Estoy en la Sala Radical del bar The Clinic. Acaba de terminar la función de prensa de «La cosas como son», del director Fernando Lavanderos. El mismo detrás de «Y las vacas vuelan«, una de las películas fundamentales del cine chileno independiente. La cinta va, en una primera parte, sobre un tipo ermitaño y neurótico (Cristóbal Palma) que administra una hostal para extranjeros, a quienes somete a una serie de restricciones y paranoias. Luego, en la segunda mitad, va sobre este mismo tipo y su bizarra forma de relacionarse con una coqueta noruega (Ragni Orsal)’ que llega a Chile para realizar trabajo social en una escuela de Quilicura.
Cuando estoy procesando el final del filme, pensando que fue un tanto repentino, a la sala entran los actores y alguien avisa que se realizará una rueda de prensa. Seguido, desde el pasillo que divide las butacas, asoma un carrito ””esos de completos””cargado con cervezas y bebidas.
Decido quedarme a tomar’ e intentar sacarle el whatsapp a una periodista rubia y con pantys rojas que tengo a mi lado.
Estoy en esa tarea cuando tras bajarse unas cervezas algunos periodistas, casi obligados, comienzan a hacerle las respectivas preguntas al director.
Un periodista de tercera edad dice:
Nunca me gusta adelantar sobre lo que voy a escribir en mi reseña. Me conocen por eso. Pero esta vez haré una excepción. Tampoco quiero ser iconoclasta o algo así, pero bueno. Yo no conocía a Cristóbal, primera vez que lo veo. No tenía idea que es fotógrafo. Me imagino que es una persona conocida dentro de su ambiente. O sea, los que vean la película van a reconocer más a Cristóbal Post que a Jerónimo. Perdón: Cristóbal Palma. Pero bueno, la idea que me quedó a mí, al verlo desde la primera escena, fue la de un rabino. Por la barba. Ahora, con todo cariño, la niñita ””esta niñita noruega”” tenía actitudes parecidas a la de Scarlett Johansson, en varios momentos. ¿Ya? Ustedes ya ven para donde voy. O sea me iba metiendo en la película de un director bastante conocido
Le doy un sorbo a mi cerveza. Es de una marca española que no conozco.’ Luego el periodista de tercera edad dice que la película le recordó, también, a Pasión (1969) de Bergman. Y comienza a señalar una serie de elementos que ni Freud, ni Jung, ni Lacan hubiesen percibido. Nombra las micros del Transantiago, nombra una escultura de un ahorcado, nombra unos zancudos esparcidos por el pasto o algo así.
‘«La intertextualidad me parece bastante evidente’»,’ dice luego de nombrar esa serie de elementos.
Y cuando termina el monólogo, dice, también: ‘«Pregunta. ¿Hasta qué punto Woody Allen influye en esta película?’»
‘«Yo creo que poco ””le’ contesta el director””. No me considero un seguidor de Woody Allen’», agrega, encogiéndose de hombros.
Alguien se ríe en el fondo de la sala.
Le doy otro sorbo a mi cerveza.
Minutos antes de la ronda de preguntas y respuestas, el director había tratado de de dejar en claro que pretendía‘ con «Las cosas como son»:
1. Hablar de la segregación y desconfianza en la sociedad chilena.
2. Trabajar con ”’no-actores”’. (La única actriz es Ragni Orsal: Sanna, la chica noruega que el periodista de tercera edad acusa de recordar a Scarlett. Ella, por cierto, fue elegida mediante un cating vía Skype).
3. Improvisar en el rodaje: el guión no se le pasó a los actores. Sólo se transmitió la’ intención de las escenas.
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Sigo en la Sala Radical. Ahora estoy sirviéndome una champaña, cuando un periodista joven dice:
Me llaman la atención algunas cosas del montaje y los ritmos. Al principio veía al personaje. Veía al mundo en que se desenvolvía. Y también, de cierta forma, al saber que Cristóbal es fotógrafo, me imaginaba una historia de estas que se hacen mucho últimamente. Estas súper minimalistas, de personajes medio hipster, que no les gusta salir de su casa. Esto me llevó a pensar: bueno otra película más del género. Ya después cuando se integra el componente social, todo se vuelve más relevante y más crítico. Me llamó la atención como el primer texto de la película de pronto te lleva a otro lugar. Como el corazón de la película se desarrolla más rápido y más tirado hacia el final.
Saboreo la espuma de la champaña, me doy vuelta a mirarlo, y el periodista joven dice:
‘«¿Hay una opción detrás de eso?’»
‘«Sí’», le contesta el director, encogiéndose de hombros otra vez.
Obvio que sí, pienso.
Siguen las preguntas y respuestas.
Y siguen las champañas. Faltan los quesos, pienso.
El resto de las preguntas es de la misma tónica: con fabulosas introducciones, arrojando un par de nombres de directores y películas, con cuotas de ambivalencia.
Cuando se acaban las champañas me acerco a Cristóbal Palma, quien interpreta a Jerónimo, el protagonista. Aprovecho de despejar algunas dudas y tener, claro, material de primera fuente. Le pregunto sobre cómo fue trabajar sin guión. Cristóbal contesta: ‘«Siento que fue la mejor manera ya que Fernando trabajó con no-actores. Por ejemplo, yo no tengo el training de la actuación, Isaac tampoco. Con un guión uno trataría de ponerse actuar y saldría pésimo. De este modo se mantuvo cierta honestidad en la no-actuación’».
””¿A qué te refieres?
“Fernando logró una dinámica en que cada escena se hacía natural. Se trató de no forzar situaciones. Siempre hubo una discusión sobre como reaccionaría cada personaje. Entonces se mantenía una naturalidad, no solo en la actuación, sino que también en la situación. Fernando me decía: ”’Ahora vas a entrar a la pieza, va a estar con Sanna y ””por ejemplo”” le vas a pedir que se junten más tarde. Háblale sobre eso”’. Yo nunca leí un texto. Nunca leí un guión»
””Los diálogos, entonces, venían de tu cabeza.
«Claro. A veces Fernando me pedía que le dijera ciertas líneas, pero luego improvisaba sobre ese tema»
””¿Cómo construiste el personaje? ¿En base a alguna película o a un amigo? Él se caracteriza porque es un tipo muy difícil de acceder, negativo,’ poco empático.
«Hubo una negociación con Fernando sobre las cosas que haría o diría el tipo. Yo me lo imaginaba así: parco, inseguro, para adentro. Al mismo tiempo el tipo es bien transparente, no me imagino que tuviese un pasado muy particular: siento que no supo qué hacer en la universidad, qué le faltaban proyectos. Eso. Con Fernando trabajamos ese marco, construimos juntos este personaje»
Cristóbal me pregunta si me gustó la película. Le digo las cosas como son. Después me dirijo hacía el’ escenario de la sala, donde está Isaac Arriagada (18), la sorpresa del film. No contaré nada de su personaje, porque, claro, ya no sería la sorpresa del film. Isaac está ocupado ya que le están haciendo una entrevista. Son varios los periodistas que hacen fila para sacarle alguna cuñita. Espero mi turno, después me acerco, después le toco el hombro, después le digo:
””Isaac, felicitaciones. Sorprendiste; de pronto te robaste la película. Ahora, Fernando dijo que hubo harta improvisación en el proceso. La escena donde le enseñas a bailar reggaeton a la gringa, por ejemplo, ¿La improvisaste?
«Ese baile que me pegué estaba escrito en el guión. Eso sí: fue súper complicado enseñarle a bailar. Tuvimos que practicar una y otra vez. De primera no salió la escena. Tuvimos que hacerlo como cinco veces hasta que salió»
””Dejaste en claro, hace unos minutos, cuando le hablabas a la prensa, que no venias del mundo de la actuación: ¿Cómo llegas a trabajar en ”’Las cosas como son”’?
‘Conocí a Fernando mediante un taller que él hacia en un colegio de Quilicura donde iba mi novia. Yo la acompañé un día y Fernando me hizo actuar. Fue mi primera vez. Después él me dio la oportunidad de actuar en esta película. Me dijo: ”’Encuentro que eres bueno, siento que sirves para el personaje”’. Yo pensé: esta es la mía, tengo que aprovechar. Al principio me costó adaptarme, pero después él hizo que se me diera todo fácil. El proceso duro unos tres meses, aprendí mucho. Aprendí, sobre todo, a tener personalidad”’.
Concurso: Ganaron, Nadia, Ariel,’ Christian. Revisen su correo ahora mismo.
Publicado por Ignacio Molina
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