
Por Juan Pablo Prado
Quiero creer que es de esas eternas batallas perdidas contra el cliente. Quiero creer de verdad que era la última de las ideas presentadas, de esas que muestras cuando no te quedan más alternativas. De verdad quiero creer que fue una de esas campañas donde queda el espacio para la excusa típica de “me hicieron mierda la idea y terminó en ese mamarracho”. Me niego a creer que algo tan falto de tino sea parido por mis compañeros de pega. Gremio donde el 90% anda en micro y cruza Santiago para hacer este inexplicable trabajo que a muchos nos hace felices.
En síntesis: quiero evadir esta vergüenza.
Soy publicista, probablemente el trabajo más odiado por la sociedad. En nuestros hombros cargamos con el juico público de que vendemos lo que nadie necesita, que creamos estereotipos y un sin fin de huevadas de las que siempre te tienes que defender a ti y a tu gremio, porque primero están las ideas y después cualquier teoría de conspiración. Aunque muchas veces sean ciertas.
Me sorprendí como todos con la campaña contra la evasión en el Transantiago, me dio rabia, lo compartí en todas las redes sociales y dije que el que había parido esto, era un desclazado y un verdadero ahuenao . No podía comprender esta violencia contra el pueblo con un mensaje que pregonaba el orgullo de pagar la micro pese a ganar el sueldo mínimo. Entonces ¿Es mejor pagar la micro que darle de comer a tus cabros chicos? ¿Es mejor pagar la micro y hacerse el longi con el servicio de mierda que tenemos los santiaguinos? e incluso peor: ¿Es mejor llevar la frente en alto y andar apuntando con el dedo al que no pagó? Si lo que buscan es generar una cacería de brujas, no lo lograrán. Los que andamos en micro no somos sapos.
Sí, hay muchos tipos que no pagan por choreza, y por quedar como rey ante los amigotes. Esa escena del “permiso tío” lo veo a diario, pero créanme señores creadores de este bodrio, que son más los que prefieren gastar esos $610 en el pan pa’ la once, que destinar esa plata en un viaje de dos horas para llegar a su casa que de seguro queda a la concha de la lora. Total, el chofer es un igual y la mirada cómplice con la que te dice “pase no más, si a mi me da lo mismo” arregla todo problema donde la “decencia” que esta campaña busca lograr no tiene cabida.
Ya lo dije empezando estas líneas, espero de todo corazón que la mente detrás de esta mierda se retracte no sólo con los usuarios, sino con nosotros, los que tenemos que poner la cara para defender esta apología a la miseria y la desigualdad disfrazada de honestidad, porque todo lo entretenido de este pega que me hace levantarme de lunes a viernes muy temprano, se va al carajo con ideas carentes de estrategia y por sobre todo, carentes de calle y realidad.
Señores de Alto Evasión, los invito a tomar la micro a las 7 de la mañana en cualquier esquina de la periferia de Santiago y se darán cuenta que es mucho más digno partirse el lomo por los hijos, que solventar un sistema en constante decadencia. Pegarse la ascurría es gratis, no sigan botando plata en estudios y campañas que sólo logran reacciones airadas como esta y la miles de personas que los pusieron a través de las redes sociales como lo que son: unos enemigos del pueblo.
Publicado por disorder.cl
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