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[vimeo]http://vimeo.com/26581971[/vimeo] En este video, el realizador audiovisual Felipe Rubilar captó lo que las autoridades no quieren ver: que el movimiento es gigantesco, que no ha perdido fuerza, que las ganas del cambio todavía están. Disorder: ¿En dónde estabas parado? Felipe: Yo vivo en la misma Plaza Italia, justo en el edificio de la esquina mirando […]
Esta es mi defensa íntima de nuestro equipo. Detrás de la selección chilena hay mucho más que los números, las victorias y las derrotas. Ella es el símbolo de el ímpetu, el aguante y el renacimiento de la esperanza que -todos decimos- tiene el país. Nos une y saca lo mejor de nosotros. Lloremos la derrota, putiemos a los jugadores. Siempre volveremos a quererlos cuando salgan a la cancha. No es chaqueteo. Se llama ser chileno.
Si has pasado por la Plaza de Baquedano probablemente los notaste: un grupo de jóvenes que vive ahí desde hace ya un par de semanas. ¿La idea? una asamblea ciudadana para tocar temas como la educación y la pobreza. Nuevas formas de protestar están naciendo. Esta es una de ellas.
Para esta pregunta, respuestas sobran. Un colaborador analiza alguna de las razones del quiebre que existe entre la ciudadanía y la política que sostiene la lucha actual por una educación de calidad y otros temas contingentes. Porque el país se jodió. Y la joda viene desde hace varios años.
Durante todo este tiempo desde que empezó el movimiento estudiantilsh hasta ahora, no había querido referirme al tema porque lo considero trillado y una columna más sería el equivalente a echarle agua a la arena en la playa. Sin embargo, siendo justo, es lógico que los estudiantes se manifiesten a causa de las paupérrimas condiciones en las cuales se encuentra la educación en nuestro bienamado país. No obstante, mirándolo desde otro ángulo ¿No es como redundante manifestarse por algo que ya es ultrasabido por casi la totalidad de este país? No creo que pase por la lógica del cateteo y que por cansancio la autoridad decida, cual padre chato de que el mocoso hinche las pelotas, acceda a lo que está pidiendo. Pero no, desgraciadamente no funciona así la cosa.
Porque no sólo en Santiago se viven las protestas por la educación, una colaboradora penquista escribe sobre la «primavera de junio»: las marchas que, aunque son en invierno, están llenas de sol, colores y calor. Hay algo -o muchos algos- que invita -que invitan- a seguir protestando. De cada una de esas razones, nos habla esta columna después del salto.
Hace un par de días, el sacerdote jesuita Felipe Berríos publicó en «El Mercurio» una columna en la que reflexiona en torno al particular gueto del cual forman parte las universidades ubicadas en la precordillera santiaquina, desatando la furia colectiva de los ligados a ellas. Lo cierto es que Berríos no ha descubierto la pólvora ni mucho menos ha desnudado por primera vez algunos de los flagelos más profundos de nuestra sociedad, sino que simplemente logró encender una discusión de la que no podemos abstraernos. De desigualdad, segmentación, guetos y falta de oportunidades.
Ciertamente la educación en Chile se encuentra en un estado crítico. Por un lado tenemos al sistema educacional escolar estatal (ojo que estatal no es lo mismo que público porque casi todas las instituciones de educación de este país, ya sean estatales o privados son públicas y no son excluyentes)
