘que Astro llegué a ser parte de la misma movida a la que pertenecen MGMT, Vampire Weekend y Empire Of The Sun’. Idea que, luego de ser invitados a la última versión de Vive Latino, obteniendo, de paso, un contracto con el sello mexicano Terrícolas Imbéciles, actualmente no parece distante. Sucede que canciones tan logradas como Maestro Distorsión, Raifilter y Hongo Atómico, merecen rotar por todo el espacio. Bien por Astro y esta re-edición extendida de su debut.

4. DENVER – MÚSICA, GRAMÁTICA, GIMNASIA

Producido por Cristián Heyne, y con marcadas influencias de Javiera Mena, Los Planetas y Jeannette, este segundo disco de los sanfelipeños Denver logra lo que muchos aspiran y pocos pueden alcanzar: rozar la canción pop perfecta. Ejercicio que ejecutan musicalizando temáticas costumbristas que funcionan como mini historias—o pensamientos en voz alta—que se encargan de abarcar situaciones que no sólo tienen cabida en zonas agrícolas donde viñedos se mezclan con iglesias coloniales y caminos de tierra con caminos de baldosa, sino que están presentes en la cabeza de cualquier adolescente con ganas de divertirse. Como, por ejemplo, letras que—en una primera lectura—van sobre el surf (‘Olas Gigantes’), el skate (‘Feedback’) o la bici (‘Los Bikers’). Si bien se trata de un disco que se aleja musicalmente de Totoral (2008), la aventura llega a buen puerto, ya que Música, Gramática, Gimnasia se acerca a un álbum de pop donde todas las canciones son tarareables o bailables.

3. ODISEA – ODISEA (ALEX ANWANDTER)

Luego de escuchar Odisea, aparece la siguiente tesis: Teleradio Donoso fue sólo la croquera sobre la cual Alex Anwandter boceteaba las ideas que más tarde lo llevarían a crear el disco que siempre intentó grabar. Se trató de una suerte de laboratorio ensayo/error que explotó justo cuando Anwandter—en plan autista—le achuntó a la formula maestra: ritmos y letras depresivas y maníacas por partes iguales, en donde los demonios son exorcizados mediante historias de toda calaña; siendo Odisea una suerte de psicoanálisis, o más bien de psicomagia. A veces todo se presenta cubierto de euforia a lo Juan Antonio Labra (Nuestra Casa de Violencia, Cabros, Batalla de Santiago); y otras todo se cubre de angustia como si se tratara de la peor pesadilla cocainómana de Zalo Reyes (Niño Raro, Mentiras Blancas, Una Nueva Vida), quedando uno con las orejas embelesadas, como las de un perro que está atento al latido y quejido de un Alex Anwandter que parece estár agonizando, negándose a morir sin antes dejar constancia pública de su sufrimiento.

2. JAVIERA MENA – MENA

Violator (1990), Corazones (1990) y Mena (2010) comparten varias cosas. Primero: los tres sólo tienen nueve canciones; segundo: los tres se estructuran desde la base de sintetizadores; tercero: los tres son adelantados a su época; cuarto: los tres son clásicos instantáneos. Así es: luego de casi 10 años de autogestión y perseverancia, finalmente Javiera Mena logró lo que todos esperaban de ella: el mejor disco pop del año. Con una extensa lista de colaboradores—Jens Lekman (voz en ‘Sufrir’), Daniel Hunt (producción en ‘Sufrir’), Kelley Polar (‘Hasta el Amenecer’)—más el persistente rol como maestro-guía realizado por Cristián Heyne, Javiera se despacha un disco de exportación diseñado para pelear a lo Chile-Bielsa —codo a codo y con todas las de ganar—, con los trabajos más selectos realizados en el mundo entero. Sucede que temas como El Amanecer, Sufrir, Hasta La Verdad, No Te Cuesta Nada y Primera Estrella, son, a simple escucha, las piezas más logradas realizadas en los últimos años en Chile, y, ¿por qué no?, en Hispanoamérica. Un estilo más allá del pop, que roza la vanguardia y que a la vez rinde culto a héroes del pasado como Pet Shop Boys o Depeche Mode. Un disco que en sus temáticas se centra, principalmente, en la construcción de la identidad, abarcado la liberación y la aceptación de la propia sexualidad y la configuración del sí-mismo como un todo estructurado. Un registro ubicado a años luz de Esquemas Juveniles (2006), primer eslabón de una carrera meteórica, la que nunca reniega de su pasado—lo que se evidencia en ‘El Amanecer’, el tema que destaca del disco—y que en esta actual etapa, de momentos fugaces, está resolviendo con maestría los ripios expresados en sus inicios.

1. MISS GARRISON – TIRE Y EMPUJE

‘Cuando diga salta; salta, salten. Cuando diga bailen; bailen si parar’. Simple. Directo. Al hueso. Así comienza todo en Tire y Empuje: el mejor disco punkrock facturado en el Chile post MySpace. Uno en donde saltar, cantar y protestar es la única consigna válida para combatir el consumo, lo superficial y el culto a lo estético; es sólo cosa de hojear la Extravaganza! y darse cuenta de lo perturbado que está todo actualmente: el cómo nos invade una propaganda incansable de artefactos que nadie necesita, pero que sirven para persistir en la creación de barreras elitistas, las que desembocan, por ejemplo, en el máximo símbolo de abuso en los últimos años: la creación de la Cancha Vip.

Este es el debut de Miss Garrison luego de dos años de tocatas y autogestión en donde sudaron la gota gorda y golpearon todas las puertas posibles. Estas son las canciones que se necesitaban escuchar y saltar luego de la resaca producida al ver a bandas como Los Howlers o The Grand, las que trataron de pasar por punk mientras copiaban a destajo la estética y el sonido re-facturado por The Strokes o Arctic Monkeys. Pasa que “El hombre llega a querer tanto la materia y lo que produce, que se lo llega a follar”, como señala Matías López, guitarrista del trío que complementa la vocalista, baterista y tecladista Francisca Straube y el bajista Tomás Rivera. De seguro, el mejor combo punkrock abusado por maquinas, sintetizadores y pedaleras del último tiempo. Uno en donde los instrumentos suenan compactos, filosos, tomando protagonismo y pasando desapercibidos en el momento justo: Straube canta cuando tiene que cantar, grita cuando tiene que gritar, se calla cuando se tiene que callar. Lo mismo pasa, pero en la guitarra, con López, quien parece patinar por sobre sus pedaleras, lanzando notas que cortan el tiempo marcado por las líneas de bajo de Rivera (Plastic Señorita, Ivanna X).

Pero, ¿qué significa Tire y Empuje? López lo explica: ‘Cuando vas a un mall, para entrar es tire y para salir empuje. Y para toda la vida es lo mismo. Tiras y tienes un hijo, empujas y lo sacas de tu guata, ese paralelo nos gustó; entrada y salida de lugares públicos y púbicos’. Bien; pero tal vez tirar y empujar va, inconscientemente, sobre perseverar, persistir, lograr lo planteado. No rendirse. Y menos en estos tiempos: ‘si el hombre llega a follarse un pedazo de plástico es que estamos hasta el pico’, remata López. Tire y Empuje: media hora de canciones de estructuras tan diversas que suenan casi como si estuvieran improvisadas. Una propuesta diferente a lo generado en los últimos años en el rock nacional. Un disco para escuchar mil veces, hasta llegar, incluso, a abusarlo.