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Que se acabe el mundial

Publicado por Pablo Bustamante

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El 10 de octubre del año pasado a eso de las 22 horas quedó echada nuestra suerte. Estábamos fuera de Rusia. Dolió, es cierto, pero de alguna manera nadie nos pudo preparar para lo que vendría después. Fue como cuando te dicen que un pariente tiene una enfermedad terminal y se va a morir, pero hasta que no se escapa de este mundo, no hay manera de asimilar el tremendo combo en plena mandíbula que está por llegarte. Viste el puño formarse, los nudillos brillar y acercarse, pero igual te pilla pavo.

Se acabó la 1a fecha del famoso Mundial Rusia 2018, ese que íbamos a ir a ganar y que por ciertas cosas del hijo de puta destino que insiste en darnos lecciones, no estamos jugando. La sensación es dolorosa, y no del tipo pegarse en el dedo chico con un mueble en medio de la noche (que duele y bastante), sino más bien como meter bien lentamente la mano en la licuadora y ver cómo tus dedos salen rajados en múltiples direcciones. Es dolor concentrado, de ese que te nubla la vista, porque va combinado con rabia y miedo intenso.

Se acabó la 1a fecha del famoso Mundial de Rusia y la mayoría de los equipos sudamericanos dieron jugo. Jugo espeso. Argentina, el candidato de siempre, sigue recibiendo constante respiración artificial y mantiene el paso lerdo que mostraba durante las eliminatorias. Colombia juega a prácticamente nada, como lo sospechábamos, como se veía venir hace tiempo porque la verdad es que su propuesta es timorata, latera, penca. Brasil, el gran candidato, va al galope, sobrado, pensando que ya ganó antes de jugar y se va de hocico al suelo cayendo de un caballo pura sangre que pareciera no saber cabalgar. Uruguay, dios, Uruguay, tirita el labio verlos, llevando esa escuela tan poco deportiva a pasearse por el mundo y pese a que ganaron la verdad es que parece que más allá de aferrarse a triquiñuelas tan añejas como sus éxitos deportivos, es poco lo que podrán hacer. Y finalmente Perú, nuestro vecinos, nuestros hermanos, quienes son quizás los que mostraron el mejor juego, pero cual adolescente virgen, trató de alcanzar un resultado sin invertir en el método, acelerándose, mostrando inexperiencia.

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En cambio, nos tenemos que conformar con verlo por la tele y con el desinterés rabioso y melancólico que genera un Mundial sin Chile

¿Qué hubiera pasado con Chile? es imposible saberlo, no estamos y nos toca mirarlo por TV. Nos toca ver esas notas de mierda de reporteros que tratan de encontrar hinchas sudamericanos que se burlen de nosotros, de nuestra ausencia. Y por supuesto, no faltan. Quizás hubiéramos dado el mismo nivel de jugo en el torneo, es posible. Pero también es innegable imaginar que cuando ese grupo de pendejos se metía en un partido, eran capaces de ganarle a cualquiera, ergo el Mundial de Rusia 2018 era el momento preciso para soñar con autoridad.

Ha sido un mundial raro y da rabia no ser parte de él. Neymar con un pelo que parece una pasta de 3 minutos, los colombianos engañando a unas japonesas para hacerles decir una sarta de ordinarieces, en tiempos donde está absolutamente prohibido hacerlo, Pizzi entrenando a otra selección, o España despidiendo a su DT a 24 horas del debut. Ha estado turbulento, con el hielo siberiano frágil, para todos por igual. Es cosa de imaginar que tipo de frases hubiese sacado Gary Medel o Alexis Sánchez en una conferencia de prensa o alguna desquiciada de Arturo Vidal. Nuestro referentes.

Esos referentes que hoy son señalados como responsables de uno de los mayores fracasos de nuestra historia a nivel futbolístico. Porque teniendo la generación de futbolistas que teníamos, es desesperantemente lamentable no estar metido en alguno de los grupos de esta copa. En cambio, nos tenemos que conformar con verlo por la tele y con el desinterés rabioso y melancólico que genera un Mundial sin Chile. Porque una cosa es no ir por malos y ver el Mundial a la distancia sin pasión vehemente alguna, como solía pasar, como zombies envueltos en el evento global de turno. Pero otra muy diferente es habérselo farreado y peor aún, haber gritado a los cuatro vientos que íbamos a ir a ganarlo.

Eso es quizás lo que más duele. La trama interna. Con un caballo loco como Vidal que al final, haciendo sumas y restas, pareció generar más problemas que beneficios, acusaciones cruzadas sobre indisciplina, enojos entre los clanes, entre las mafias que aparentemente dirigen el camarín. Saber que el recambio se viene complejo y que esta era quizás, la última gran oportunidad para la generación dorada. La última oportunidad para nosotros de disfrutar un Mundial desde una posición de privilegio. Al fin.

Pero nada de eso pasó. Chile está fuera, mientras todos los sudamericanos no dan pie con bola. Jamás utilizaría la prepotencia del «Chino» Ríos (o de quien lo haya suplantado en ese famoso tweet), pero la verdad hoy por hoy, quiero que pierdan todos. Que se acabe el mundial.

 

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