Por Francisco Campos D. / Fotos: Camilo Salas K.
El 31 de julio se celebró en la Quinta Normal las Fiestas Patrias del Perú con motivo de los 190 años de la independencia de nuestros vecinos, y para allá partimos tempranito con el manso diente para degustar todas las maravillas de la gastronomía peruana a precios «casi» populares. De entrada se veía que la cosa iba a estar buena pues todo giró en torno a la comida; también en torno a la cumbia, pero en mayor medida fue gastronomia típica peruana, de la que me arrepiento no haber disfrutado más pues es mi comida favorita.
Acá una breve descripción de las maravillas que alcancé a probar entremedio de toda la aglomeración de gente, que incluía familias de chilenos y peruanos, gente con bajón, curiosos, gente que fue a comer empanadas y papas fritas y un amplio hipsterío presente, que andaba en búsqueda de una exshperienshia shuper étnica.
Ceviche:
Como andaba con la mansa caña, mi objetivo principal era entrarle al ceviche lo antes posible para poder después quedar en mejores condiciones y estar habilitado para seguir comiendo. Al principio caché que en muy pocos lugares estaban vendiendo ceviche así que me di hartas vueltas hasta que pillé un lugar casi el final de las cocinerías pero, antes que alcanzara a pedir un plato, llegó el SESMA y le prohibió a los dueños seguir vendiendo ceviche. Una mierda. Sin embargo, Camilo alcanzó a comprar un generoso plato de ceviche de reineta con camote a tres mil quinientos, que estaba la zorra misma (arriba en la foto). Más adelante alcancé a probar otro ceviche que ‘ me costó dos lucas, pero que era más variado porque traida chicharrones – grasa frita de cerdo cortada en tiras – jibia, merluza, reineta y maíz cusqueño, aunque no estaba tan bueno como el primero. Como a las dos horas después, me di otra vuelta y caché que había otro lugar vendiendo ceviche pero que tenía una cola ENORME, así que opté por quedarme con «las ganas» y seguí comiendo otras cosas.
Carapulcra con escabeche:
Luego del impass con el ceviche, seguí recorriendo las cocinerías y justo al costado del local al que le habían prohibido vender ceviche había un tipo con un fondo de un metro sirviendo una especie de estofado. Resultó que el estofado se llamaba «carapulcra con escabeche», algo que en mi perrísima vida había siquiera escuchado, pero que, pese a las dudas iniciales por mi ignorancia, resultó que estaba más bueno que la chucha. El plato está compuesto de varios tipos de papas – amarilla y dulce – gallina, arroz, ají y maíz cusqueño, una verdadera bomba para el estómago, que afortunadamente no causó estragos en mi digestión y me dejó bien compuesto y entero de ready para seguir comiendo. El plato costaba $3500, un poco más caro que el común de los platos disponibles, pero era una porción bastante que generosa que incluía además una presa de pollo y ensalada de papas con cebolla.
Anticuchos de corazón de vacuno :
Honestamente, debo confesar que soy medio mañoso para comer y hay cosas que me provocan cierta inquietud, por decirlo de alguna manera. Tal es el caso de los interiores, panas, higado, riñones, corazón, etc, no obstante, la idea venir a la fonda era probar cosas que no estoy acostumbrado a comer y una de esas comidas poco habituales fueron los anticuchos de corazón de vacuno, el que probablemente era el plato más común dentro de la fonda y en la gran mayoría de los lugares vendían tres por 1500, Con un poco de temorme acerqué a una parrila y le pregunté a un caballero de que eran los anticuchos y me dijo «son de corazón de vacuno», al cachar que mi cara como que se desformó un poco por la impresión me dijo «pruebe y, si no le gusta, no me lo paga». Puta, ante la oferta, le metí diente a los famosos anticuchos de corazón, que venían con un camote y un ají rocoto que me picó hasta el tuétano. Cual sería mi sorpresa al sentir que, esa carne que yo consideraba un asco, resultó ser una maravilla porque la carne era blanda y sabrosa, con una textura un poco extraña, pero rica al fin y al cabo. Al final, me gustaron tanto que me terminé comiendo seis.
Postres:
La oferta de postres era tan variada como la de platos «salados», así que igual había harto de donde elegir. Lo lógico era que partiera por el que quizás es el postre más tradicional de la comida peruana, el suspiro limeño, así que partimos a una cocinería que tenía casi puros postres y ahí le entramos al famoso suspiro limeño que costaba $1000 el pote. De este postre, no puedo decir mucho que no se sepa, aunque puedo señalar que personalmente no puedo comerme una porción entera porque es demasiado dulce, así que le di un par de cucharadas y me cambié a una especie de mousse de maracujá que estaba de otro mundo, suavecito, con la dosis justa de azúcar y bien esponjoso y que también costó luca. De ahí me tiré con la crema volteada, nombre que recibe la leche asada, que no estaba particularmente del otro mundo porque justo elegí una que no tenía mucho caramelo y estaba un tanto seca. Finalmente, con el último respiro y con el último espacio de mi estómago me comí un trozo gigante de torta tres leches que igual estaba re pulenta, con harta crema y que solamente me costó mil pesos. Desgraciadamente, por una cuestión de capacidades estomacales, me fue imposible comer mazamorra y arroz con leche pero, escuché que igual estaban bastante buenos.
Estaba todo más que rico y por cinco o seis lucas uno se podía servir hasta cuatro platos y quedar bien pochito. Lo que me cargó eso si, es que faltaron basureros en donde botar los platos y, los pocos que habían, estaban atestados de basura. Un tirón de orejas para los organizadores (?). Además, ¿Qué chucha la gente que anda con coches y cree que poco menos la vereda es de ellos? pero bueno, ese es otro cuento.
Espero que esta idea se repita, no sólo para el aniversario del Perú, si no que para el de México, Italia o algún otro país que haya mandado hartos inmigrantes a quitarnos nuestros trabajos (?).
Publicado por disorder.cl
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