Por Sebastian Cavallo
-Esto no es una lista de los lanzamientos, ni una visita a cada anuncio. Para eso, existen enormes portales encargados de recopilar esa información. Recomiendo encarecidamente IGN y GameSpot para los interesados-
“Se revela el futuro”. Ese es el slogan hasta el día de hoy de la convención más importante de la industria de los videojuegos a nivel global. Conocida como E3, la Electronic Entertainment Expo, reúne año a año a miles de personas, dando la oportunidad a los peces gordos del rubro de presentar lo que estará disponible en el futuro cercano. En un centro de convenciones en Los Ãngeles reposan los sueños y esperanzas de millones de almas que ansiosos, esperan a ver cuál es el nuevo rumbo que tomarán sus experiencias detrás del control en el futuro cercano. Esto, en teoría.
Sin embargo este año, considerado como uno “flojito” por muchos de los especialistas, deja un sabor amargo. Una sensación de más de lo mismo; de estancamiento. Los desarrolladores de las plataformas, parecen contentarse con un dominio tripartita del mercado, dejando ahí, en la arena, competir a los desarrolladores, quiénes deben inventar estrategias para de alguna forma u otra, vendernos anualmente uno de sus productos reciclados.
Ese es desgraciadamente, el sentimiento de muchos. El que nos dejó una exposición que a ratos se transforma en la materialización misma de una relación simétrica en la que los jugadores y consumidores, nos vemos atrapados por lo que el mercado nos ofrece; aunque a veces la variedad sea escasa.
No me malinterpreten. Todavía tengo parte de ese gran gordo granudo dentro de mí, al que se le sacude el cuerpo y se le pone la piel de gallina al ver en la conferencia de Nintendo, el anuncio sobre el nuevo Zelda para WiiU. Pero al igual que muchos, esa convicción casi navideña de que cada edición del E3 me va a robar el aliento, se ha transformado en una mirada reticente y distanciada. Algo así como la de la mujer que no quiere salir dañada.
Existe un buen argumento, proveniente de los más cautos (y por qué no, inocentes), que pretende crear una suerte de mito, en torno a los años “post consolas”. Es decir, en el E3 pasado, se revelaron las consolas de Xbox (One) y PlayStation (PS4). ¿Cómo vamos a pretender maravillarnos más que un año en el que se presentan dos titanes? Parece en principio, un razonamiento lógico y recatado.
Pero es aquí justamente, dónde comienzan a relucir grietas dentro de nuestro modelo de mercado actual en la industria. Este E3 debería haber sido igual o mayor que su símil un año atrás.
Las figuras de ventas son menores de lo esperado. Con dos consolas, a precios estratosféricos, y una (WiiU) en estado crítico, las tres grandes casas del hardware deberían estarse rindiendo a nuestros pies. Ofreciéndonos un mar de posibilidades y nuevas experiencias, esperando a cambio, el dinero que año a año hemos sabido invertir. Peor aún, ahondando la inversión que muchos hicimos a finales del 2013 comprando la “última chupá del mate”.
Pero en cambio, re envasaron un producto ajado, en muchos casos, y le cambiaron la portada. Nos hacen esperar un par de meses, y con una sonrisa más hipócrita que sincera esperan vernos con esos 60 dólares haciendo filas para comprar básicamente el mismo juego, con un par de cambios. Algunos más significativos que otros.
En las franquicias deportivas, todo cobra más sentido. Mal que mal, los mercados se mueven constantemente, y pequeñas mejoras en jugabilidad nos acercan un paso a la vez a la realidad. Aun así, hay años en que me he preguntado, ¿Por qué estoy comprando otra vez el FIFA? Me pasa la cuenta el amor al fútbol.
Hubo gratas sorpresas, y otros anuncios que a pesar de no ser inesperados, supieron maravillarnos. Personalmente, mi favorito, fue la propia burla de Capcom, al descarado lucro que han llevado a cabo con innumerables copias de Street Fighter IV (8 y contando), con el meta título de la nueva expansión para Dead Rising 3, llamada “Super Ultra Dead Rising 3 Arcade Remix Hyper Edition Ex Plus Alpha”.
Pasado los Halo 5, los FIFA 15, los Little Big Planet 3 las versiones remasterizadas, los lanzamientos de juegos ya en el mercado pero en nuevas consolas, y una que otra sorpresilla, del E3 2014 pueden sacarse un par de conclusiones.
La primera de ellas, habla de los triunfadores. Existe una suerte de tradición forzada en la industria, de declarar año a año a un ganador de la conferencia. Establecer quién se robó la película, y así, influir en el próximo año quién intentará tirar la casa por la ventana. No soy muy fanático de este tipo de prácticas.
Si mi vida dependiera de aquello (no entiendo en qué escenario podría ser posible) existe una suerte de ganador difuso. No se representa en una empresa o expositor.
Claramente los perdedores, fueron las tres grandes, Sony, Nintendo y Xbox. Aquí, los héroes de los días fueron lo que se conoce como “third party developers”, o desarrolladores externos. Hablo particularmente de Ubisoft y en una muy menor medida, Electronic Arts.
La carrera por dominar el mercado de aparatos, en términos sencillos, la obsesión por vender consolas ahora está centrada en ellos. Las alianzas que se forjan entre los creadores del hardware, y los creativos del software, y el empuje que éstos últimos pueden significar, los pone en una posición ventajosa en la cual no estoy del todo seguro que incluso ellos mismos sepan.
El cómo se moverá la industria, en los próximos años depende en gran medida de lo que ellos traigan a la mesa, y definirá qué, cómo y cuánto jugaremos en el corto plazo. Incluso parte de lo presentado por Warner Bros. Interactive, Capcom y Konami (qué te hicieron Konami, solías ser chévere, y de ti Sega ni hablo) dan buenos motivos para sostener una tesis de este estilo.
Pero la más oscura de las conclusiones, la más fatalista si se quiere, se desliga desde una visión general de la industria. Una visión construida en el trecho recorrido desde el E3 2013 hasta esta edición.
La inevitable, y terrible sensación de estancamiento. Lo que hace unos años parecía ser una industria avasalladora, caracterizada por confundir a los consumidores en un mar de opciones disponibles, se ha transformado en un sistema dónde una franquicia se transforma en la gallina de los huevos de oro. Y a esa gallina se le explota hasta que muere. Hasta que ya no tiene fuerza alguna para poder poner otro huevo. Hasta que el último de sus huevos, viene podrido hasta lo más profundo de su interior.
Muchos especialistas de los mercados norteamericanos proyectan tiempos difíciles para la industria. No algo así como el crash del ”’83 pero si un declive en las ridículas cifras que se venían proyectando.
Lo cierto es que la realidad alcanzó a la ficción.
Algunos ven en juegos como Goat Simulator (el simulador de cabra, por favor googlear, no hay forma de describir algo así), la degeneración misma del rubro. Lo he visto ser asimilado al E.T. de Atari moderno.
El modelo de los peces gordos parece comenzar a debilitarse. Si bien seguimos haciendo filas para comprar los mismos juegos, año a año, y gastando las mismas 30 a 35 lucas por juego, ahora lo hacemos de mala gana. Lo hacemos con la conciencia al menos, de que nuestra industria, esa que “no era mala”, es igual o más parte que cualquier otro rubro del mercado.
Con catálogos de juegos más que cuestionables, habiendo menos de 10 títulos relevantes para Xbox one por ejemplo, en casi un año de existencia. Es en este contexto, que ha surgido una nueva clase de desarrollador; una nueva figura de mesías salvador. Es el desarrollador independiente.
Si el 2013 fue bautizado como “the year of the indie”, y en este 2014 fueron parte importante incluso, de la conferencia de Microsoft, entonces aquí yace verdaderamente el futuro de la industria. El foco del escenario, cambia de los Miyamoto y los Kojima a los desconocidos que han sabido producir clásicos como Braid, Fez, Minecraft, etc. Porque cuando la tiranía es Ley, la revolución es orden.
Pero esto es tema para otro día. Uno que lleva mucho tiempo en el tintero aquí en este pequeño rincón de Disorder.
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Publicado por disorder.cl
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