
Por Valeria Barahona
Imagino que todos queremos creer. Imagino que todos queremos caminar tranquilos. Imagino que todos queremos echarnos bajo un árbol frondoso. Imagino que todos queremos un lugar mejor donde vivir, pero para concretarlo necesitamos un Estado que realmente vele por nuestro bienestar. Sin embargo, lo que va de semana nos demuestra que los US$3600 millones que significan la concreción de HidroAysén se superponen a la opinión de la ciudadanía sobre su propio futuro.
Confieso: no conozco Aysén. No obstante, las fotos de mis amigos son bien decidoras sobre la belleza del lugar, y el daño paisajístico que provocarán cinco centrales hidroeléctricas, además del tendido que atravesará el país, es un insulto a la inteligencia de cualquier persona. Pero siento lejana la Patagonia porque no la conozco. Sin embargo, hace un tiempo estuve en Ralco.
La Cordillera de Los Andes majestuosa, las araucarias testigos de cientos de años, senderos por los que en horas no encuentras a nadie, y el sonido potentísimo de las aguas del Biobío, esto sin contar el valioso patrimonio humano que constituye la comunidad pewenche, con sus ritos, música, comida, y costumbres propias, como un vivo recordatorio de quienes realmente somos. Todo flagelado por las torres y cables de Endesa.
El lugar donde sepultaste a tu familia está inundado. Cada día llegan camionetas con hombres a los que no les importa ni respetan tus modos de ver y hacer las cosas. En la mañana abres la ventana y ves cables y más cables. Las aguas rebeldes donde te lavaron después del parto ahora son un tranquilo embalse. La gente a la que le prometieron trabajo ganó plata un tiempo, pero ahora está cesante, ya que bastan sólo unas pocas personas para controlar la central.
¿Ese es el progreso prometido?
La generación eléctrica de HidroAysén no será para encender las luces de la casa, su fin es abastecer a la gran industria, apoyada por un Estado que no escucha a quienes es su deber proteger. ”’No me dejes despertar, déjame seguir soñando, me pregunto ¿hasta cuándo?”’ Café Tacuba.
Publicado por disorder.cl
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