
Por Sebastián Cavallo
Arsenal, Arsenal querido. Tú sabes cuánto te quiero. He renunciado por años al estilo de poner cuadros cómo la gente y mantengo firme las poleras enmarcadas que cuelgan día a día, pegadas a mi cama. Dejé de lado las apariencias por ti. He estado hace años.
Estuve desde que Cesc debutó con el número 57 en la polera. Presencié a Walcott en su primer partido con la 32. Ahora veo a un niño de veintidós usar la 10 de forma canchera; qué bueno que es Wilshere. Vi ir y venir una serie de jóvenes que maravillaban por su potencial.
Todos se fueron diluyendo en el club. A algunos les pasó la cuenta la falta de títulos; no de triunfos. Estuvieron tan cerca tantas veces. Tienes al norte de Londres esperando hace 10 años uno importante: La F.A. Cup (copa de mierda) no es excusa.
Has sido muy tacaño con la gloria después de muchos años de empapar a tantos con ella. Pero lo has hecho en tu estilo. Te has jactado de ser una de las escuelas de fútbol perennes del buen toque, sin aumentar la platería significativamente en una década. Estás entre los que prefieren perder a vender el caviar barato. Te has comido de a 6 con la pelota en los pies, o sabiendo cuál es tu filosofía. El problema es que ellos son tan jóvenes.
Desde lejos, desde Chile, es difícil quererte. Apareces temprano y siempre durante los únicos días que tengo para dormir. No se ven tanto tus productos. Dicen que no se puede ser fanático de un equipo extranjero; que el amor nunca es el mismo. Que es de cuico. Pero cuándo el amor es al buen fútbol no importan las barreras ni la distancia.
Arsenal querido, te doy la mayor muestra de amor. Te mando al mejor de todos. Te envío desde mi tierra al último niño que jugó como uno. Los de hoy son más serios: Courtois, Óscar, Draxler dan terror; juegan con la seriedad de los veteranos europeos. Perdieron la chispa de la juventud.
Aquí va el último de los jóvenes. Dale la 9, que se la merece. Te mando a Alexis. Este es uno de verdad. Hasta le dicen “el niño maravilla”. Este cabro chico entra a la cancha cómo si jugara con sus amigos. Es de piernas alegres, como no los veíamos hace mucho. Es de lo más técnico y físico que recuerde nuestro fútbol en años.

Detesto la palabra, pero Sánchez la representa tan bien. Es un delantero pícaro. Tiene gambeta, tiene velocidad, y cuándo anda fino es letal. Si tiene las herramientas es un genio, y te juro que enamora. Le pegan todo el partido y sigue como si nada. No le gusta manchar al deporte porque su amor es infantil.
Eso tiene Alexis. Enamora por todos lados, dentro y fuera de la cancha. Los jugadores del Barcelona siempre lo han dicho con orgullo: nadie le entiende una palabra, pero todos se ríen. Es su encantador dialecto tocopillano adornado por dos años en España y otros en Italia.
Sánchez no necesita venderse. Podríamos ahorrarnos los agentes y te lo hubiéramos prestado igual. Los que te seguimos desde acá te mandamos uno de los mejores que tenemos. El mejor de todos, lejos. El niño maravilla es en gran medida lo que veníamos pidiendo. Una combinación de agilidad y destreza a la que nos malacostumbraron Bergkamp y Henry. El punto medio entre Giroud y Walcott.
Alexis es el hijo de las escuelas más exquisitas del planeta. Es una figurita de greda por la que han pasado manos de genios. Lo formó el empuje de la calle, desde chico. En el fútbol chileno hizo lo que quiso. En Argentina se creyó el cuento. En el Calcio se hizo duro, un profesional. En España se consagró. Se paraba a la derecha (o por delante) de Dios Padre Todopoderoso y a veces lo apocaba. Es difícil cuándo el Dios de turno es argentino.
Alexis es maravilloso. Da la vida por el fútbol porque no le ha sido fácil; cómo a ti recientemente. Los dos están acostumbrados a las críticas, a los dos los han mirado con decepción tras altas expectativas. Es porque el mundo entero sabe que los dos pueden más. Se merecen el uno al otro. Se necesitan en la misma medida.
Arsenal Querido, trátalo bien. Dale minutos. Míralo crecer más. Aprovecha el vuelo con el que viene. Llévalo de vuelta a los grandes estadios de Europa, y muéstrale las encantadoras canchas inglesas. Te prometo que todo va a ser pagado. Será tanto más frecuente ver tu escudo por la calle de Chile. Al fin podré usar la de uno de los nuestros y no la del ruso que nos maravilló poco rato.
Te van a llover los goles. Van a llegar los títulos. Rodéalo bien y dale su tiempo.
Arsenal querido, te mando al mejor niño. Alexis, bienvenido al Arsenal.
Publicado por Sebastian Cavallo
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