Por Luc Gajardo

La versión stoner de la improbable serie spin off de ‘Donnie Darko vs El Señor de los Anillos en neoprén’  volvió en su segunda temporada hace dos capítulos y quizá las expectativas estaban demasiado altas, porque la primera mano estaba demasiado buena y ahora la segunda no salió tan buena. Salió menos, con semillas, y puro fondo.

Eso hasta el minuto. Capaz que sea de esos pitos que hay que esperar un rato antes que te peguen.

Por eso es quizá apresurado el chaqueteo. Apresurado, y poco correcto, sería además decir que chiste repetido sale podrido porque Wilfred en su versión gringa es en sí un chiste repetido de la versión australiana de la serie (que a su vez viene de un cortometraje). Lo cierto es que en sus dos primeros capítulos de la 2da temporada la serie me ha hecho reír poco y nada. En honor al periodismo, a los demás Wilfredianos que conozco, tampoco. Y eso es francamente preocupante en una serie cómica que no tiene seguidores, sino fieles, adictos.

Quizá están empezando lentito o quizá esta vez el ñoco está más pegoteado en la metafísica de la trama. ¿Es Wilfred real? ¿Murió Ryan? ¿Está loco nomás? ¿No entendí nada de qué trata la serie? ¿Pálida?

En caso de que todavía no te hayas hecho adicto a Wilfred, trata de un joven abogado inseguro y depresivo (Ryan, Eli-jah Wood) que luego de intentar (?) suicidarse se hace mejor amigo de un fiel perro sociópata, depravado y manipulador (Jason Gann). Y se pegan bongazos todos los santos días mientras Wilfred intenta inculcarle valores morales y un par de cocos a Ryan. Si es así, que no la has visto, lo único que te puedo decir es que te roles uno y veas cuanto antes la primera temporada y te pongas al día con la segunda y te sientes con nosotros los Wilfredianos a esperar pacientemente que retome el alto vuelo al que nos adiestró.

Se sabe, pito bueno se apaga.

¡Vamos Wilfred!

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