Por Cha Giadach.
Fotos de bandas: Rock in Rio.
El resto de las fotos cortesía de Heineken.
Hay que empezar diciendo que lo más hermoso del Rock in Rio es que se lleva a cabo en un complejo enorme, en la Ciudad del Rock, a la que uno llega después de kilómetros y kilómetros de estadios y edificios nuevos construidos ”“o en proceso de- para las Olimpiadas del próximo año. Todo esto es hermoso”¦ ¿Por qué? Porque todo esto pasa, ni nada mas ni nada menos, que en una avenida. Una larga, enorme y kilométrica avenida llamada: Avenida Salvador Allende. Con eso dicho démosle a esta crónica/reseña/cosa-rara sobre mis días en la ciudad maravillosa, donde los viejos te dan cerveza en las esquinas, donde todo es amor a pesar de la miseria, donde hay comida para todos a pesar del hambre.
Primero: Hace unas semanas figuraba ahí duchándome en mi casa en Santiago de Chile, es decir que estaba en pelotas. El celular no paraba de sonar, así que saque toda mi humanidad mojada de la ducha para contestar. Me llamaban de una agencia para decirme que me iba a Rio, al Rock in Rio. Y creo que es primera vez que grito de emoción estando desnudo, primera vez aparte del sexo. Creo. Volvamos al presente: Ya estoy en Rio, en Copacabana, donde me las di de Carioca. Ir a la playa a ser uno mismo y caminar todos los días sin parar, mostrar el cuerpo semidesnudo sin que nadie te joda. Cosa que no pasan en otras latitudes porque puedes llegar a ser una atrocidad para la vista de cualquiera. Poder caminar sin polera por las calles, sentarte en una silla de plástico, pedir una cerveza y pollo a las brasas y ser feliz. Para mi eso es Rio de Janeiro. Y lo pude hacer un fin de semana cualquiera, gracias a la suerte que a veces me llega como para salvarme de la vida monótona de oficina y obligaciones santiaguinas. Pero esto no es para sacar pica (en verdad voy a sacar pica más adelante), así que vamos a la música”¦
EL FESTIVAL Y SUS SONIDOS
El Rock in Rio es un festival para todos. Para absolutamente todos. Nadie te mira feo y cada uno está en lo suyo. Claro, no hay que olvidar que estamos en Rio de Janeiro. Ciudad donde si te pones una teta en la frente nadie te va a juzgar. Pero hay cosas más allá que a uno le llaman la atención, desde el punto de vista de chileno retraído y que si se pone a bailar samba seria el hazme reír de millones.
Hay alcohol por todos lados. Cerveza en especifico. El paraíso del metalero chileno, y el paraíso del brasileño ya que toman cerveza hasta para el desayuno. En los dos días que fuimos con el grupo de Heineken -25 y 26 de septiembre- no se vio ni se supo de nadie extremadamente borracho, ni dando jugo, ni armando peleas. Es verdad que el brazuca demuestra el exceso de alcohol con felicidad, baile y abrazos. Uno pensaría que los millones de litros de cerveza podrían sacar esa violencia que cada uno lleva por dentro. Pero nada. NADA. Pura paz, amor y fraternidad. Y voy a ser honesto, sólo vi una pelea. Esta fue en el enorme VIP tamaño Brasil, entre unos viejos que tenían unos cincuenta años. Pero al parecer no era por alcohol, fue un choque de egos entre cuicos. El publico alrededor no atinó a sacar el celular para grabar un video de mierda para que aparezca en LUN, como en nuestras latitudes. Todos atinaron a separarlos, a promover la paz”¦ y”¦ ¡los pusieron a bailar! ¡A bailar! ¡A BAILAR! Brasileños bonitos, los amo por la chucha.
Brasil siempre será Brasil. Y eso se evidenciaba en los escenarios alternativos a los principales. Todos siempre estaban llenos de gente entusiasta, en algún rincón había un sector extremadamente carioca donde la gente estaba bailando todo el tiempo. Incluso cuando estaban los platos fuertes en los escenarios principales. Ellos gozaban, lo demás importa un carajo. Voy a confesar que me las pase más tiempo en esos lugares, viendo chicas, tratando de bailar, engullendo comidas con nombres que no sé pronunciar. Incluso había un escenario que era karaoke”¦ ¡karaoke! Lo más horrible del mundo llevado a la perfección por un montón de locales dispuestos a hacer el ridículo cantando canciones que les gustan y siempre con publico, tanto publico como en cualquier otro escenario. Todos respetándose, todos cantando al unísono, todos brindando por la noche. Fue bonito ser humano en esos momentos.
Lo bueno, casi todo.
El primer día que fuimos, el 25 de septiembre, fuimos protagonistas de un día lleno de Rock de verdad. Bueno”¦ no sé si de verdad pero estuvo bacán. Pura actitud y fanáticos vestidos de negro a pesar del calor brígido de esos lados del mundo. Cuero, botas, griterío, todo lo que uno espera de una jornada dedicada a los más oscuritos de Brasil. La maestría de Mastodon, el repertorio de Faith No More (los odio pero filo) y el espectáculo que es ver a Slipknot para cerrar la noche. Banda que mueve masas en Brasil, para mi sorpresa. Garotas enmascaradas, un fetiche para un imbécil de Chile, algo normal para el fanático de todos los días. Simplemente hermoso. Hasta el momento el mejor show que he visto este año.
Nuestra segunda jornada como colados al VIP gracias al tío Heineken fue otra cosa. El 26 de septiembre fuimos protagonistas, el 1% de los afortunados de la Ciudad del Rock, que desde puro lujo, copete gratis y comida que debe costar mucho, vimos a Sam Smith y Rihanna. El primero, en lo personal, me sorprendió. No esperaba mucho más que su hit que suena en todas las radios, un tipo con desplante, control de publico, un loco buena onda que hasta le hizo un homenaje a Amy Winehouse que se ganó a todos. Y la segunda, icono actual de todo, símbolo de todos los bailes modernos, la chica de Barbados fabrica de hit tras hit. Es cierto que a muchos no les gustó el show, porque al parecer algunos lo encontraron fome”¦ pero chucha, es Rihanna. Es Rihanna y punto. Y esto lo dice alguien que no tiene ningún interés en su tipo de música. La cabra es lo que es, y yo”¦ yo estoy agradecido de haberla visto en vivo y en Rio de Janeiro. Nada más importa.
Lo malo fue poco, afortunadamente.
De La Tierra ”“ 25 de septiembre.
Debo hacer un paréntesis entre tanta cosa linda. Siempre hay algo feo y en esta oportunidad se llama De La Tierra. Una superbanda, si quieres llamarle superbanda a algo formado por Andreas Kisser (Sepultura), Alex González (Maná), Andrés Giménez (A.N.I.M.A.L.) y Flavio Cianciarulo (Los Fabulosos Cadillacs). Está bien. Que hagan lo que quieran. Pero desde mi opinión basada en la rica historia del metal latinoamericano son simplemente un insulto que acude a la temática fácil de eso del sueño bolivariano, con temáticas como si hubieran sido escogidas al azar de un libro de Galeano, con todos los clichés posibles sobre la libertad de los pueblos oprimidos, y todo eso. No digo que sea malo hablar de eso, es más”¦ puede llegar a ser admirable. Pero saliendo de este grupete de viejos sonaba extremadamente pasado a caca. Suena como una banda que hacen por joder, entre giras con sus bandas oficiales, son un vomito de lo peor de lo peor entre todo lo bello que puede salir entre el Rio Grande y el Estrecho de Magallanes. Más encima en algún punto de la noche el pelotudo de Giménez se atrevió a decir que eran la única banda latinoamericana invitada al festival. Loco”¦ estas en Brasil. Menos mal casi nadie lo entendió, o en realidad no lo pescaron. De La Tierra, por favor, renuncien a este proyecto y vuelvan a sus bandas originales por el amor de la Pacha Mama a la que le debe dar diarrea cada vez que tocan.
Sheppard ”“ 26 de septiembre.
Es difícil definir a esta banda. Solo puedo decir que parecen un producto salido de un canal para niños mañosos que siempre están pegados a la pantalla de celular, de esos que se vuelven imbéciles si se les acaba la batería. Los cabros trataron pero no calentaron a nadie del publico. Miles y miles de brazucas esperando a Rihanna no es cosa fácil, pero estos pendejos no supieran hacerla. Cantaban mal, sonaban mal, usaban sus instrumentos como si fueran juguetes. Todo mal.
EXPERIENCIA VIP
Uno cree que no ha hecho nada bueno en la vida. En lo personal me alejo de la luces, de lo caro, de la foto para la red social. Pero esta vez todos esos placeres simples que tanto disfrute, y que mencione al comienzo de esta nota se fueron a la mierda. ¿Por qué? Porque era Brasil, porque nos metieron a un VIP de verdad. Un VIP casi del tamaño de una cancha de fútbol, donde había comida que no se acababa, barra abierta para siempre, gente hermosa que no te miraba feo por ser un chascón con cara de dormido, hombres adinerados que no te enrostraban la billetera y mujeres adineradas más hermosas que hacer el amor por primera vez. (Durante el festival y mi estadía en Rio me enamoré de diferentes mujeres como 30 veces cada hora, no sabia que hacer con mi cuerpo, ni con mis sentimientos, así que solo me dedique a tomar y a comer). Creo que nunca más en mi vida voy a presenciar, y ser parte de, algo como esto. Y los otros invitados de prensa lo teníamos más que claro. Estábamos atónitos, sin palabras, es como si nos hubiéramos ganado algún premio millonario por algunos días. Fue bonito ser esa escoria llamada Periodista por todo un fin de semana largo. Es ir a trabajar pero no. ¡Al mismo tiempo!
PALABRAS PARA CERRAR.
Es difícil irse de Rio un domingo porque fui a la feria y las señoras de los puestos me invitaban a comer frutas, porque los hinchas del Flamengo bajaban de la favela gritando con fuerza pero no violentando a nadie en el camino, porque un viejo en una esquina me dio un vaso de cerveza y porque en otra esquina una vieja me cantó una canción bonita. Porqué fui al festival de música más grande del mundo, sin esperar nada y me fui con mucho más de lo que esperaba. La “felicidade” debería venir inyectada en cada ser humano, hay que aprender de Brasil. Punto.
Publicado por Cha Giadach
Archivo: 955 artículos