¿Por qué odian a Camila Vallejo los que odian a Camila Vallejo?

Publicado por bruno

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Camila Vallejo es el ícono de los hechos de 2011, del movimiento estudiantil que dio inicio al periodo político del gran cuestionamiento. Su rostro apareció encabezando artículos de los diarios y revistas alrededor del mundo. En las elecciones de 2013, Camila logró un escaño como diputada por el distrito de La Florida en un cupo del Partido Comunista y, desde entonces, algo pasó con ella.

Sus contemporáneos en los hechos de 2011 en las universidades de la capital, Giorgio Jackson y Gabriel Boric, también llegaron a la Cámara de Diputados a través de candidaturas independientes de izquierda. Y tanto Jackson como Boric gozan una alta aprobación popular, desde 2011 hasta ahora. Sin embargo, el apoyo en encuestas hacia Camila Vallejo ha declinado desde el estallido social.

¿Qué sucedió con Camila?

La congresista se ha convertido una creencia arraigada, en el común denominador de las críticas hacia la izquierda en general. Así, ella ha devenido en una versión chilena (y conservadora) de la ley de Godwin: conforme una discusión se alarga, se vuelve más posible que alguien termine hablando de Camila Vallejo.

¿Cómo se convirtió la geógrafa comunista en el comodín de la crítica hacia todo lo que suene a izquierda? ¿Cómo Camila pasó a estar en el centro del odio en las redes sociales?

Para el doctorando en Historia Marcelo Casals, autor del libro La creación de la amenaza roja (LOM, 2016), entre las razones que vuelven a la diputada una figura incómoda para ciertos públicos, hay un rasgo de odio ideológico y otro de odio de género.

Según Casals, el odio ideológico ocurre «en virtud del anticomunismo extendido en parte importante del arco político local, que adquirió fuerza y legitimidad social gracias a la propaganda dictatorial, pero cuyos orígenes se remontan al menos a principios del siglo XX».

Por su parte, el odio de género se refleja en tanto que «Camila Vallejo es mujer, una a todas luces atractiva. Para muchos, de hecho, no puede ser [concebible] que una mujer joven, atractiva, sea a la vez comunista, parlamentaria, crítica del sistema político en el que participa y más encima madre soltera (de ahí, también las críticas incluso por llevar a su hija al hemiciclo). La mezcla es sencillamente intolerable para muchos».

Mientras tanto, la psicóloga, fotógrafa y activista feminista Kena Lorenzini esboza un aspecto histórico en torno a las críticas hacia Camila, a través de las cuales se intentaba invisibilizar su figura política.

«Cuando ella estuvo en ese Parque O’Higgins enorme (nota del autor: el 21 de agosto de 2011, se llevó a cabo una concentración estudiantil y acto cultural, el cual congregó a cientos de miles de personas), Las Últimas Noticias titula [al día siguiente] que ‘no movió la colita’. Entonces, hay una cosa despectiva que tiene que ver con su belleza y con una actitud más parca que tiene. Ella no es chacotera ni contestadora», explica Lorenzini.

Según la psicóloga, parte del odio hay que ubicarlo en el psicoanálisis. Lorenzini atribuye este odio a un deseo frustrado de los hombres heterosexuales por poseerla y de las mujeres por ser como ella, un deseo incompleto porque Camila «no da ni pelota» a sus contradictores.

La perspectiva del deseo frustrado es complementada por la licenciada en Filosofía e investigadora en cultura popular Andrea Ocampo, quien considera que la crítica a la diputada se hace desde una expectativa fallida, del hecho de «que sea guapa y no venda su guapura, que sea madre y no venda su maternidad, que sea de izquierda y no se venda como guerrillera. Camila Vallejo está en medio de todas esas diatribas, aguantando lo que venga y defendiendo lo que ella y su partido se permiten defender».

EL COSTO DE LA VIDA (DE CAMILA)

El pasado jueves 27 de octubre, mientras en la Cámara de Diputados se discutía el aumento del sueldo para los funcionarios públicos, el diputado de Renovación Nacional René Manuel García ironizó contra el aumento propuesto por el gobierno. Tras una risa de las congresistas Karol Cariola y Camila Vallejo, García se indignó señalando que «es refácil ser comunista y ganar diez millones».

Al día siguiente, luego de haber sido fotografiada asistiendo a una sesión de la Cámara con su hija Adela, Camila fue entrevistada por Las Últimas Noticias. Ante la pregunta de por qué no dejaba a su hija a recaudo de un jardín infantil, la congresista señaló que era «difícil encontrar jardines infantiles. Los que son públicos están copados con la gente más vulnerable, los jardines de la Junji y de Integra son muy pocos y los privados son muy caros».

Durante ese fin de semana, surgió la polémica en torno al estándar de vida de la diputada. Si bien la diputada presentó un detalle de sus ingresos y los egresos de su sueldo mensual, asegurando que ella solo ocupa para fines particulares alrededor de la cuarta parte de sus ingresos como congresista, surgieron las suspicacias. ¿Es justo que alguien que sea comunista deba ganar tantos millones? ¿Es justo que la diputada pretenda llevar a un jardín infantil público? ¿No le alcanza la plata para vivir?

Para Marcelo Casals, es necesario preguntarse por el mecanismo ideológico que alimenta estas críticas: «El gran desafío del conservadurismo ha sido hacer popular e incluso deseable la desigualdad social, algo que no siempre puede lograrse. De allí entonces que las personas que encarnen simbólicamente el ideal igualitario sean atacadas sin piedad. Recordemos que a Pablo Neruda y a Salvador Allende, por solo citar dos casos, los tildaban de frívolos y excesivamente acomodados. La dictadura de Augusto Pinochet explotó hasta el cansancio la imagen de Allende como un millonario burgués con gustos extrovertidos y reñidos con la moral». Según el historiador, estos discursos buscan actualizar una imagen de dirigente acomodado que sería una contradicción respecto al ideal igualitario.

Mientras tanto, Andrea Ocampo va más lejos y afirma que existe una creencia según la cual las personas de izquierda «no debieran ganar dinero, porque eso es asociado al lujo y a formas de opresión históricas de una clase social con otra». A renglón seguido, la licenciada en Filosofía considera que «también molesta el hecho de que lleve a su hija a las sesiones del parlamento porque rompe con la dinámica de la mujer en el hogar y hombres en el trabajo (un espacio higienizado, de neutralidad, de hombres, pos, oye) e impone nuevas necesidades, rigores y tolerancias».

Kena Lorenzini asegura que la polémica de René Manuel García se explica simplemente por la juventud de políticos como Camila Vallejo o Karol Cariola. «Me da la impresión de que es una manera despectiva de apelar a la juventud [de la bancada estudiantil]. Tiene que ver más con la juventud, con que se las pueden ningunear porque son cabras. Yo creo que a [Gabriel] Boric también lo intentarían ningunear de esta forma y a Giorgio [Jackson] también».

Por su parte, el doctorando en Teoría Política y analista político Cristóbal Bellolio matiza la crítica hacia el salario de Camila Vallejo se base en su condición de militante comunista. «La crítica al salario de los diputados no es contra los comunistas sino contra la clase política en general. Es decir, a ella le toca esa crítica en la medida que es parlamentaria, no porque es comunista. Sólo después viene la crítica de inconsistencia, que funciona como una especie de agravante de la primera», indica.

Bellolio asegura que los comunistas «predican el evangelio de la igualdad, [con lo cual] hasta cierto punto la riqueza de algunos actúa como obstáculo para conseguirla». Sin embargo, «ese es uno de los problemas del comunismo: la nivelación hacia la pobreza siempre será un recurso más factible, y por eso irrita la riqueza. Según Jerry Cohen, no era suficiente que el izquierdista cuestionara la gran estructura socioeconómica de desigualdad, si en su vida privada se permitía aprovechar las condiciones ventajosas de esa desigualdad. Es un debate abierto, a mi juicio».

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