
Por Luc Gajardo
Advertencia: Esto no es una nota periodística del evento. Tampoco una crítica de música ni crónica de vida social. En el mejor de los casos es el desclasificado de un maquillado mail de excusa a un editor que te envía a cubrir un evento al que llegaste-oliste infierno-y huíste, en el peor, también. Advertid@.
Hay tipos a los que se les llama los hombres herradura. Sienten un especial y absurdo placer por meterse en las patas de los caballos. Situaciones de las cuales es imposible salir sin una que otra patadita. Ese era mi caso en la fiesta del agua con vitaminas. Una fiesta en la que no tenía absolutamente ningún pito que tocar, con excepción de los paraguas de Villa Alemana con los que me envalentoné y que, como era de esperar, no me pusieron precisamente en un estado sociable, sino más bien me dejaron pasado a miedo y disociación.
De Devendra Banhart la verdad no conocía absolutamente nada más que había venido al Lollapalooza y que gente se había quedado afuera por lo que, suponía, era como la gran hueá. Además en Twitter algunas minas se quejaban de que era una mierda que el hueón viniera a una fiesta así de elitista y que los verdaderos fans se estaban quedando afuera. Una amiga al que le gusta, y harto, dice que el loco tiene una onda como del finado Spinnetta, con cosas de un tipo sesentero llamado Donovan, y que juega de una forma sexy con la lengua latina. En limpio saco que el tipo algo de cosquillas en la buceta‘ le hace a las minas y contra eso no hay mucho que hacer, pese a que en mi ignorante opinión no es otra cosa que otro pasillo de Ripley, al lado de Calle 13, que es la versión ‘urbana’ ‘contestataria’, y este sería la versión más ¿’cool’? ¿’world music’? ¿’pitilla’? Un murmullo aturdido constante y monótono que vi un rato y después escuchaba a lo lejos mientras intentaba sacudirme ,a punta de aguitas con vitamina, el olor a crisis de pánico que me envolvía. Con todo respeto, ¿A quién se le ocurre una música así, en el mejor de los casos piola y en el peor fome, para una fiesta? ¿Tendrá algo que ver con la idea de no despeinarse el jopo perfecto, de no mojarse el ala con transpiración?
Basta.

Es lo peor ser de esos tipos que van a estos eventos extra lais y salen pelando. Que no soportan la música de tienda cuica y odian las pintas extraordinariamente sobre producidas para verse casuales, que’ mastican ganas de violar y matar a tanta mina insoportablemente rica, ondera e inalcanzable. De alguna forma sienten que se están traicionando por estar ahí. Otros simplemente encuentran que no tienen nada que estar haciendo entre gente hermosa que transpira felicidad y ego inflado de éxito y cuentas bancarias ídem. Más que desprecio, sentía una honesta mezcla entre vergüenza ajena, asco, contraste, y una dosis no menor de envidia. Este escenario multicolor y sobre atendido, de bronceados brillantes y sonrisas Pep y flashes, era particularmente bizarro para mí porque acostumbro ir al Muelle Barón y es un lugar muy, muy tranquilo, lo que convertía todo el asunto en una especie de pesadilla de tele y Twitter.
Ante este escenario hay pocas opciones: quedarse y esperar elegante y masoquista, un desenlace desastroso, tratar de conversar y sicopatear con los pocos amigos que pillaste y que están obviamente también en una posición más de espectadores del show que de protagonistas, o dejarse llevar por los instintos de supervivencia, dar las gracias por todo y huir como un animal herido, como una rata envenenada, del lugar.
Obviamente me la jugué por la segunda, pasadito la medianoche, como un ceniciento. Insportablemente volado y sobrio y triste caminando muelle afuera. En ese momento creo, eso decían, estaban empezando a poner música los Hot Chip y, según caché más adelante, hubo fuegos artificiales y una onda bien de comercial azorrado. Para ese entonces merodeaba en el Casino de Viña, como mi coterráneo Mente Enferma, y me topé con el Negro Piñera en polera de Bob Marley conversando con el Che Copete. Habría foto del encuentro si no fuera porque calculo que en ese instante mi colega Scott, como me confidenció después, se caía de culo por la pasarela multicolor o le convidaba néctar en el baño al director de Hostel que andaba hueveando allá también.
Para el final de la noche figuraba en un bar y en la mesa del lado chupaban, cagados de la risa, los hijos ilustres de la Ciudad Jardín y verdaderos hipsters que alguna vez pisaron la Quinta, Canal Magdalena (quienes en un mundo correcto y justo, deberian haber estado tocando en la fiesta), y la sola idea del chiste de Summer loser boy me hizo sentir un verdadero cliché.
PD: aunque digan que la fiesta estuvo super hipster y abacanada, no era para tanto porque Camilo no fue. Ojo con eso.
Publicado por disorder.cl
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