
Esto es tanto sobre el concierto de The Afghan Whigs como de un pelotudo de 40 años. Un tocata maestra y una lección vida. El aguante inmortal de Dulli y un ser anónimo que recién cumplió 4 décadas. Un tipo que hace poco me dijo humildemente: “Oye si conoces a alguien que quiera entradas para ver a los Afghan Whigs me avisas”. ¿Para venderlas? No. Este tipo estaba dispuesto a comprarle la entrada a cualquier fanático que no tuviera el dinero suficiente para ir a ver a Dulli y compañía. Este pelotudo no es millonario, no creo que tenga dinero como para tirar billetes en todas las esquinas. Simplemente le gusta mucho la música. Y eso en si es más bonito que la chucha. Es amor puro, por gente que tal vez no conoce. Es darle un poco de algo que él quiere mucho a los demás. Y esas cosas ya no pasan en un mundo tan egoísta.
Los Afghan Whigs en vivo son una patada en los testículos. Una patada bien merecida. Es manejar un auto gringo, de los de verdad, de los que consumen gasolina. Prenderlo e irse a toda velocidad y hacer piruetas como los Duques de Hazzard. Un concentrado de la frustración de Dulli, con su lirica desgarradora, al dar un show a pesar que el Amanda no estaba lleno. Un show que los Whigs dieron igual. Sin censuras. Tan así que al Greg se le olvido como iba una canción (Son of the South) pero eso no importó y dio la orden de empezar Milez is Ded de una. Y a nadie le importó.
Una banda legendaria. A pesar de no seguir los parámetros que todos suponen conocer de la década de los 90s. Una década donde la dictadura grunge y otras pócimas fueron lo que predominaba en el gusto, no solo nacional, pero de gran parte de este lado del mundo. The Afghan Whigs son difíciles de catalogar. Algunos les dicen oscuros, otros quizás que etiqueta le pondrán. Pero digamos que etiqueta no tienen. Porque no la necesitan. Son un genero propio. Son rock a la medula, emocionante, para llorar si te pateó una mina o para morirte de la risa mientras estas borracho con tus amigos de toda la vida.

Las moralejas de todo esto:
1. No se dejen llevar. Lo de los Whigs fue uno de los mejores conciertos del año. Cuando uno no conoce a la banda, eso no quiere decir que el concierto sea malo. Y esta vez fue así. Un espectáculo bien hecho para un puñado de espectadores que quedaron peinados para atrás. Potencia y rock.
2. No envejezcan nunca. La vejez está en la cabeza. Y este pelotudo de 40 años del que les hablaba estaba en primera fila, con su polola, ambos recibiendo toda la música de los Afghan Whigs como si fueran unos malditos adolescentes. Greg Dulli y sus compañeros lo saben.
Setlist
Intro
Parked Outside
Matamoros
Fountain and Fairfax
The Lottery
Debonair
Turn On the Water
Uptown Again
Algiers
Royal Cream
I Am Fire/Tusk (cover de Fleetwood Mac)
Gentlemen
It Kills
Going to Town
Heaven on Their Minds (cover de Andrew Lloyd Webber. “Jesucristo Superestrella”, ojo)
Somethin’ Hot
My Enemy
Son of the South
Miles Iz Ded / Into the Floor
Faded
Publicado por Cha Giadach
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