Perdedores hermosos

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Screen Shot 2015-07-07 at 7.09.11 PM Por Juan Pablo Prado.

“TE PODÉS EMOCIONAR Y ESPERAR UNA REVANCHA
TE SENTÍS VIVO EN LA CANCHA
TE SENTÍS VIVO EN LA PLAZA
FUMANDO ALGO, RIÉNDOTE DE NADA
Y CON TODO EN CONTRA TUYO TE FELICÍTO”

-Andrés Calamaro.

Ya es lunes y el relato de la tanda de penales de Palma aún resuena en la cabeza de todos los que estamos en las micros y líneas del metro camino al trabajo igual que todos los lunes. Somos campeones de América y nuestros jefes y toda figura de autoridad sigue siendo unos hijos de puta. Somos campeones de América y el gobierno se sigue cayendo a pedazos. Somos campeones de América y los que marchan siguen marchando, las farmacias siguen coludidas, en las poblaciones por nada te pueden pegar un balazo y los ricos siguen evadiendo impuestos, pero somos campeones de América.

Es lunes y los que son unos hijos de puta siguen siendo unos hijos de puta y la gente de verdad, sigue siendo de verdad. Nada ha cambiado en este fundo llamado Chile, la mierda hace natas en todos lados como siempre, pero saben qué, yo me quedo con esta porquería de país que al fin, después millones de fracasos en la cancha y fuera de ella, nos llegó una revancha que los jugadores supieron tomar. Porque sí, esta copa no es un triunfo, es una revancha contra tanta mala cuea y dolor justamente en un estadio donde muchos pasaron y no volvieron más. Beausejour ya lo dijo el sábado en medio del éxtasis: “en un lugar donde hubo muerte hoy le dimos una alegría a Chile”. Entonces, ¿cómo no volverse loco y abstraerse a esa pasión desbocada a la que nos lleva el fútbol? ¿Cómo no emborracharse hasta decir basta con esta copa, si esta tierra es más sinónimo de fracaso y dolor? Porque no me vengan con esos argumentos publicitarios de que el himno se grita o que los mineros nos han enseñado lo glorioso que es ser chileno porque no le tememos miedo a la muerte. Este triunfo lo disfrutamos y llenamos las plazas de todas las ciudades porque nuestra gloria es escasa, casi nula. No se ganó embanderando de las casas, ni pintándose la cara, se ganó con fútbol, sangre y aguante. El resto es pura challa, puro chovinismo y marketing.

Mucho se ha escrito sobre este primer gran triunfo, probablemente este sea un texto más dentro de los millares que se han escrito que busca tristemente intelectualizar sobre el fútbol chileno. Tampoco busco que esta mierda se transforme en una nueva “carta abierta”, si es por buscarle un fin a estas líneas, vale decir que lo que se viene de ahora en adelante será lo de siempre (y en esto espero de corazón equivocarme): las nuevas generaciones no serán testigos de infinitas glorias y vueltas olímpicas. Con este triunfo no es que desaparezcan las victorias morales y los “jugamos como nunca”. Aceptemos la derrota y las injusticias, porque así se ha creado nuestra identidad, porque cuando vuelva a pasar esto de estar a un penal de sentir la gloria y la vida latiendo en el pecho, entenderemos lo increíble que es ser forjados en el fracaso, y que ese fracaso sea nuestro mayor triunfo. Porque no hay nada más hermoso que ganar desde la miseria más grande y nada más anecdótico que nuestra historia esté plagada de monumentos a la derrota. Somos todos “Perdedores Hermosos” como titulaba Luca Prodan uno de sus discos.

Sigamos inflando el pecho, chilenos. Sigamos repitiendo durante 100 años más la tanda de penales por Youtube porque lo más probable es que se vengan infinitas sensaciones de lunes por la mañana. En el fútbol y en la vida.

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