Por Vadim Vidal D.
Lo primero que averiguarÃa es por qué la recopilación -o libro, o revista literaria- en cuestión se llama como se llama: Gutiérrez. Pero como estoy de vacaciones no voy a llamar al editor, ni voy a buscar reseñas para aclarar la duda. No me lo pidan, yo simplemente lo leà y lo reseñé. El periodista que sigue siendo reportero en sus vacaciones es un buen pedazo de perdedor.
Asà que me gusta pensar que un dÃa el compilador, Andrés Braithwaite (sale su nombre en la tapa, investigación igual a cero) estaba tomando cervezas con algunos de los 32 autores compilados y de repente dijo algo asà como “¿Y por qué no hacemos un libro wn?â€. No tengo cómo comprobarlo porque, lo dicho, estoy de vacaciones y no voy a abrir otra pestaña para averiguar nada del libro. De hecho escribo esto mientras todos los de mi casa duermen siesta.
El punto es que Gutiérrez es un experimiento, un libro o revista que reúne 32 inéditos de 32 escritores chilenos. Ordenados por alfabeto y sin ninguna presentación ni explicación, ni del por qué del libro, ni sobre los autores. El que los conoce los conoce y el que no, esta es la ocasión.
De hecho hacen la lolerÃa de poner los nombres en un costado de manera vertical, asà que algunas veces se pasa de un autor a otro sin saber del cambio. Lo que no es del todo malo.
Dentro de ellos están nombres que respeto y conozco como Pablo Azócar y la Ale Costamagna, el primero con un poema que no es del todo un poema y la segunda con un par de relatos que tienen harto de lÃrica. En verdad, y lo descubrà ahora mientras lo escribo, quizás la lógica sea esa: narradores que beben mucho de la poesÃa y poetas que son bastante prosistas (si es que esa palabra existe, no la voy a buscar).
Claro, también está Bertoni con unos poemas bastante menores, pero como influencia de muchos. No tengo el gusto de conocer a todos los poetas publicados, pero tienen harto del único poeta en ejercicio que vende libros en el paÃs (Bertoni). Está esa prosa de la vida común con lenguaje de la calle que permea a Azócar, Héctor Figueroa (no lo conocÃa y me gustó bastante), Yuri Pérez, un poco también a Zambra (que cierra la lista con un bello poema) y al espléndido Julio Carrasco.
También hay algo del menos respetado de lo poetas respetables, Óscar Hann, que es como el inverso a Bertoni, publica muy poco y bien disparejo (acá se manda unos mamotretos lastimosos) y Gumucio Rafael, quien juega a fabricar aforismos; que no están malos, pero, de tanto leerlo en cuánto pasquÃn pagado existe, ya todo en él huele a fórmula. Lo digo siempre desde la vereda del respeto y la buena onda.
Hay cosas muy nostálgicas del nostálgico Roberto Merino (que es como Julito MartÃnez, siempre nombra Los Gobelinos) y un experimento bastante pedante del muy sólido Carlos Labbé.
Marcelo Mellado y Rodrigo OlavarrÃa, cada uno desde lo que sabe hacer, cuentan historias que dan ganas de que se extendieran aún más y Jaime Huenún se manda una suerte de manifiesto de mapuche de ciudad que es para hacerlo canción.
#Corta: Vale la pena desembolsar las módicas cinco lucas que cuesta. Yo lo encontré en la Takk del costado del Drugstore, pero sé que también está en la librerÃa del GAM (el centro cultural by Puma). Se lee rápido, lo que es siempre algo agradable. Y, si se me permite la cursilerÃa, dan ganas de ponerse a escribir al terminarlo. No lo hice, porque estoy de vacaciones, ya se los dije.
Publicado por disorder.cl
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