Oblivion: sigue al conejo blanco

Publicado por Ignacio Molina

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Dirigida por Joseph Kosinski (Tron: Legacy) y protagonizada por Tom Cruise, Olga Kurylenko y Andrea Riseborough, son diversos elementos los que hacen a Oblivion (2013) una imperdible dentro del género ci-fi. Y para qué esto no te suene a cliché, acá van sin orden de preferencia en particular:

a) La arquitectura detrás de las residencias de los protagonistas. La primera de ellas, erguida cientos de metros sobre la superficie de la Tierra, al estilo Los Supersónicos pero quizás tomada de un sketch inédito de Le Corbusier: utilizando la ventana alargada y la fachada libre de forma implacable. Despiadada. La segunda, en las faldas de un lago en medio de un bosque, facturada mediante piedras y maderas, tal vez con algunas cositas de Alvar Aalto. Repleta, además, de objetos provenientes de un pasado que siempre fue mejor: vinilos («Led Zeppelin II»), pinturas (“Christina’s World”), libros (“Cantos a la antigua Roma), dando cuenta, a la vez, de un futuro que no vendrá, que no quiere venir.

b) La producción artística de Joseph Bahran y los efectos especiales de Michael Meinardus, quienes destruyen, a destajo, la Estatua de la Libertad y el puente de Brooklyn. Como también la fotografía de Claudio Miranda, que por momentos parece haber visto completa la videografía de Bjork y Sigur Rós.

c) Las motocicletas, las naves, las bases, los drones. Todo la tecnología y el aparataje ci-fi que, por ahí, hace imaginar una posible película de Robotech.

d) Los homenajes, los guiños, los plagios. Desde “Blade Runner” hasta “The Matrix”. De ““2001:  A Space Odyssey” a “Total Recall”. De “Solaris” a “Moon”.

e) La banda sonora creada por Anthony González y Nicolás Fromageau: M83, quienes ya habían coqueteado en las cintas Chronicle (2012) y Cloud Atlas (2012) pero que acá, en Oblivion, toman el mando completo de la orquestación.  Zonas colosales que estructuran un contexto adecuado para ir desplegando a los personajes.

f) El triángulo amoroso (Jack Harper, Julia Rusakova, Olga Kurylenko) que frecuentemente parece estar pasando colado en medio de una trama que apunta hacia un posible fin del mundo, hacia una devastación (pero justamente de eso no se trata Oblivion).

g) La inexpresión y aparente insensibilidad de los protagonistas. Ellos son los últimos sobrevivientes de la Tierra. Ya han pasado por todo tipo de hecatombes. No son más que un trozo de hielo en la escarcha. ¿Humanoides?

 

TRAILER:

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