Por Cha Giadach
Puede que todos creamos que los gringos están locos de la cabeza. Pero no somos nada. Todos tenemos un grado de locura. Ellos tienen acceso a armas y nosotros nos regimos por una constitución armada por un dictador, que nunca condenamos, y su clan. Cada nacionalidad tiene sus grados y diferentes niveles de estupidez. Acá un ejemplo de Estados Unidos. Su nombre era Joshua Abraham Norton, el autoproclamado “Emperador de Estados Unidos y protector de México.”
Joshua, nacido alrededor de 1819, al parecer era británico o sudafricano, no se sabe bien. Sólo se sabe que viajó desde Sudáfrica a San Francisco luego de recibir mucho dinero de su padre. Una gran herencia que este loco quiso convertir en negocio.
Multiplicó su patrimonio e incluso trató de apoderarse del monopolio del arroz, ya que en China había hambruna y los cargamentos estuvieron retenidos por un tiempo. Norton compro un cargamento en grandes cantidades de dinero, como para ser dueño y jefe de todo el arroz que llegaba por California, pero un mercado sudamericano le estropeó todo. A medida que llegaba este preciado grano blanco desde el Perú este gil trato de demandar a los responsables de su negocio. Después de varios juicios, que el iba ganando en un comienzo, empezó a perder los más importantes. Los bancos hipotecaron sus propiedades y se declaró en bancarrota. Dicen que todo este ajetreo fue lo que lo volvió loco.
La Locura
Después de ser un fracaso volvió con todo a mover los pilares de la conservadora sociedad de San Francisco. Decimos conservadora porque suponemos que la alta alcurnia de esa ciudad debió haber sido de nariz respingada y de poto parado. Tal vez los antecesores del imperio Hearst, o algo por el estilo.
Joshua empezó a mandar cartas a los diarios locales. Como lo haría cualquier viejo loco, en cualquier latitud del mundo, en Chile sabemos de eso. Cartas que decían algo como esto:
«A petición, y por deseo, perentorio de una gran mayoría de los ciudadanos de estos Estados Unidos, yo, Joshua Norton, antes de Bahía de Algoa, del Cabo de Buena Esperanza, y ahora por los pasados 9 años y 10 meses de San Francisco, California, me declaro y proclamo emperador de estos Estados Unidos; y en virtud de la autoridad de tal modo investida en mí, por este medio dirijo y ordeno a los representantes de los diferentes Estados de la Unión a constituirse en asamblea en la Sala de Conciertos de esta ciudad, el primer día de febrero próximo, donde se realizarán tales alteraciones en las leyes existentes de la Unión como para mitigar los males bajo los cuales el país está trabajando, y de tal modo justificar la confianza que existe, tanto en el país como en el extranjero, en nuestra estabilidad e integridad.»
NORTON 1, Emperador de los Estados Unidos
Y bien. Nadie lo detuvo. En su mente debe haber sido el mejor de los mejores. Cuanta personalidad ¿ah? Y bueno… dijo varias cosas a lo largo de su vida. Algunas muy tontas y consideradas ridículas en su época. Se dice que una vez dijo que debería haber un puente desde San Francisco a Oakland. Todos se deben haber reído de él. Pero ahora ese puente existe y es el maldito y hermoso Golden Gate. La hiciste igual Joshua.
El loquillo Jackson tenía su propia corte y al parecer se escribía con la Reina Victoria. Si se viajaba a San Francisco en esa época era prácticamente obligatorio ir a ver al Emperador. Era como una atracción turística. Cobraba impuestos y la gente pagaba. Se le arrestó por “vagabundo” pero el pueblo unido de la bahía presionó para que lo liberaran. Lo amaban.
Joshua Abraham Norton tuvo un reinado de dos décadas. Mark Twain basó a su personaje de “El Rey” de Huckleberry Finn en su distinguida persona. A su entierro (1880) fueron 30,000 personas y al día siguiente hubo un eclipse total de sol.
Y eso. Estados Unidos puede decir que tuvo al monarca más bacán de la historia de la humanidad. Aunque haya sido un monarca de mentira.
Acá una biografía. El orgullo de San Francisco.
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Publicado por Cha Giadach
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