Por’ Catalina González P.
Antes de empezar necesito decir algo: Juana Brava (la historia de una mujer común y corriente que pasa de fugitiva a alcaldesa) está buena, eso va a leerlo en segundos, pero tiene un detalle hueón, una piedra en el zapato, un peo atravesado, una tontera que transformó su comienzo en un gran “puta la huevá”: ¿Pa qué copian el opening de True Detective #1? ¿Creen que no tenemos TV cable? ¿Que acá no llega internet? ¡Y sabís que!? ¡Ya se hizo! Ya lo copiaron pa Sudamerican Rockers. Arrrrgh.
Ahora sí, empecemos como si nos hubiéramos saltado el principio.
Juana Brava está tan buena (cochinos, la serie) que no usaremos este posteo pa comentar la dirección (linda, pensada, real, chilena), o los guiones (frases grosas, bien puestas, sin relleno, puras palabras que están ahí por algo, moviendo la historia o contando más sobre los personajes), o las actuaciones (secos, mención obvia pero merecida para Elisa Zulueta y una especial para Paulina Urrutia que con un par de líneas por capítulo ya esperamos que explote). Todo bien, estrellita para los que hicieron la serie, pero queremos decir que su máxima gracia es contarnos historias que ya conocemos. No, no digo que copian, todo lo contrario. En la personal, una buena serie es la que te mantiene callado y entretenido mientras la veís, y hablando y pensando cuando ya terminó. Acá pasa.
Si siempre he pensado que ver tele hace bien, ahora estoy segura; la cosa es qué estamos viendo. Pueden seguir viendo las turcas y exclamando ¡Qué minos son! (medio descubrimiento, me gustan todas las selecciones de fútbol con ojeras desde el 2002), y pueden seguir bancándose el “harto resumen y poca historia”. Sigan, pero se van a perder buenas conversaciones no solo sobre Juana, su hijo y su papá, si no sobre ser mamá joven, ser adolescente y cachar que los grandes tampoco saben pa dónde van, y ser viejo y creer que los condoros familiares se solucionan con plata. Acá cada personaje cuenta algo sobre quienes somos. ¿Kerem y Onur y Estambul? Jamás diría que no veamos tele de afuera, sería una cara de raja, pero ¿cómo perderse la posibilidad de ver en la tele abierta y en HD, los arreglos políticos ratas que nos rodean aunque no los veamos, tal como esos animales? En la serie una empresa tira la basura encima de un pueblo, y nos pasa todo el tiempo! Nos viven cagando real y metafóricamente. Si prefieren ver las turcas no se quejen, no hay peor ciego que el que no quiere ver, diría el fiel apoyo de Juana, Don Pepe.
Juana Brava está llena de cosas que muchos (la mayoría según el rating) no quieren ver: robar para sobrevivir, arrancar para sobrevivir, vivir en una toma para sobrevivir, quemarla para sobrevivir”¦ ‘ “Si alguien muere será un costo, calculemos ganancias” diría un empresario tipo, y “Se hizo lo que se pudo”, viven diciendo nuestros políticos. Algunos podrían pensar “buena, aprovecharon el momento para esta serie, la caída de los políticos, los destapes de las boletas”. Na. Esta serie se está haciendo hace años, y tal como Homeless (la de animación que ya comentamos una vez acá) no tuvieron que aprovechar nada, estaban atentos de antes porque querían contar nuestra historia.
Todos queremos lo mismo que la gente de San Fermín: tranquilidad, dignidad, poder confiar, plata, amor. Juana Brava es un perfecto “Viaje del héroe” en un Chile tan de hoy que a veces pienso que algunos van a elegir no verla, porque partió con un flash forward grande: Juana esperando juntarse con el Presidente. Si Juana no se va a rendir, nosotros tampoco deberíamos. En Chile no solo faltan Juanas Bravas, también falta gente que se atreva a mirarlas a los ojos, aunque sea por TV.’
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Publicado por disorder.cl
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