27 de febrero 2011. Un año del terremoto. Mientras la mayoría de Chile estaba pegado con el Festival de Viña y los especiales de la catástrofe, en un Teatro Caupolicán que aún tenía espacio y pasadas las 22:00 horas, James Murphy y su banda, LCD Soundsystem, subieron al escenario a tocar por última vez en vivo.

La agrupación neoyorquina se separaba por distintas razones. La oficial: cada uno quiere tener más tiempo con sus familias. Entendible, ya que James ya pasó los cuarenta años y el ajetreo de las giras es bastante exigente.

Antes de LCD Soundsystem, tocó Matanza, un grupo chileno que como telonero estuvo bastante bien, con ritmos exóticos que iban desde las notas andinas al house y hip-hop.

Luego, la banda estadounidense desplegó toda su artillería sobre los asistentes empezando con «I’m not in love». De ahí en adelante (es decir, durante todo el concierto), los artistas contaron con la complicidad de un público devoto que aplaudía y coreaba cada uno de los temas. «Daft punk is playing at me», «Tribulations», «Yeah» y «I can change» siguieron amenizando la noche.

A Murphy le gritaron «gordito» pero de forma simpática, con cariño. Y entre los clásicos «Get Innocuos» y el tremendo final con «Losing my edge» y «New York i love you, but you’re bringing me down», los gritos sonaban simpáticones. Las casi dos horas de concierto se hicieron nada. El tiempo vuela en los buenos momentos.

Dicen que ésta es una de las bandas que uno no debe perderse en vivo. Y al parecer realmente es así. Lamentablemente, este era la última oportunidad para verlos. Hasta ese esperanzador reencuentro al que siempre estaremos atentos.